Iglesias Cristianas de Dios

 

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Santificación de los Simples y Erróneos [291]

(Edición 2.0 20000410-20000429)

 

 

El 7 de Abib, ayunamos por los simples y erróneos. Este proceso es para aquellos que aún no han entendido la gloria y los misterios del Reino de Dios. Esto es parte del proceso de santificación del sistema del Templo mandado por Dios.

 

 

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(Derechos de propiedad literaria ã 2000  Wade Cox)

Tr. 2005

 

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Santificación de los Simples y Erróneos [291]

 


Observamos el 7 de Abib, que es la Santificación de los Simples y Erróneos (Ezequiel 45:20). Nosotros ayunamos este día. ¿Por qué lo hacemos? ¿Por qué ayunamos? ¿No fue el Sacrificio de Cristo suficiente para el proceso, por siempre? ¿Tratamos de hacer algo que ya fue hecho por Cristo y usurpar la prerrogativa de Cristo?

 

Ezequiel 45:20 Así harás el séptimo día del mes para los que pecaron por error y por engaño, y harás expiación por la casa. (RV)

 

 (Ver también Hebreos 5:1-2)

 

La respuesta es que lo hacemos porque era parte del proceso de Santificación del sistema del Templo mandado por Dios y porque Cristo también lo hizo, cuando se preparó para la Pascua. Esto fue simbolizado físicamente cuando expulsó a los cambistas del Templo. Este proceso condujo hasta la puesta a un lado del cordero en el décimo día de Abib, listo para su matanza en el Decimocuarto día de Abib y su consumo en la Noche de Vigilia en el Decimoquinto Día de Abib.

 

¿No guardamos más el Sábado porque ya Cristo lo guardó, o la Cena del Señor porque él ya la realizó, o la Gavilla Mecida porque él fue la Gavilla Mecida? ¿No guardamos más los Panes sin Levadura porque él fue libre de pecado y había quitado por completo la levadura de la malicia y la maldad? Todavía guardamos la Pascua  porque es un mandato de Dios para siempre y es una muestra de nuestra participación en el proceso. Parte de esa secuencia es el proceso de Santificación, que debe ocurrir antes de que la Pascua se lleve a cabo.

 

El último día de la Santificación del Templo de Dios, cuyo templo somos nosotros, es la santificación de aquellos que se equivocaron o fueron demasiado simples de mente para entender lo que tuvo que ser hecho. Este proceso es para aquella gente que todavía no ha entendido la gloria y los misterios del Reino de Dios: Aquella gente que se quedó corta y no emprende por completo sus responsabilidades espirituales. Como Moisés y Aarón estaban en medio de la furia de Dios, expresada en Cristo, y el pueblo en suplicación para su seguridad, también estamos de pie conjuntamente para la seguridad de nuestras naciones y para que ellas puedan ser ayudadas.

 

¿Cómo hacemos esto? ¿Por qué ayunamos?

 

El modo de santificar y reconciliar a la congregación o a la asamblea solemne al Señor en el antiguo Israel era santificando un ayuno y reuniendo a los ancianos y los habitantes de la tierra.

 

Joel 1:13-15 13 Vestios de luto y lamentad, sacerdotes; gemid, ministros del altar; venid, dormid con ropas ásperas, ministros de mi Dios; porque quitada es de la casa de vuestro Dios la ofrenda y la libación. 14 Proclamad ayuno, convocad asamblea, congregad a los ancianos y a todos los moradores de la tierra en la casa de Jehová, vuestro Dios, y clamad a Jehová. 15 ¡Ay del día!, porque cercano está el día de Jehová; Vendrá como destrucción de parte del Todopoderoso. (RV)

 

Joel examina este tema de la santificación de la congregación (ver el estudio El Día del Señor y los Últimos Días [192]).

 

Joel 2:15-27 15 ¡Tocad trompeta en Sión, proclamad ayuno, convocad asamblea, 16 reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños, aun a los que maman, y salga de su alcoba el novio y de su lecho nupcial la novia! 17 Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová, y digan: "Perdona, Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad para que no la dominen las naciones. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: ¿Dónde está su Dios?"? 18 Y Jehová, solícito por su tierra, perdonará a su pueblo. 19 Responderá Jehová y dirá a su pueblo: Yo os envío pan, mosto y aceite, y seréis saciados de ellos; y nunca más os pondré en oprobio entre las naciones. 20 Haré alejar de vosotros al del norte, y lo echaré en tierra seca y desierta: su faz hacia el mar oriental, y su final hacia al mar occidental. Exhalará su hedor y subirá su pudrición, porque hizo grandes cosas. 21 Tierra, no temas; alégrate y gózate, porque Jehová hará grandes cosas. 22 Animales del campo, no temáis, porque los pastos del desierto verdecerán y los árboles llevarán su fruto; la higuera y la vid darán sus frutos. 23 Vosotros también, hijos de Sión, alegraos y gozaos en Jehová, vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía, como al principio. 24 Las eras se llenarán de trigo y los lagares rebosarán de vino y aceite. 25 Yo os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros. 26 Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová, vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado. 27 Conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehová, vuestro Dios, y no hay otro; y mi pueblo nunca jamás será avergonzado.

 

Nótese aquí, que la santificación de la congregación se hace para restaurar la congregación al Señor Dios y para asegurar la última lluvia en el primer mes, de modo que se nos pueda dar una cosecha de trigo generosa, cuya cosecha somos nosotros.

 

Cristo fue el primer frutos de la cosecha de cebada y él se santificó a través de Dios de modo que podamos ser santificados y de modo que, como cambio, pudiéramos santificar Israel, a través del poder de Dios Viviente.

 

Somos santificados por medio de la verdad de Dios y, como Cristo se santificó a sí mismo, nosotros también nos santificamos para Dios.

 

Juan 17:17-19 17 Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad.18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. 19 Por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. (RV)

 

Cristo se santificó a sí mismo en Dios a través del Espíritu Santo como cabeza de la iglesia. Debemos también rendirnos los unos a los otros y santificarnos en Dios a través del Espíritu Santo bajo Cristo como el Sumo Sacerdote.

 

Hebreos 13:12-16 12 Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta. 13 Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su oprobio, 14 porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir. 15 Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. 16 Y de hacer el bien y de la ayuda mutua no os olvidéis, porque de tales sacrificios se agrada Dios. (RV)

 

Es Dios quien nos santifica en y a través de Cristo.

 

1Tesalonicenses 5:23 Que el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser espíritu, alma y cuerpo sea guardado irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo. (RV)

 

Él, quien santifica, y ellos, los santificados, son todos de uno, o de un solo origen.

 

Hebreos 2:11 porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, (RV)

 

Por esta razón nos rendimos el uno al otro a través del Espíritu Santo bajo Cristo.

 

Efesios 5:20-28 20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 21 Someteos unos a otros en el temor de Dios. 22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor, 23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. 24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. 25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviera mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa y sin mancha. 28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama, (RV)

 

De esta forma, nos santificamos cada uno y los hijos de Israel entre todas las naciones que todavía no han sido llamados. A través de los logros de los elegidos, como Templo de Dios, todos los hombres son llamados y la Ciudad de Dios se construye.

 

Sabemos que, desde Pentecostés en el 30 EC (era corriente), el Templo de Dios ha sido un Templo hecho de piedras vivas y nosotros somos ese Templo (1Corintios 3:17; 6:19).

 

Desde el primer día del primer mes, empezamos a santificar la casa de Dios (2Crónicas 29:5, 17, 34; 30:17; 35:6) y nosotros mismos, como la congregación de Dios, la cual es el Templo de Dios y la Ciudad de Dios (ver el estudio La Ciudad de Dios [180]).

 

Isaías tiene mucho que decir sobre este proceso de santificación. Por eso, no solo nos santificamos y nos apartamos, también santificamos a Dios quien nos salva.

 

Isaías 8:11-18 11 Porque Jehová me habló de esta manera con mano fuerte y me advirtió que no caminara por el camino de este pueblo, diciendo: 12 No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración, ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo. 13 A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo. 14 Entonces él será por santuario; pero a las dos casas de Israel, por piedra para tropezar, por tropezadero para caer y por lazo y red al morador de Jerusalén. 15 Muchos de entre ellos tropezarán, caerán y serán quebrantados; se enredarán y serán apresados. 16 Ata el testimonio, sella la instrucción entre mis discípulos. 17 Esperaré, pues, a Jehová, el cual escondió su rostro de la casa de Jacob.  En él confiaré. 18 He aquí que yo y los hijos que me dio Jehová somos por señales y presagios en Israel, de parte de Jehová de los ejércitos, que mora en el monte Sión. (RV)

 

Este proceso sirve también para santificar el nombre de Dios y al Santo de Israel.

 

Isaías 29:23 porque verá a sus hijos, que al considerar la obra de mis manos en medio de ellos, santificarán mi nombre. Santificarán al Santo de Jacob y temerán al Dios de Israel. (RV)

 

El proceso de santificación debe ser realizado correctamente, como vemos en Isaías 66:17, o aquella gente sufrirá destrucción.

 

Así vemos que, mientras es Dios quien santifica y Cristo quien santifica, son también nosotros quienes santifican con Dios como el Templo de Dios (ver también Ezequiel 20:12; 36:23; 37:28).

 

Cuando antes esta tarea era responsabilidad de los hijos de Leví y luego, en el sentido físico, de los hijos de Sadoc (ver Ezequiel 44:15-24; 46:20), ahora esta función es responsabilidad de la Iglesia como el sacerdocio de Melquisedec.

 

Por eso ayunamos.

 

El Ayuno

 

¿Cómo sabemos que el ayuno es apropiado? La respuesta recae en el propósito de ayunar como lo expresa Isaías 58:1-14. La primera sección de este texto requiere levantar la voz como una trompeta, mostrando a Israel sus transgresiones. En esto, todos nos equivocamos y no hay nadie correcto, salvo el Mesías.

 

Isaías 58:1-14 1¡Clama a voz en cuello, no te detengas, alza tu voz como una trompeta! ¡Anuncia a mi pueblo su rebelión  y a la casa de Jacob su pecado! 2 Ellos me buscan cada día y quieren saber mis caminos, como gente que hubiera hecho justicia y que no hubiera dejado el derecho de su Dios. Me piden justos juicios y quieren acercarse a Dios. 3 Dicen: "¿Por qué ayunamos y no hiciste caso, humillamos nuestras almas y no te diste por entendido?" He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio interés y oprimís a todos vuestros trabajadores. 4 He aquí que para contiendas y debates ayunáis, y para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como lo hacéis hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto. 5 ¿Es este el ayuno que yo escogí: que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como un junco y haga cama de telas ásperas y de ceniza? ¿Llamaréis a esto ayuno y día agradable a Jehová? 6 El ayuno que yo escogí, ¿no es más bien desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, dejar ir libres a los quebrantados y romper todo yugo? 7 ¿No es que compartas tu pan con el hambriento, que a los pobres errantes albergues en casa, que cuando veas al desnudo lo cubras y que no te escondas de tu hermano? 8 Entonces nacerá tu luz como el alba y tu sanidad se dejará ver en seguida; tu justicia irá delante de ti y la gloria de Jehová será tu retaguardia. 9 Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: "¡Heme aquí! Si quitas de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador y el hablar vanidad, 10 si das tu pan al hambriento y sacias al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz y tu oscuridad será como el mediodía". 11 Jehová te pastoreará siempre, en las sequías saciará tu alma y dará vigor a tus huesos. Serás como un huerto de riego, como un manantial de aguas, cuyas aguas nunca se agotan. 12 Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levantarás, y serás llamado "reparador de portillos", "restaurador de viviendas en ruinas". 13 Si retraes del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamas "delicia", "santo", "glorioso de Jehová", y lo veneras, no andando en tus propios caminos ni buscando tu voluntad ni hablando tus propias palabras, 14 entonces te deleitarás en Jehová. Yo te haré subir sobre las alturas de la tierra y te daré a comerla heredad de tu padre Jacob. La boca de Jehová lo ha hablado. (RV)

 

Nuestra gente busca a Dios diariamente y le encanta saber de Sus caminos, como una nación que practicó la honradez y una que no abandonó las ordenanzas de su Dios. Ellos le preguntaron las ordenanzas de justicia y se deleitaron al aproximarse a Dios, pero ellos son engañados. Dios no ve a la nación. ¿Por qué Dios no los ve cuando ellos ayunan? ¿Por qué Dios no nota cuando tienen sus almas afligidas? Él dice en Isaías: Contemplen el día de su ayuno, ellos encuentran placer y realizan todos sus trabajos. En vez de ir ante Dios en oración y súplica, ellos trabajan, tanto durante las Fiestas como en las Lunas Nuevas y los Sábados. Trabajan durante el Día de la Expiación y no saben que ellos pecan.

 

Ellos ayunan mientras luchan y debaten, y golpean con el puño de la maldad. Dios dice que no deberían ayunar como lo hacen en esos días sólo para ser escuchados. Incluso, si ellos se cubrieran con sacos y tiraran cenizas sobre ellos y se doblaran como espadañas, su ayuno y sus oraciones no son aceptables para Dios.

 

El ayuno que Dios ha elegido es éste: soltar los lazos de la maldad y las cargas pesadas, dejar libre al oprimido, y romper todos los yugos.

 

Debemos compartir nuestro pan con el hambriento, traer a nuestra casa al pobre que es expulsado, cubrir al desnudo y no escondernos de nuestra propia carne. Entonces nuestra luz brillará como la mañana y nuestra salud afluirá rápidamente, nuestra virtud irá al frente de nosotros y la gloria del Señor será nuestra protección. La gloria del Señor es el Mesías. Entonces llamaremos y el Señor dirá: ¡Aquí estoy!

 

¿No es este nuestro propósito en la Santificación de los Simples y Erróneos? ¿No es para apelar para aquellos que no conocen algo mejor y son incapaces de guardar estos días?

 

¿No nos beneficiamos también nosotros con esta actividad?

 

Si quitamos de entre nosotros el yugo y el señalar con el dedo y el hablar con vanidad; si compartimos nuestro espíritu y nuestro ser con el hambriento y satisfacemos a aquellos que sufren, entonces nuestras luces se elevarán de la oscuridad y nuestra oscuridad será como el día al mediodía.

 

Al afligirnos por aquellos que no conocen algo mejor, o a quienes aún no se les ha dado la administración de los misterios del Reino de Dios, también avanzamos nuestra propia causa en los ojos de Dios y protegemos a nuestra gente como la Semilla Santa dentro de la Gente del Pacto.

 

Cuando Moisés apoyó a Israel y levantó sus brazos, él también necesitó ayuda y Leví y Efraín lo apoyaron y sostuvieron sus brazos. Ambos, el sacerdote y el líder de guerra, ayudaron a salvar a Israel por su súplica. También nos damos a Cristo para ayudar salvar a Israel y traerlo hacia la rectitud.

 

Qué otro proceso en la Biblia puede ser usado con más eficacia que aquel proceso que Dios nos ha dado a través de Sus siervos los profetas, sino el ayuno. Sabemos de los profetas que la santificación se obtiene a través del ayuno y la asamblea de la congregación del Señor.

 

Ayuna para la Rectitud de nuestra gente y que a ellos se les pueda dar el regalo del llamado de Dios, y que el poder del Espíritu Santo sea derramado sobre nuestra gente como Dios nos lo ha prometido a través de Sus siervos los profetas. Comenzó con el Mesías y está listo para ocurrir ahora en poder y fuerza en los últimos días, cuando él venga a salvarnos a quienes ansiosamente lo esperamos.

 

Que Dios nos oiga y bendiga nuestras súplicas en el poder del Espíritu Santo.

 

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