Iglesias Cristianas de Dios

 

[A1]

 

 

 

Declaración de las Creencias de la Fe Cristiana [A1]

(Edición 1.0 19971223-19971223)

 

 

 

La Declaración es un resumen de la posición bíblica tan sujetada por los apóstoles durante el primer siglo. Presenta la posición de la Biblia en una forma coherente clara. Consiste de siete capítulos discutiéndole a la Divinidad, el Plan de Salvación, Doctrinas Acerca de la Responsabilidad Humana, la Doctrina Acerca del Mesías, el Problema del Mal, la Iglesia y el Reino de Dios. Hay una introducción que se ocupa de la cuestión de la divergencia entre la Cristiandad moderna y antigua. Hay también un apéndice que se ocupa del desarrollo de las doctrinas trinitarias.

 

 

 

 

Christian Churches of God

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(Derechos de propiedad literaria © 1994, 1995, 1996, 1997 Wade Cox)

Tr. 2004 por Francois Sylvain

(Rev. 2016)

  

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Declaración de las Creencias de la Fe Cristiana [A1]

 

Volúmenes

Introducción 

 

Capítulo 1. La Divinidad

1.1 Dios El Padre 

1.2 Jesús el Hijo de Dios 

1.3 El Espíritu Santo 

1.4 La Relación del Espíritu Santo con Cristo y la Humanidad 

1.5 La Relación de Cristo, Satanás y el Ejército con Dios 

1.5.1 Cristo como el Hijo de Dios 

1.5.2 La Doctrina de Anticristo 

1.5.3 El Nombre y Soberanía de Dios 

 

Capítulo 2. El Plan de Salvación

2.1 La Caída de la Humanidad 

2.2 La Salvación de la Humanidad 

2.3 La Biblia como Verdad Inspirada 

2.4 El Arrepentimiento y la Conversión 

2.5 El Bautismo 

 

Capítulo 3. Doctrinas Acerca de la Responsabilidad Humana

3.1 La Oración y el Culto

3.1.1 Dios como el Objeto de la Oración y del Culto

3.1.1.1 El Objeto del Culto

3.1.1.2 El Objeto de la Oración

3.1.1.3 La Oración individual y Colectiva en nombre de Otros

3.2 La Relación Entre la Salvación y la Ley

3.2.1 Dios es Nuestra Roca

3.2.2 Salvación a través de la Gracia

3.2.3 Obligación bajo la Ley

3.2.3.1 Por qué los Cristianos Guardan la Ley

3.2.3.2 Los cristianos como el Templo de Dios

3.2.4 Los Diez Mandamientos

3.2.5 Otras Leyes que Gobiernan la Conducta Humana

3.2.5.1 Las Leyes de la Alimentación

3.2.5.2 El sábado 

3.2.5.3 Las Lunas Nuevas

3.2.5.4 Los Días Santos Anuales

3.2.5.5 El Matrimonio

3.2.6 La Mayordomía financiera

3.2.6.1 Hacia Dios

3.2.6.2 Hacia Otros

3.2.7 La Guerra y la Votación

3.2.7.1 La Guerra

3.2.7.2 La Votación

 

Capítulo 4. Doctrina Acerca del Mesías

4.1 La Preexistencia de Cristo

4.2 La Crucifixión y Resurrección

4.3 La Segunda Venida de Cristo

4.4 El Reino Milenario de Cristo

 

Capítulo 5. El Problema de Mal

5.1 La Existencia del Mal a través de la Rebelión del Ejército

5.2 Las Doctrinas Acerca de la Predestinación

5.3 El Estado de los Muertos

5.4 La Resurrección de los Muertos

5.5 El Castigo de los Malos

 

Capítulo 6. La Iglesia

6.1 ¿Quién o Qué es la Iglesia?

6.2 La Organización de la Iglesia

6.3 Las Metas y Objetivos de la Iglesia

6.4 La Santificación

 

Capítulo 7. El Reino de Dios

7.1 El Establecimiento del Reino de Dios

7.1.1 El Reino Espiritual

7.1.2 El Reino Milenario de Cristo

7.1.2.1 El Retorno del Mesías

7.1.2.2 La Recolección de Israel

7.1.2.3 El Día del Señor

7.1.3 El Reino Eterno de Dios

7.1.3.1 La Venida de Dios

7.1.3.2 La Nueva Tierra y la Nueva Jerusalén

7.1.3.3 El Destino de la Humanidad

 

Apéndice

 


Introducción

 

Por mil setecientos años se ha atado la Cristiandad a un sistema teológico que ha sido basado en la filosofía griega y un sistema relacionado con el neo-Platonismo. La simplicidad Unitaria del mensaje bíblico y la coherencia de la revelación de Dios al hombre sobre ambos Testamentos han estado alteradas y obscurecidas por motivo del poder y la dominación del mundo entonces conocido.

 

El resultado final fue lo que fue comprendido para ser la estructura tan definida en los concilios de Nicea (325AD), Laodicea (c. 366AD), Constantinopla (381AD) y Calcedonia (451AD). La estructura alteró la comprensión de Dios a lo largo de líneas metafísicas que finalmente produjeron la Trinidad. El Concilio de Laodicea (canon 29) también declaró ilegal al sábado, bajo castigo, introduciendo festividades paganas aceptadas como el culto del domingo, las festividades del Sol de diciembre y el sistema de las Pascuas Floridas en lugar de la Pascua. Lo que fue también alterado fue la forma en que la comprensión del sistema bíblico y la ley debían ser interpretadas. La ley dada a Moisés fue tomada como ya no siendo pertinente y los pasajes del Nuevo Testamento fueron interpretados de nuevo para justificar prácticas paganas ya existentes.

 

Por ejemplo, las leyes de la alimentación fueron tomadas como eliminadas usando mal a Hechos 10 y otros textos. El efecto sobre la salud humana fue inmediato. Sin embargo, el resultado final para el ambiente sólo podría verse realmente después de unos dos mil años. La avería en la cadena alimenticia es contribuida, en gran parte, por el consumo de comidas prohibidas bajo la ley bíblica.

 

Sólo puede verse totalmente la degradación de las tierras después que estas hallan sido agotadas por el fracaso de observar los sistemas de jubileo y los Sábados de la tierra porque ellos son indisolublemente interrelacionados con el calendario basado en los ciclos de la luna de diecinueve años. La introducción del calendario solar fue un paso mayor en la destrucción de la comprensión de los modelos y ciclos que Dios había establecido para la armonía natural.

 

La Cristiandad moderna en general tiene muy poco, si es que algo en común con la Cristiandad original. La subida del Islam y las guerras más tarde con el Islam fueron discutiblemente el resultado directo del sistema falso Cristiano establecido en Europa y el Oeste de Asia por los sistemas teológicos griegos usando la teología de los Cappadocianos basada en el Dios Trino y la unión mística intentada con Dios y como Dios.

 

El sistema Trino simplemente no funciona. El resultado final de mil setecientos años de esta doctrina errónea ha sido la destrucción cercana del planeta y la persecución de las personas que auténticamente intentan obedecer las leyes bíblicas.

 

El propósito de esta obra es aislar en la forma más evidente y más simple y posible el mensaje original de la Biblia y de la Iglesia del Nuevo Testamento bajo Jesucristo y los apóstoles. Sin duda algunas fábulas apreciadas muchas serán puestas en duda y demolidas por lo que es afirmado en este punto. La obra ha estado escrita a fin de que sea tan cercana tan posible de una serie de paráfrasis o declaraciones bíblicas que son soportadas por citas. De esa manera se considera que la obra es finalmente menos ambigua y el intento es claro. Donde posible el rango completo de textos sobre un tema está en lista a fin de evitar la práctica excesivamente prevaleciente de citar en el aislamiento o citar textos malinterpretados. Algunos textos bíblicos son francamente falsificaciones (p.ej. 1Juan 5:7 KJV; 1Tim. 3:16 KJV del Códice A), o las traducciones equivocadas (1Cor. 15:28 RSV; Apo. 3:14 NIV entre numerosos otros), diseñados para negar textos contrarios o interpretar equivocadamente textos que parecen apoyar al sistema Trino o Capadociano cuando son vistos aisladamente.

 

Cuando el Mesías venga de nuevo él va a introducir totalmente el sistema de leyes que él le dio a Moisés en el Sinaí. Cada cristiano tiene una obligación en identificar y llevar a cabo el sistema de vivir y culto que se ha desarrollado en la Biblia. Al cristiano se le requiere imitar el estilo de vida de Jesucristo y vivir por los sistemas que Cristo introdujo y que vivió como hombre y antes de ser encarnado. Esta obra se dedica a producir el sistema entero en una manera coherente e identificable para que los sistemas falsos de mil setecientos años puedan ser apartados y la manera original y verdadera pueda ser identificada e implementada en las vidas de todas las personas, no importa lo que hayan hecho en el pasado. Nuestra tarea es llamar a las personas al arrepentimiento y novedad de vida.

 

Capítulo 1

 

La Divinidad

 

1.1 Dios el Padre

 

La Deidad Suprema del universo es Dios. Él es el Omnipotente, el Creador y Sostenedor de los cielos, la tierra y todas las cosas (Gen. 1.1; Neh. 9:6; Salmo 124:8; Isaías 40:26,28; 44:24; Hechos 14:15; 17:24-25; Apo. 14:7). Él solo es inmortal (1Tim. 6:16). Él es nuestro Dios y Padre y el Dios y Padre de Jesucristo (Juan 20:17). Él es el Dios Altísimo (Gen. 14:18; Núm. 24:16; Deut. 32:8; Marcos 5:7) y el Único Verdadero Dios (Juan 17:3; 1Juan 5:20).

 

1.2 Jesús el Hijo de Dios

 

Jesús es el primer engendrado (proototokos) de la creación (Col. 1:15) entonces el principio (arche) de la creación de Dios (Apo. 3:14). Él es el único nacido (monogene) Hijo de Dios (Mateo 3:17; Juan 1:18; 1Juan 4:9), concebido del Espíritu Santo y nacido de la virgen, Mariam (Lucas 1:26-35). Él es el Cristo o Mesías (Mateo 16:16; Juan 1:41), enviado de Dios para ser nuestro Salvador y Redentor (Mateo 14:33; Juan 8:42; Efesios 1:7; Tito 2:14). Él es llamado el Hijo del Dios Altísimo (Marcos 5:7). Él fue designado Hijo de Dios en poder según el Espíritu de santidad por su resurrección de la muerte (Romanos 1:4). A Él es dado el trono de David para gobernar para siempre sobre la Casa de Jacob y de su Reino no habrá fin (Lucas 1:32).

 

1.3 El Espíritu Santo

 

El Espíritu Santo (Hechos 2:4) es la esencia o poder de Dios que Cristo prometió enviar a los elegidos (Juan 16:7). No es una persona pero si la extensión del poder viviente de Dios. Es el medio por el cual nosotros nos volvemos participantes de la Naturaleza Divina (2Pedro 1:4), siendo llenos del Espíritu Santo (Hechos 9:17; Efesios 5:18) y por consiguiente todos Hijos de Dios (Job 38:7; Romanos 8:14; 1Juan 3:1-2) y coherederos con Cristo (Romanos 8:17; Gálatas 3:29; Tito 3:7; Hebreos 1:14, 6:17, 11:9; Santiago 2:5; 1Pedro 3:7). Es dado por Dios a aquellos que lo piden (Lucas 11:9-13) y que obedecen a Él, morando en aquellos que guardan los mandamientos de Dios (1Juan 3:24; Hechos 5:32). El Espíritu Santo es el consolador que conduce a los siervos de Dios a toda la verdad (Juan 14:16-17,26). El Espíritu Santo confiere el poder para dar testimonio (Hechos 1:8). Administra dones, como está registrado en 1Corintios 12:7-11 y tiene frutos, como está descrito en Gálatas 5:22-23 y no es dado por medida (Juan 3:34 RSV; Romanos 12:6). Es el medio por el cual Dios puede volverse finalmente todo, en todos (1Corintios 15:28; Efesios 4:6).

 

1.4 La Relación del Espíritu Santo con Cristo y la Humanidad

 

El Espíritu Santo opera desde antes del bautismo. El Espíritu atrae al individuo a Dios a través de Cristo (Hebreos 7:25).

 

Se dan las primicias del Espíritu al individuo en el bautismo, de romanos 8:23, que claramente nos dice que la adopción no ocurre hasta la redención del cuerpo.

 

Así nosotros nacemos de nuevo pero continuamos creciendo diariamente en el Espíritu en Cristo Jesús hasta que entremos en la gloria de Dios. El Espíritu Santo es el Espíritu de Verdad (1Juan 4:6, 5:6) y hablando la Verdad en todas las cosas, nosotros crecemos en Cristo nuestra cabeza en todo respeto (Efesios 4:15). El Espíritu Santo es el Espíritu de Dios (Romanos 8:14) y el Espíritu de fe (2Corintios 4:13) que escudriña todas las cosas y sabe todas las cosas (1Corintios 2:10-11, 12:3 y sig.).

 

Así el Espíritu Santo no es un aspecto independiente de un Dios trino pero es el medio por el cual nosotros nos volvemos elohim (Zacarías 12:8). El Espíritu lleva a Dios una comprensión de nuestros pensamientos y ser. Dado a través de Jesucristo como nuestro mediador y elohim intermediario o theos (Salmo 45:6-7; Zacarías 12:8; Hebreos 1:8-9), permite a Cristo que nos ayude, enseñe y conforte y permite que ejercitemos el poder de Dios. El Espíritu da a cada persona los atributos que Dios desea para beneficiar al cuerpo, como está escrito en 1Corintios 12:7-11.

 

El Espíritu puede apagarse (1Tes. 5:19) siendo abandonado o afligido (Efesios 4:30) y así admite de ganancias y pérdidas en el individuo.

 

El fruto del Espíritu Santo es amor, según Gálatas 5:22. Por consiguiente, si nosotros no nos amamos, el Espíritu Santo no es evidente.

 

El Espíritu es el medio por el cual nosotros rendimos culto a Dios, como es declarado en Fil. 3:3. Así, no puede ser un Dios como un objeto de culto y, por lo tanto, ser igual a Dios el Padre. Es una fuerza que capacita a Cristo. Cristo es así un Padre Eterno (Isaías 9:6) de que hay muchas paternidades en el cielo y la tierra (Efesios 3:15). Cristo llega ser Padre Eterno por delegación.

 

Todas estas paternidades o familias son nombradas por Dios el Padre; por eso nosotros nos arrodillamos ante Dios el Padre, rindiéndosele culto (Efesios 3:14-15).

 

Cristo fue el primer nacido o primogénito de la creación. Para él todas las cosas fueron creadas en el cielo y la tierra, visibles e invisibles, si tronos o dominios o principados o autoridades, todas las cosas fueron creadas a través de él y para él. Él está antes de todas las cosas y todas las cosas se contienen juntas en él (Col. 1:16-17). Pero fue Dios quien lo generó y quien quiso que la creación existiera y subsistiera en Cristo. Por consiguiente, Cristo no es Dios en el sentido en que Dios el Padre es Dios y quien sólo es inmortal (1Tim. 6:16) existiendo en perpetuidad permanente.

 

Los cristianos son llamados a salir de este mundo a una vida de servicio y dedicación. Muchos son llamados pero pocos son escogidos (Mateo 20:16, 22:14). Los Cristianos son los elegidos, como Cristo fue el elegido por Dios (Lucas 23:35). Los elegidos son escogidos por Cristo (Juan 6:70, 15:16,19), bajo la dirección de Dios (1Pedro 2:4).

 

Para ayudar la Iglesia, a los elegidos, que son la Iglesia, o ecclesia, les son dado entendimiento de los misterios de Dios. El Espíritu Santo es el mecanismo dado para entender los misterios de Dios y del Reino de Dios (Marcos 4:11). Porque la sabiduría de Dios es hablada como un misterio (1Cor. 2:7) que es explicado por los siervos de Dios (1Cor. 2:7, 15:51). Porque la voluntad de Dios se explica como un misterio (Efesios 1:9) que Dios dio a Sus siervos por revelación. Más allá el misterio está en la mayordomía de Cristo a través de los elegidos. Pablo escribió:

 

Efesios 3:2-6 2 Seguramente habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros, 3 pues por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente. 4 Al leerlo podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, 5 el cual en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: 6 que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio.

 

1.5 La Relación de Cristo, Satanás y el Ejército con Dios

 

Hay entidades múltiples referidas en la Biblia como Elohim o Theoi, significando dioses. Cristo fue una de esas entidades subordinadas que son referidas en el Antiguo Testamento como Elohim (vea Zac. 12:8). Cristo es referido en el Nuevo Testamento como la nueva Estrella de la Mañana en su retorno a la tierra. Él compartirá este rango con sus elegidos (Apo. 2:28, 22:16).

 

La Biblia sostiene que Dios es el Dios y Padre de Cristo (de Romanos 15:6; 2Corintios 1:3, 11:31; Efesios 1:3,17; Col 1:3; Hebreos 1:1 y sig.; 1Pedro 1:3; 2Juan 3; Apo. 1:1,6, 15:3). Cristo deriva su vida, poder y autoridad por orden de Dios el Padre (Juan 10:17-18).

 

Cristo subordina su voluntad a la de Dios quien es el Padre (Mateo 21:31, 26:39; Marcos 14:36; Juan 3:16, 4:34). Dios dio los elegidos a Cristo y Dios es mayor que Cristo (Juan 14:28) y mayor que todos (Juan 10:29). Así Dios envió su único nacido (monogene) Hijo al mundo para que nosotros pudiéramos vivir a través de él (1Juan 4:9). Es Dios quien honra o glorifica a Cristo (Juan 8:54), Dios siendo mayor que Cristo (Juan 14:28).

 

Dios es la Roca (sur), como una Cantera o Montaña de quien todos son sacados, el pedernal de Josué 5:2 que circuncida a Israel, la causa principal y eficaz (Deut. 32:4). Dios es la Roca de Israel, la Roca de su salvación (Deut. 32:15), la Roca que nos creó (Deut. 32:18,28-31). 1Samuel 2:2 muestra que Nuestro Dios es nuestra Roca, una Roca eterna (Isaías 26:4). Es de esta Roca que todos los otros son tallados, como son todos los descendientes de Abraham en la fe (Isaías 51:1-2). El Mesías fue cortado de esta Roca (Daniel 2:34,45) para subyugar los imperios mundiales. Dios es la Roca o base en que la fundación se pone y en que Cristo construirá su Iglesia (Mateo 16:18) y en que él reposa. El Mesías es la Piedra Angular Principal del Templo de Dios, del cual los elegidos son el Naos o el Santo de los Santos, el almacén del Espíritu Santo. Las piedras del Templo son todas cortadas de la Roca quien es Dios, como fue Cristo, y dadas a Cristo, la piedra espiritual (1Corintios 10:4), la piedra de ofensa y piedra de tropiezo (Rom. 9:33) para formar el Templo.

 

Cristo está construyendo el Templo para que Dios pueda ser todo, en todos (Efesios 4:6). Dios ha dado a Cristo para que sea todo y en todos (panta kai en pasin Col. 3:11) poniendo todas las cosas bajo sus pies (1Cor. 15:27) dándolo para ser la cabeza sobre de todas las cosas a la Iglesia que es su Cuerpo, la plenitud de él que llena todo en todos (Efesios 1:22-23). Cuando Dios puso todas las cosas bajo Cristo, es manifiesto que Dios, quien fue quien puso todas las cosas bajo los pies de Cristo, se exceptúa (1Corintios 15:27).

 

Cuando Cristo someterá todas las cosas, luego el propio Cristo estará sujeto a Dios quien puso todas las cosas bajo Cristo para que Dios pueda ser todo en todos (panta en pasin 1Cor. 15:28 no según RSV). Así las doctrinas Platónicas que buscan unir a Dios y Cristo en la Trinidad contradicen la Escritura. Cristo se sentará a la mano derecha de Dios, por dirección de Dios (Hebreos 1:3,13, 8:1, 10:12, 12:2; 1Pedro 3:22) y compartirá el trono de Dios, como los elegidos compartirán el trono dado a Cristo (Apo. 3:21) que es un trono de Dios (Salmo 45:6-7; Hebreos 1:8) o Dios es su Trono, traducido Tu trono O Dios (vea nota a pie de página a la RSV anotada).

 

Dios quien envía, es mayor que el enviado (Juan 13:16), el siervo no es mayor que su Señor (Juan 15:20).

 

Cristo fue tentado en el desierto por Satanás y en efecto el juicio de Satanás comenzó. Satanás quien fue la Estrella de la Mañana, El Lucero o Portador de Luz de este planeta (Isaías 14:12) como su guardián y maestro era, en efecto, uno de los Elohim, subordinado a Dios el Padre.

 

Cristo era la Estrella que debía salir de Jacob (en Núm. 24:17). Así se narró en los Libros de Moisés que una de las Estrellas de la Mañana que se mencionan como estando presentes en la realización de este planeta (en Job 38:7), uno de los elohim, debía volverse un ser humano de Jacob y de David (Apo. 22:16).

 

Este elohim que nosotros conocemos como Jesucristo no era todavía la Estrella de la Mañana de este planeta. Satán tuvo ese rango (de Isaías 14:12 y Ezequiel 28:2-10).

 

Cristo había estado ungido como el elohim de Israel, según Salmo 45:7 y ungido por encima de sus compañeros o sus socios. Sin embargo, Cristo no estaba de hecho en la posición de Estrella de la Mañana y no asumirá esos deberes hasta su segunda venida. El rango y los deberes serán compartidos con Cristo por los elegidos que comparten su naturaleza como Estrella de la Mañana en sus corazones (traducido Estrella del Día en 2Pedro 1:19). Los elegidos han recibido la promesa de participar en este poder en Apocalipsis 2:28.

 

Satanás, como Estrella de la Mañana, había desafiado a Dios Altísimo o Dios el Padre, como nos dice en Isaías 14:12. Él intentó ascender o exaltar su trono, un trono de Dios, sobre las Estrellas de Dios o el Concilio de los Elohim. Este Concilio es la Congregación de los Elohim o Dioses referido en Salmo 82:1. Es de interés notar que Ireneo, el discípulo de Policarpo, discípulo de Juan, sostuvo que Salmo 82:1 se refería a los Theoi o dioses que también incluyeron los elegidos, a saber aquellos de la adopción (Against Heresies (Contra las Herejías), L. 3, C. 6, ANF, Vol., 1, pág., 419).

 

Hay múltiples Hijos de Dios (de Job 1:6, 2:1, 38:7; Salmo 86:8-10, 95:3, 96:4, 135:5) quienes son identificados como los Bene Elyon o Hijos del Altísimo. Los elegidos humanos también son incluidos con el Ejército celestial como Hijos de Dios (de Romanos 8:14). Así, Cristo y los elegidos como Hijos de Dios son uno con Dios a través del Espíritu Santo, predestinados desde la fundación del mundo. Cristo dejó su poder para volverse un hombre. Él y todos los elegidos reciben el estatus de Hijo en poder según el Espíritu de santidad por la resurrección de entre los muertos (Rom. 1:4).

 

Según Hechos 7:35-39 fue un ángel quien le habló a Moisés en el Sinaí y este ángel fue Cristo. En Gálatas 4:14, Pablo asemejarse a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús.

 

También nosotros nos volveremos como los ángeles (Mateo 22:30) como un orden o isaggelos (de Lucas 20:36), siendo coherederos con Cristo (Romanos 8:17; Gálatas 3:29; Tito 3:7; Hebreos 1:14, 6:17, 11:9; Santiago 2:5; 1Pedro 3:7). El Antiguo Testamento identifica al Ángel de YHWH como Jehová y Elohim (Éxodo 3:2,4-6 donde el Dios o elohim aquí era un ángel; vea Zacarías 12:8).

 

Salmo 89:6-8 muestra que hay un Concilio de Santos (qedosim o qadoshim, también usado acerca de humanos) compuestos de un concilio interno y un externo. Esto se entiende ser un Concilio celestial de los Elohim de Justicia.

 

1.5.1 Cristo como el Hijo de Dios

 

Satanás intentó tentar a Cristo de varias maneras. Primeramente Satanás se refirió a Cristo como el Hijo de Dios (en Mateo 4:3, 4:6; Lucas 4:3). Los demonios también se refirieron a Cristo como el Hijo de Dios (en Mateo 8:29; Lucas 4:41; Marcos 3:11). Satanás intentó hacer que Cristo demostrara su posición como Hijo de Dios por un despliegue de poder, en lo que Dios había prometido que Él encargaría a Sus ángeles de él (en Salmo 91:11-12). Satanás omitió, "para que te guarden en todos tus caminos" y agregó "en cualquier momento". Alterando así la Escritura, Satanás intentó tomar la vida de Cristo.

 

Cristo en ningún momento corrigió a Satanás o a los demonios afirmando que él era Dios en lugar de Hijo de Dios. De hecho, ningún demonio intentó afirmar el engaño de que Cristo era el Dios Supremo, hasta después de su muerte para establecer una doctrina que dice que Cristo es Dios, en la misma manera que Dios el Padre es Dios, y así lograr, después de su muerte, una mentira que Cristo habría refutado en su vida. En cada una de las tentaciones, el objetivo era minar la obediencia de Cristo a Dios y, en efecto, a infringir la Escritura. Satanás intentó hacer que Cristo le rindiera culto a él. Él le prometió a Cristo la autoridad del planeta luego si Cristo le adorase.

 

Cristo no desafió su derecho de transferir su liderazgo del planeta o de hecho que él era gobernante. Cristo contestó en cambio

 

... está escrito: Usted sólo rendirá culto al Señor su Dios y a Él sólo debe usted servir.

 

Cristo no le dijo a Satanás que Satanás debería rendir culto a Cristo sino que lo refirió a la ley. Cristo nunca, en cualquier fase de su ministerio, declaró ser Dios. Él dijo que él era el Hijo de Dios. Fue por esta razón que fue puesto en juicio.

 

Como es declarado en Mateo 27:43

 

Mateo 27:43  Confió en Dios; líbrelo ahora si le quiere, porque ha dicho: "Soy Hijo de Dios". (RV)

 

Fue aquí cuando Cristo clamó para cumplir la Escritura en Salmo 22:1

 

Salmo 22:1 ¿Mi Dios, mi Dios, por qué me ha desamparado usted? (RV)

 

Cristo claramente no se consideró Dios. De sugerir que él fue parte de la entidad a quien él apeló, en una forma igual, una parte de la cual siendo impasible, es absurdo.

 

1.5.2 La Doctrina de Anticristo

 

La doctrina de Anticristo se declara en 1Juan 4:1-2. El texto antiguo correcto de 1Juan 4:1-2 se reconstruye de Ireneo, Capítulo 16:8 (ANF, Vol., 1, n. pág. 443).

 

Por lo presente conozca usted el espíritu de Dios: Cada espíritu que confiesa que Jesucristo vino en carne es de Dios; y cada espíritu que separa a Jesucristo no es de Dios pero es de Anticristo.

 

Sócrates el historiador dice (VII, 32, pág., 381) que el pasaje había sido adulterado por aquellos que desearon separar a la humanidad de Jesucristo de su divinidad.

 

Cristo como Hijo no es el Único Verdadero Dios (Juan 17:3).

 

También en Lucas 22:70, todos ellos dijeron ¿Es usted entonces el Hijo de Dios?

 

Él contestó Usted tiene razón diciendo yo soy.

 

Él fue reconocido como el Hijo de Dios en

 

 

 

 

De entender que Cristo es el Hijo de Dios es una revelación de Dios.

 

Mateo 16:16-17 16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. 17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. (RV)

 

También Mateo 11:27 dice

 

Mateo 11:27 Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. (RV)

 

Así el Padre revela cosas a los individuos y se los da a Cristo que entonces revela al Padre a ellos.

 

1.5.3 El Nombre y Soberanía de Dios

 

No hay ninguna duda que Dios es singular y soberano. Proverbios 30:4-5 muestra el nombre de Dios y que Él tiene un hijo.

 

Proverbios 30:4-6 4 ¿Quién subió al cielo y descendió? ¿Quién encerró los vientos en sus puños? ¿Quién recogió las aguas en un paño? ¿Quién afirmó todos los confines de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si es que lo sabes? 5 Toda palabra de Dios [ELOAH] es limpia; él es escudo para los que en él esperan. No añadas a sus palabras, 6 no añadas a sus palabras, para que no te reprenda y seas hallado mentiroso. (RV)

 

La Biblia se interpreta sí misma y el nombre de Dios se proporciona después de la pregunta directamente, y está claro que esta entidad no está compuesta de Padre e Hijo pero, más bien, Él tiene un hijo.

 

Además, el Nuevo Testamento declara claramente que es el Padre quien es el objeto del culto. Cristo advirtió a la mujer samaritana en Juan 4:21 que habría un tiempo que venía cuando ellos no pudieran rendirle culto al Padre o en su montaña (Samaria) o en Jerusalén. Pero él dice distintamente en Juan 4:23

 

Juan 4:23  Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque también el Padre tales adoradores busca que lo adoren. (RV)

 

Cristo aquí identifica el objeto de adoración como el Padre y no él. Es así bastante blasfemo afirmar que uno debe rendirle culto al Cristo levantado de una perversión de Juan 3:14 donde el Hijo del hombre sería levantado como Moisés había levantado a la serpiente en el desierto. El propósito de la crucifixión fue para que el hombre tuviera la vida eterna, no para que Cristo se volviera un objeto de adoración, como se afirma falsamente. De esta premisa falsa, se afirma también falsamente que los cristianos rinden culto al cuerpo y la sangre de Cristo en la Eucaristía.

 

Eloah es el Dios del Antiguo Testamento y del Templo y el Dios de Jesucristo del Nuevo Testamento. El Templo en Jerusalén era la Casa de Eloah (Esdras 4:24; 5:2, 13,15-17; 6:3, 5,7-8,16-17; 7:23). Él era el Eloah de Israel (Esdras 5:1; 7:15), el Gran Eloah del Cielo (Esdras 5:8,12). Él era el objeto del sacrificio en el Templo (Esdras 6:10) donde Él había puesto Su nombre (Esdras 6:12). Él ordenó la construcción del Templo (Esdras 6:14) y el sacerdocio está de pie en Su servicio (Esdras 6:18; 7:24) y hacen Su voluntad (Esdras 7:18). La ley es la ley del Eloah del Cielo (Esdras 7:12,14). Esos que conocen las leyes de Eloah las enseñaran a aquellos que no las conocen (Esdras 7:25) y el juicio será por las leyes de Eloah (Esdras 7:26). Este ser es el Padre quien es el Eloah singular y Dios Altísimo, el Padre del Mesías y de todos los hijos de Dios.

 

Capítulo 2

 

El Plan de Salvación

 

2.1 La Caída de la Humanidad

 

Se creó la humanidad a la imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26-27). Adán y Eva fueron maldecidos debido a su desobediencia (Génesis 3:16-19). Como resultado de esta rebelión, el pecado y, por consiguiente, la muerte vino en toda la humanidad (1Corintios 15:22; Romanos 5:12).

 

2.2 La Salvación de la Humanidad

 

Dios no quiere que ninguno perezca (2Pedro 3:9). Para que la humanidad pudiera escapar la penalidad del pecado que es la muerte, Dios instituyó un plan de salvación que involucra un sacrificio en la muerte y resurrección de Su hijo Jesucristo (Juan 3:16). El plan es de una cosecha secuencial de la cual Cristo es el primogénito de aquellos que han muerto (1Corintios 15:20). El plan de salvación se refleja en los Días Santos anuales de la Biblia (Lev. 23).

 

2.3 La Biblia como Verdad Inspirada

 

Cristo dijo: escrito está, No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mateo 4:4; Lucas 4:4). La Biblia es conocida como La Escritura (Daniel 10:21), y se dirige hacia la salvación de la humanidad y la manifestación del poder de Dios (Éxodo 9:16; Romanos 9:17). El medio de la salvación es Jesucristo (Romanos 10:11) quien fue predicho por la Escritura desde Moisés y los profetas (Lucas 24:27), la profecía siendo la Escritura (Mateo 26:56; Rom. 1:2). Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar, para reprobar, para corregir, y para entrenar en rectitud, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruido para toda buena obra (2Timoteo 3:16).

 

Las Escrituras en el tiempo de Cristo y los apóstoles fueron el Antiguo Testamento (Mateo 21:42; Marcos 12:10; Hechos 17:2). El Antiguo Testamento es la Escritura referida como inspirada de Dios en 2Timoteo 3:16. El Nuevo Testamento es adicional al Antiguo Testamento. No reemplaza al Antiguo Testamento.

 

El Antiguo Testamento se escribió en la antigüedad para nuestra instrucción, para que por la constancia y el estímulo de las Escrituras, nosotros pudiéramos tener esperanza (Rom. 15:4). El error procede de un mal conocimiento de esas Escrituras (Mateo 22:29; Marcos 12:24). Los de Berea examinaron las Escrituras cada día, escudriñando para ver si estas cosas eran así. Esto fue visto como noble (Hechos 17:11). El enfoque entero de la Biblia se saca de todas las partes de la Escritura, mandato sobre mandato, línea sobre línea (Isaías 28:10). Las Escrituras muestran que Jesús fue el Mesías o Cristo (Hechos 18:28). Es Cristo, por medio del Espíritu Santo, que abre la mente de todos los elegidos principiando con los apóstoles, para que las Escrituras puedan entenderse (Lucas 24:45).

 

Deben cumplirse las Escrituras del Antiguo Testamento (Mateo 26:54,56; Marcos 12:10, 14:49) y no pueden romperse (Juan 10:35). Muchas Escrituras se dirigieron hacia Cristo y se cumplieron en Él, o se cumplirán en su segunda venida (Apo. 1:7, 12:10, 17:14, 19:11-21) que será en poder y gloria (Mateo 24:30).

 

2.4 El Arrepentimiento y la Conversión

 

Para que la humanidad viva, o tenga vida eterna, Dios requiere que se arrepienta. Si no se arrepiente, perecerá (Lucas 13:3,5).

 

Cristo fue enviado a llamar a la humanidad al arrepentimiento (Lucas 11:32). Cristo empezó su ministerio después del encarcelamiento de Juan el Bautista (Mateo 4:12). El encarcelamiento de Juan tomo lugar algún tiempo después de la Pascua del 28 EC (Juan 3:22-24, 4:12) siendo la Pascua después del comienzo del ministerio de Juan en el decimoquinto año de Tiberio (Lucas 3:1). ¡A partir de ese tiempo, Jesús empezó a predicar diciendo "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado!" (Mateo 4:17). Cristo mandó a sus discípulos que predicaran el evangelio del arrepentimiento, dándoles autoridad sobre los demonios o los espíritus inmundos (Marcos 6:7,12; Lucas 10:1,17-20).

 

El arrepentimiento se enseñó como el preludio para el perdón de los pecados (o maldad) (Hechos 8:22) para que vengan de la presencia del Señor tiempos de consuelo, y Él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado (Hechos 3:19-20).

 

Los tiempos de ignorancia, como son llamados, Dios los pasó por alto, pero Él les ordena a todos que se arrepientan, porque ha establecido un día de juicio para ellos (Hechos 17:30). Así se extiende el arrepentimiento a los Gentiles (también vea Hechos 15:3).

 

Del arrepentimiento y volviéndose a Dios, el pecador arrepentido debe realizar hechos dignos del arrepentimiento (Hechos 26:20).

 

La Iglesia en Efeso fue apelada a arrepentirse y recordar de dónde había caído, y a hacer los hechos de nuevo, que ellos hicieron al principio (Apo. 2:5). Igualmente la Iglesia en Pérgamo fue apelada a arrepentirse (Apo. 2:16). Como también la Iglesia en Tiatira (Apo. 2:21-22) que tenía apostatas arrojadas en cama con los maestros religiosos falsos. La Iglesia en Sardis también fue apelada a arrepentirse, o Cristo vendría a ellos como un ladrón por la noche y ellos no sabrían la hora en cual él regresaba (Apo. 3:3). Aquellos que Cristo ama él reprueba y castiga. Él exige que ellos (en este caso los de Laodicea), sean ardientes y que se arrepientan (Apo. 3:19). El arrepentimiento es así continuo para todas las Iglesias de Dios, siendo la responsabilidad de todos (Santiago 5:19-20).

 

2.5 El Bautismo

 

Toda la autoridad se confirió en Cristo siguiendo de su resurrección (Mateo 28:18). Él ordenó que sus discípulos hicieran discípulos de todas las naciones bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo (Mateo 28:19). Enseñándoles a hacer todo lo que Cristo ordenó. Así él siempre estaría con ellos hasta lo último de los tiempos (Mateo 28:20).

 

El arrepentimiento debe ser acompañado por el bautismo para el confiriendo del don del Espíritu Santo (Hechos 2:38). Usted no puede recibir el Espíritu Santo a menos que usted se arrepienta y sea bautizado, así, naciendo de nuevo. A menos que usted nazca de nuevo usted no puede entrar en el Reino de Dios (Juan 3:3,5). El arrepentimiento es condicional para el bautismo y el recibimiento del Espíritu Santo. Así que el bautismo infantil es lógicamente imposibilitado como contrario a la Biblia. La condición previa del arrepentimiento fue enfatizada por la misión de Juan el Bautista quien fue el precursor al bautismo del Espíritu Santo en Cristo (Marcos 1:4,8). Juan declaró que Cristo bautizaría con el Espíritu Santo y con fuego, acerca de los impenitentes (descritos como paja) (Lucas 3:16-17). El Espíritu Santo es conferido a la dirección de Dios. A petición, significando por la imposición de las manos, el Espíritu Santo entra en el individuo. El Espíritu es así conferido para cada aspecto de la obra. El Espíritu Santo opera desde antes del bautismo, trabajando con cada individuo. El Espíritu atrae al elegido a Dios a través de Cristo (Hebreos 7:25). Se dan las primicias del Espíritu al individuo en el bautismo, de romanos 8:23, que claramente nos dice que la adopción no ocurre hasta la redención del cuerpo. Así nosotros somos nacidos de nuevo pero continuamos creciendo diariamente en el espíritu en Cristo Jesús hasta que nosotros entremos en la gloria de Dios.

 

Este confiriendo del Espíritu Santo en el bautismo es el agua de las fuentes de salvación prometida por Dios a través de Sus profetas (Isaías 12:3). Esta agua del Espíritu Santo fue la promesa de Dios a Jacob inscrita en Isaías 44:3. El Señor Dios es la fuente del agua viviente (Jeremías 2:13, 17:13; también Zacarías 14:8). Éste es el río del agua de vida (Apo. 22:1). Hablando del Espíritu (Juan 7:39), Cristo dijo que de él fluirían aguas vivas (Juan 4:10-14, 7:38; Isaías 21:3, 55:1, 58:11; Ezequiel 47:1). Israel es limpiado espiritualmente a través del agua, según Ezequiel 36:25, el cual es el agua de vida o el Espíritu Santo. Los elegidos toman de esta agua gratuitamente (Apo. 22:17).

 

Capítulo 3

 

Doctrinas Acerca de la Responsabilidad Humana

 

3.1 La Oración y el Culto

 

3.1.1 Dios como el Objeto de la Oración y del Culto

 

3.1.1.1 El Objeto del Culto

 

La posición primaria y la señal principal del elegido son y siempre han sido el monoteísmo absoluto y una creencia en la relación subordinada de Jesucristo. Nosotros no rendimos culto a ningún otro Elohim aparte de Dios (Éxodo 34:14; Deut. 11:16) o nosotros seremos destruidos (Deut. 30:17-18). Dios dio Su primer mandamiento así

 

Éxodo 20:2-3 2Yo soy Jehová, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre 3 No tendrás dioses (elohim) ajenos delante de mí. (RV)

 

El concepto aquí es, "al lado de", como "en lugar de", o sin la autoridad del Dios que nosotros entendemos como Dios el Padre.

 

Debemos amar al Señor nuestro Dios y servirlo con todo nuestro corazón y con toda nuestra alma, o sea todo nuestro ser, y a cambio nosotros tendremos lluvia en la estación debida, que dará cosechas y pasto para nuestras manadas. En otras palabras, nosotros nos alimentaremos con abundancia (Deut. 11:13-15). Pero nosotros tenemos un Nuevo Pacto donde el Señor establece Sus leyes en nuestras mentes y las escribe en nuestros corazones. Él es nuestro Dios y nosotros somos Sus siervos, rindiéndosele culto a Él, observando Sus leyes en nuestra naturaleza (Hebreos 8:10-13).

 

Debemos adorar ante el Señor nuestro Dios (Deut. 26:10; 1Samuel 1:3, 15:25). Este Dios es el Único y Verdadero Dios, quien es Dios el Padre. El requisito para la vida eterna es que nosotros lo conozcamos a Él y a Su hijo Jesucristo (Juan 17:3). Nosotros damos al Señor la gloria debida a Su nombre; nosotros rendimos culto al Señor en revestimiento santo (Salmo 29:2, 96:9). Toda la tierra le rinde culto y canta alabanzas a Su nombre (Salmo 66:4). Ésta es una profecía y ocurrirá. Todas las naciones que Él ha hecho vendrán y se doblaran temblando (Salmo 96:9) ante Él, glorificando Su nombre, porque Él solo es Dios (Salmo 86:9-10), el Señor nuestro creador. Él es nuestro Dios y nosotros somos las ovejas de Su mano (Salmo 95:6-7). Él es Santo (Salmo 99:5,9). La comprensión de a quién nosotros rendimos culto es también demostrada por dos señales, que juntos con la comprensión de la naturaleza de Dios forman la base del sellando del elegido. Las dos señales son:

 

El Sábado (de Éxodo 20:8,10-11; Deut. 5:12). El Sábado es la señal entre nosotros y Dios quien nos hace santos (Éxodo 31:12-14); y

 

La Pascua. La Pascua es una señal o sello donde, según Éxodo 13:9,16, la Pascua, incluso la Fiesta de los Panes sin Levadura, es la señal de la ley del Señor (Deut. 6:8) y de Su redención de Israel (Deut. 6:10) que, desde el Nuevo Testamento, se extiende a todos aquellos en Cristo (Romanos 9:6, 11:25-26).

 

Estas señales de la ley, el Sábado y la Pascua, son específicamente esenciales para guardar contra la idolatría (Deut. 11:16). Estas dos señales son el sello en la mano y la frente del elegido del Señor y, con el Espíritu Santo, formará la base del sellar de los 144,000 de los últimos días en Apocalipsis 7:3. Estas señales nos guían al resto de los Días Santos.

 

Cristo dijo: Al Señor tu Dios adorarás y solo a Él servirás (Mateo 4:10; Lucas 4:8). Así es que el servicio es adoración en términos bíblicos.

 

El culto a Dios a través de los mandatos de hombres es adoración en vano (Mateo 15:8-9). Porque el Padre desea que los hombres le rindan culto en Espíritu y en verdad (Juan 4:21-24). Porque nosotros somos la verdadera circuncisión quien adora a Dios en Espíritu y gloría en Cristo Jesús (Filipenses 3:3). Todo el Concilio de los Ancianos, incluso Cristo, le rinden culto a Dios quien creó todas las cosas y por su voluntad ellos fueron creados y existieron (Apo. 4:10). Por orden de Cristo, ambos en la ley (Éxodo 20:3) y por revelación, nosotros adoramos a Dios (Apo. 22:9).

 

3.1.1.2 El Objeto de la Oración

 

La humanidad le ora al Señor Dios (Salmo 39:12, 54:2) quien oye. Cualquier cosa que usted pida en oración usted la recibirá si tiene fe (Mateo 21:22). Cristo fue el ejemplo a la humanidad de oración a su Dios y nuestro Dios que es el Padre (Lucas 6:12). El ejemplo de cómo orar se encuentra en la Oración del Señor que es un cianotipo de la estructura de oración dada por Cristo (Lucas 11:2-4).

 

El objetivo primario del elegido y el ministerio es la oración y el ministerio o servicio de la palabra (Hechos 6:4). Al Concilio de los Ancianos se les da la responsabilidad de la supervisión de las oraciones de los santos (Apo. 5:8)

 

3.1.1.3 La Oración Individual y Colectiva en nombre de Otros

 

La oración colectiva de un acuerdo es un ejemplo de los apóstoles (Hechos 1:14). La iglesia entera sigue este ejemplo (Hechos 12:5).

 

La oración no es sólo para la Iglesia; es para aquellos que tienen un celo pero no son iluminados y no se someten a la justicia de Dios. Porque Cristo es el fin (u objetivo) de la ley, de manera que todos que tienen fe puedan ser justificados (Romanos 10:1-4).

 

La oración da ayuda. Se dan apropiadamente gracias por medio de muchas oraciones para las bendiciones concedidas en respuesta a muchas oraciones (2Corintios 1:11). La oración debe ser en espíritu (Efesios 6:18). Debe ser oración perseverante (Colosenses 4:2-4) y la oración ayuda a mantenerse firme en la verdad y la justicia (Efesios 6:14).

 

La oración de una persona virtuosa es de gran poder en su efecto. La oración de fe sanará al enfermo y asegurara el perdón del pecado. Por consiguiente, confesamos nuestros pecados uno a otro y oramos para uno otro a fin de que podemos ser sanados (Santiago 5:15-16).

 

3.2 La Relación Entre la Salvación y la Ley

 

3.2.1 Dios es Nuestra Roca

 

Dios es nuestra roca, nuestra fuerza y nuestra salvación en quien nosotros tomamos refugio (Salmo 18:1-2). Nosotros confiamos en Él y no tenemos miedo (Isaías 12:2). El conocimiento de la salvación es una función de Cristo y los profetas (Lucas 1:77). Este conocimiento se extiende a la Iglesia donde los santos son los intendentes de los misterios de Dios (1Corintios 4:1). La salvación es de los judíos (Juan 4:22), pero fue extendida en Cristo a aquellos que rinden culto a Dios en espíritu y en verdad (Juan 4:23-24). No hay salvación en ningún otro nombre bajo el cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos (Hechos 4:12). Así la salvación fue dada por el evangelio, siendo el poder de Dios por la salvación a todos que tienen fe, primero viniendo a los Judíos y después a los Gentiles. En el evangelio, se revela la justicia de Dios por la fe y para la fe, porque quien es virtuoso a través de la fe vivirá (Romanos 1:14-17). Dios no destinó a la humanidad a la furia sino para obtener salvación a través de Jesucristo (1Tes. 5:9).

 

La comprensión de Dios resulta en una tristeza piadosa que produce el arrepentimiento que lleva a la salvación (2Corintios 7:10). Así el evangelio es la palabra de la verdad y es, entonces, el evangelio de salvación, produciendo el sellando del arrepentido con el Espíritu Santo (Efesios 1:13). La salvación se obtiene de las Sagradas Escrituras o Escritura. Siendo inspiradas por Dios, las Escrituras pueden instruir al arrepentido para la salvación a través de la fe en Jesucristo (2Timoteo 3:15-16). Aunque él fue un Hijo, él aprendió la obediencia a través de lo que sufrió. Siendo perfeccionado, él se convirtió en la fuente de salvación eterna para quienes obedézcale (Hebreos 5:8-9).

 

Así, él fue ofrecido una vez para llevar los pecados y aparecerá una segunda vez, no para tratar con el pecado, sino para salvar aquellos que ávidamente lo esperan (Hebreos 9:28). La salvación es entonces común a todos y fue entregada una vez por todas a los santos (Judas 3). Así que no hay ninguna revelación después de esa dada a Jesucristo por Dios y entregada a Juan. Todo lo que se requiere para la salvación de la humanidad está contenido en la Biblia. La salvación y el poder y la gloria pertenecen a Dios y Él se lo ha revelado a Sus siervos a través de Cristo y no debe ser alterado (Apo. 22:18-19).

 

El sellado final de los santos es así a través del Espíritu Santo basándose en la ley de Dios como está revelada en la Biblia del Antiguo Testamento comenzando con la revelación de la ley.

 

Cristo dio la ley en el Sinaí como el Ángel del Pacto o de la Presencia, el Ángel de Yahweh. Él dijo que

 

Mateo 5:18-19 18 ... antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido. 19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos. (RV)

 

Entonces Cristo de ninguna manera disminuyó la ley. Él guardó la ley y les ordenó a las personas que hicieran igualmente. La ley y los profetas fueron hasta Juan. Desde Juan, el anuncio del Reino de Dios es predicado, y todos entran en él violentamente (o son presionados en él) (Lucas 16:16).

 

Lucas 16:16-17 La Ley y los Profetas llegan hasta Juan. Desde entonces es anunciado el reino de Dios y todos se esfuerzan por entrar en él. 17 Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la Ley. (RV)

 

La ley fue dada a través de Moisés, sin embargo no fue guardada (Juan 7:19). Aquellos que pecan sin la ley, perecerán sin la ley. Aquellos que pecan bajo la ley perecerán bajo la ley (Romanos 2:12) porque el pecado es estar sin ley o transgresión de la ley (1Juan 3:4). La circuncisión es del corazón y el guardar de los principios de la ley es la medida de la circuncisión. Él que guarda la ley es circuncido de corazón, mientras él que es circuncido y no guarda la ley es como si él fuera un infiel. Esos que son judíos son aquellos que guardan la ley en sus corazones siendo judíos interiormente. Sin embargo, aquellos que dicen que ellos son judíos, y no lo son, entran en condenación (Apo. 3:9) y se obligarán a postrarse antes de los santos (Esta postración también se traduce como adoración y se aplica a Cristo y a los elegidos).

 

La ley es santa y los mandamientos son santos y justos y buenos (Romanos 7:12). La ley, entonces, no causa la muerte sino más bien el pecado, que es la transgresión de la ley, trabajando dentro del individuo (Rom. 7:13).

 

La ley es espiritual pero la humanidad es carnal, vendida al pecado (Rom. 7:14). La persona que de verdad es convertida se deleita en la ley de Dios en su interior (Salmo 119:1 y sig.; Rom. 7:22). Porque la ley lleva a los hombres a Cristo quien es el fin de la ley (Rom. 10:4). Siendo llevado por el Espíritu libera al individuo de estar bajo la ley (Gálatas 5:18). No porque anula la ley sino porque permite de guardar la ley desde un deseo interno y acción correcta, siendo parte de nuestra naturaleza (Hebreos 8:10-13). La ley de Dios es seguida a través de la fe y no a través de obras (Rom. 9:32). La obediencia a los mandamientos es un requisito previo necesario para la retención del Espíritu Santo que mora en aquellos que guardan los mandamientos de Dios (1Juan 3:24; Hechos 5:32). Así que es imposible ser un cristiano y amar a Dios y a Cristo sin guardar la ley. Esto, por necesidad, involucra guardar el sábado como el cuarto mandamiento.

 

3.2.2 Salvación a través de la Gracia

 

La gracia de Dios ha aparecido para la salvación de todos los hombres, entrenándonos a renunciar a todas las pasiones irreligiosas y mundanas, y a vivir vidas sobrias, derechas, y piadosas en este mundo, esperando nuestra esperanza bendita y la aparición de la gloria del gran Dios y salvador de nosotros; Jesucristo (Tito 2:11 vea RSV Interlinear Greek-English New Testament de Marshall). Cristo es entonces la aparición de la gloria del Gran Dios quien es nuestro Salvador (Tito 2:10). La gracia es entonces un producto de la actividad de Jesucristo.

 

La Iglesia es guardada por el poder de Dios a través de la fe por una salvación lista para ser revelada en el último tiempo (1Pedro 1:5). El resultado de la fe es la salvación del alma. Los profetas profetizaron sobre la salvación pero no sabían el tiempo ni la persona del Mesías cuando ellos predijeron su sufrimiento y gloria subsecuente (1Pedro 1:9-10).

 

El pecado entró en el mundo a través de Adán y reinó de Adán a Moisés. La muerte fue el resultado del pecado (Rom. 5:12). El pecado existió antes de que la ley fuese dada a Moisés (Rom. 5:13). Así es que las consecuencias de la ley ya eran conocidas desde Adán, ya que el pecado no es contado donde no hay ninguna ley. La gracia entonces abundó por la redención del hombre del pecado y la ley. Donde el pecado aumentó, bajo la ley, la gracia abundó (Rom. 5:15-21). Por la obediencia de un hombre, muchos serán hechos virtuosos por la gracia que reina a través de la rectitud hacia la vida eterna en el ungido Jesús (Rom. 5:20-21).

 

No hay ninguna condenación así para aquellos que están en Cristo (Rom. 8:1). La ley está cumplida entonces en nosotros quienes caminamos según el Espíritu (Rom. 8:4).

 

El Espíritu dirige a la mente según su propósito (Rom. 8:5). La mente que esta fija en la carne es hostil a Dios. No se somete a la ley de Dios y, de hecho, no puede someterse a la ley (Rom. 8:7). Así es que, la mente carnal o que no está convertida es identificada por su resistencia a guardar las leyes de Dios.

 

El Espíritu de Él quien levantó a Cristo de la muerte vive en el Cristiano, dando vida a través del Espíritu morando en el individuo (Rom. 8:11). Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios (Rom. 8:14) y esto es por la gracia de Dios. La ley fue dada a través de Moisés, la gracia y la verdad vinieron a través Jesucristo (Juan 1:17). Nosotros clamamos Abba o Padre, desarrollando el mismo estatus de Hijo (Rom. 8:15) como se dio a nuestro hermano Jesucristo.

 

La ley no proporciona justificación. Una persona está justificada a través de la fe en Jesucristo (Gálatas 2:16). La vida que ellos viven es por la fe en el Hijo de Dios (Gál. 2:20). A través de la ley, morimos a la ley para que podríamos vivir para Dios (Gál. 2:19). Pero no anulamos la gracia de Dios guardando la ley, porque no somos justificados por la ley (Gál. 2:21). Guardamos la ley porque el Espíritu nos dirige y la ley procede de la propia naturaleza de Dios de la cual nosotros nos hemos puesto y de la cual nosotros somos partícipes (2Pedro 1:4), como lo es Cristo.

 

No somos salvados por la ley pero si por la gracia de Jesucristo (Hechos 15:11). El pecado no tiene dominio sobre los elegidos porque ellos no están bajo la ley sino bajo la gracia y son esclavos de Dios (Rom. 6:14-15). No pecamos transgrediendo la ley porque somos los esclavos de Dios y la justicia y no del pecado, poniéndonos obedientes de corazón a la norma de enseñanza a la que nosotros fuimos comprometidos (Rom. 6:17-18). Mientras que, antes estábamos muertos por nuestras transgresiones, ahora tenemos vida junto con Cristo a través de la gracia (Efesios 2:5). Hemos sido levantados y hemos estado sentados con Cristo en los sitios divinos a fin de que Dios nos pueda mostrar en las edades entrantes la magnitud y riqueza de Su gracia y su bondad para nosotros a través de Cristo Jesús (Efesios 2:6-7). Porque por la gracia fuimos salvados a través de la fe. Éste no es el hecho del individuo; es el don de Dios y no debido a obras para que ninguno pueda alardearse (Efesios 2:9). Así, nosotros guardamos la ley a través del Espíritu de Dios por gracia.

 

3.2.3 La Obligación bajo la Ley

 

Hay una obligación continua a guardar la ley que no fallece, ni se altera como nosotros hemos visto (Mateo 5:18; Lucas 16:17). No fue guardada correctamente por los judíos en el tiempo de Cristo (Juan 7:19), siendo alterada por la tradición (Mateo 15:2-3,6; Marcos 7:3, 5,8-9,13) en una carga o yugo por los maestros judíos de ese tiempo, haciendo una prueba dura de Dios (Hechos 15:10).

 

Hay, de arriba, una obligación continua a guardar los mandamientos de Dios. Es existente y no transcurrirá hasta el fin de los tiempos que involucran la existencia humana.

 

3.2.3.1 ¿Por qué los Cristianos Guardan La Ley?

 

Los cristianos son salvados a través de la gracia y no por la ley. ¿Por qué es entonces axiomático que ellos reconocen y guardan la ley? Porque:

 

La Ley de Dios emana de la bondad permanente de Su naturaleza.

 

La ley de Dios procede de la naturaleza de Dios y así está puesta para siempre porque Dios es invariable, siendo esencialmente Bueno como el centro de la última bondad. En Marcos 10:18 Cristo dijo: ¿Por qué me llama bueno? Dios solo es bueno o ¿Por qué me pregunta por lo que es bueno? Uno hay quién es bueno. Si quieres entrar en la vida guarda los mandamientos (Mateo19:17). La bondad de Dios lleva a cada uno de nosotros hacia el arrepentimiento (Rom. 2:4). La naturaleza de Dios es una de bondad invariable. Los ángeles comparten de Su naturaleza. Así, ellos permanecen constantes en la naturaleza divina y bondad.

 

En esta manera, Cristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos (aioonas) (Hebreos 13:8). Los elegidos, compartiendo la naturaleza divina (2Pedro 1:4), se vuelven parte de un sacerdocio divino, él de Melquisedec que es intransmisible (aparabaton) o invariable hacia los siglos (aioona) (Hebreos 7:24). Cristo puede salvar por entero a aquellos que se acercan a Dios a través de él (vea Hebreos 7:25 Greek-English Interlinear de Marshall). Pero él no es el objeto del culto, ni el Dios que ordena por Su voluntad.

 

La ley de Dios debe ser seguida a través de la fe y no a través de obras (Rom. 9:32). Nosotros tenemos un Nuevo Pacto donde el Señor establece Sus leyes en nuestras mentes y las escribe en nuestros corazones. Él es nuestro Dios y nosotros somos Sus sirvientes, rindiéndosele culto, guardando Sus leyes en nuestra naturaleza (Hebreos 8:10-13). Así es que, las señales exteriores no son nada. Es el guardar de los mandamientos de Dios dentro de nosotros lo que nos circuncida (1Corintios 7:19) como Cristianos y miembros del Israel espiritual. Son aquellos que enfurecen al dragón guardando los mandamientos de Dios. El guardar de los mandamientos de Dios los identifica en las persecuciones (Apo. 12:17). Estos son los santos que guardan los mandamientos de Dios y permanecen (Apo. 14:12).

 

3.2.3.2 Los cristianos como el Templo de Dios

 

Los santos son el Templo o urna, el naos, de Dios y el Espíritu de Dios mora en ellos. Si alguien destruye el Templo de Dios, Dios lo destruirá. Porque el Templo de Dios es santo y ese Templo nosotros somos (1Corintios 3:16-17). Por esta razón, los cristianos tienen obligaciones en mantener sus propios cuerpos en un estado saludable como receptáculos para el Espíritu de Dios. Porque Dios ha dicho que Él vivirá en nosotros, y se moverá entre nosotros, y Él será nuestro Dios. Nosotros nos debemos guardar santos y separados. Dios será nuestro Padre y nosotros seremos Sus hijos (2Corintios 6:16-18 citan varios textos del AT; Lev. 26:12; Ezequiel 37:27; Isaías 52:11; 2Samuel 7:14).

 

Por esta razón, el cristiano no debe malcasarse con incrédulos (2Corintios 6:14). Ellos deben limpiarse de cada deshonra del cuerpo y del espíritu, haciendo santidad perfecta en el temor de Dios (2Cor. 7:1). Ellos son así escogidos desde el principio y salvados a través de la santificación por el Espíritu y la creencia en la verdad (2Tes. 2:14). La verdad es así obligatoria a la salud mental y una marca del elegido. Puede verse de este desarrollo que las leyes generales de la Biblia tienen un significado y propósito específico. La medida del Templo de Dios se toma en acuerdo con estas leyes (Apo. 11:1).

 

3.2.4 Los Diez Mandamientos

 

La Iglesia se compromete a guardar los Diez Mandamientos, como se encuentran en Éxodo 20:1-17 y Deuteronomio 5:6-21.

 

El primer mandamiento es:

 

Yo soy el Señor su Dios que lo sacó de la tierra de Egipto, fuera de la casa de esclavitud. Usted no tendrá ningún otro dios ante mí.

 

Dios el Padre es el único verdadero Dios (Juan 17:3) y no hay ningún elohim quien esta antes de, o iguala a, Él. Es inaceptable adorar u orar a cualquier otra entidad, incluso Jesucristo.

 

El segundo mandamiento es

 

Usted no se hará una imagen grabado, o cualquier semejanza de cualquier cosa sobre la que está en cielo, o que está en la tierra abajo, o que está en el agua bajo la tierra; Usted no se doblara bajo ellos o los servirá; porque yo el Señor su Dios soy un Dios celoso, visitando la iniquidad de los padres en los niños a la tercio y cuarta generación de aquellos que me odian, pero mostrando amor firme a aquellos que me aman y guardan mis mandos.

 

Es así inaceptable hacer figuras o semejanzas de cualquiera descripción para el uso en el culto religioso o simbolismo. El crucifijo es entonces prohibido a la Iglesia como un símbolo.

 

Los propios mandamientos forman parte de la identificación del sistema religioso y son entonces atrincherados.

 

El tercer mandamiento es

 

Usted no tomara el nombre del Señor su Dios en vano; porque el Señor no lo dará por inocente al quién toma su nombre en vano.

 

El nombre del Señor Dios confiere autoridad y, entonces, esta ley no sólo se trata de profanidad simple sino se extiende al mal uso de la autoridad de la Iglesia y a todos aquellos que pretenden actuar por la dirección de Dios a través de Jesucristo.

 

El cuarto mandamiento es

 

Recuerden el día Sábado, guárdenlo santo. Seis días usted debe laborar, y hacer todo su trabajo; pero el séptimo día es un Sábado al Señor su Dios; en él usted no hará ningún trabajo, usted, ni su hijo, ni su hija, ni su criado, ni su criada, ni su ganado, ni el extranjero que está dentro de sus verjas; porque en seis días el Señor hizo el cielo y tierra, el mar, y todos que están en ellos, y descansó el séptimo día; por consiguiente el Señor bendijo el día Sábado y lo santificó.

 

El sábado del séptimo día es así obligatorio a la fe. Ningún cristiano puede servir a Dios y fallar de honrar al sábado, conocido en el calendario actual como sábado. El establecimiento de otro día de culto aparte del séptimo día no sólo contraviene este mandamiento sino se vuelve un símbolo de idolatría siendo ajeno a la voluntad expresa de Dios. Es un acto de rebelión y, por lo tanto, equivalente a la brujería (1Samuel 15:23). Unido con el segundo mandamiento que involucra el cuarto se vuelve idolatría. El establecimiento de un calendario que ajusta la semana en una base rotatoria tiene el mismo efecto.

 

Estos primeros cuatro mandamientos determinan la relación del hombre con Dios y se identifican bajo el primer y gran mandamiento de la ley, a saber: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente (y con toda su fuerza Marcos 12:30). Éste es el gran y primer mandamiento (Mateo 22:37-38).

 

La identificación absoluta con Dios proviene de la adhesión fiel a estos mandamientos y la evitación de cualquier acción que los perjudicaría.

 

El segundo gran mandamiento es

 

Usted amará a su prójimo como a sí mismo. No hay ningún otro mandamiento mayor que éstos (Mateo 22:39; Marcos 12:31).

 

El segundo gran mandamiento es envuelto en las relaciones avanzadas bajo los últimos seis mandamientos de los diez y estos se relacionan con la humanidad.

 

El quinto mandamiento es

 

Honrar a su padre y su madre, que sus días puedan ser largos en la tierra quien el Señor su Dios le da.

 

La relación familiar es la base fundamental de cualquier pueblo y refleja las actitudes desplegadas en la estructura religiosa más amplia.

 

El sexto mandamiento es

 

Usted no matará.

 

Los cristianos son juzgados por la ley más alta de no estar enfadado con su hermano. El tener enojo es hacer violencia contra su prójimo. Quienquiera que esté enfadado con su hermano será responsable en juicio; Quienquiera que insulte a su hermano será responsable al concilio, y quienquiera que diga, ' Necio! 'será culpado de Gehenna (o la tumba o infierno) (Mateo 5:22).

 

El séptimo mandamiento es

 

Usted no cometerá adulterio.

 

Los Cristianos son juzgados por la ley superiora de codiciar a otra persona que no sea su esposo(a) (Mateo 5:28).

 

El octavo mandamiento es

 

Usted no robará.

 

El robar es hacer violencia a su prójimo y quebranta su relación con Dios.

 

El noveno mandamiento es

 

Usted no llevará testigo falso contra su prójimo.

 

La rectitud y justicia son esencialmente los mismos conceptos siendo la misma palabra en hebreo. Así es que, un cristiano no puede ser virtuoso sin ser justo. La perversión de la justicia por testimonio falso interfiere con la salvación del cristiano.

 

El décimo mandamiento es

 

Usted no codiciará la casa de su vecino; usted no codiciará a la esposa de su vecino, o su criado, o su criada, o su buey, o su asno, o cualquier cosa que sea de su vecino.

 

La codicia es un proceso que coloca bienes materiales o una relación sexual por encima de la relación de uno con Dios. Es en este sentido idolatría. Hace el enfoque de deseo a otro objeto y está en contravención de los otros mandamientos. En este sentido, los mandamientos son circulares en que la codicia se vuelve un precursor a la infracción de los otros, y, por lo tanto, la violación de un aspecto de la ley la viola enteramente. No hay ninguna relatividad de pecado así. El pecado es la transgresión de la ley. Cristo dio una explicación de la verdadera comprensión de la ley en Mateo 5:21-48; tratando con Éxodo 20:13; Deuteronomio 5:17, 16:18 y también Lucas 12:57-59.

 

Los mandamientos deben ser enseñados por todos los padres a sus hijos en una base continuada. Los mandamientos deben ser una señal en la mano y la frente (por pensamiento y acción) y puestos en los postes de la puerta de la casa (Deut. 7:7-9).

 

3.2.5 Otras Leyes que Gobiernan la Conducta Humana

 

3.2.5.1 Las Leyes de la Alimentación

 

Las leyes de la alimentación se encuentran en Levítico 11:1-47 y Deuteronomio 14:4-21. Están basadas en la regulación del cuerpo humano en un estado apropiado de salud y sobre principios físicos sólidos. El mandamiento es de ser santo y de mantener el cuerpo como un receptáculo adecuado para el Espíritu Santo. Hay una base científica legítima para las leyes de la alimentación. El consumo de sangre es prohibido en Deuteronomio 12:16 y junto con la grasa es prohibido por Levítico 3:17. Nada que muere de sí mismo o está roto debe ser comido (Ezequiel 44:31). Las prohibiciones en lo comer de los primeros frutos en las leyes gobernando las frutas son encontradas en Levítico 19:23-26. Estas leyes tienen implicaciones espirituales.

 

3.2.5.2 El sábado

 

El Sábado del séptimo día debe ser guardado (de Éxodo 20:8-11; Deut. 5:12-15) como un mandamiento expreso del Señor y uno de los diez mandamientos. Estos son para siempre estatutos intactos para todas las personas. El sábado es santo. Cualquiera que profane el Sábado sufre la muerte y es removido de su gente (Éxodo 31:14-15). Es un pacto perpetuo entre las personas de Israel y es para siempre una señal entre ellas y Dios, reconociéndolo como el creador (Éxodo 31:15-16). Todos los cristianos son Israelitas espirituales y todos los Gentiles finalmente entraran a la nación de Israel. Por consiguiente, el sábado es una señal entre Dios y Su pueblo por todo el tiempo. El castigo de profanar el Sábado es la muerte conllevada en perder como consecuencia de castigo al Espíritu Santo y ser consignado a la segunda resurrección (vea Apo. 20:5). El sábado es una delicia y debe ser honrado como el Día Santo del Señor. No es un día de placer ocioso sino de sagrada asamblea (Isaías 58:13-14). Ningún trabajo o cargas deben ser llevadas en él (Jeremías 17:21-22).

 

Nuestro Señor guardó el Sábado durante su vida (Marcos 6:2). Los apóstoles guardaron el Sábado (y los Días Santos) y nosotros debemos guardar los Sábados. El Señor introducirá de nuevo el Sábado, las Lunas Nuevas y los Días Santos de nuevo por fuerza de ley en la restauración milenaria de los últimos días bajo el gobierno del Mesías, castigando las naciones que no lo cumplan (Isaías 66:22-23; Zacarías 14:16-19).

 

3.2.5.3 Las Lunas Nuevas

 

Las Lunas Nuevas se exigen ser guardadas bajo la ley (Números 10:10, 28:11-15; 1Crónicas 23:31; 2Crónicas 2:4, 8:13, 31:3). El comercio se suspende en este momento en cuanto al Sábado (Amos 8:5). Israel guardó las Lunas Nuevas (Isaías 1:13-14; Esdras 3:5; Nehemías 10:33; Salmo 81:3; Oseas 2:11) como lo hizo la Iglesia durante los siglos. La Iglesia guardó las Lunas Nuevas con los Sábados y Días Santos (Colosenses 2:16). Las Lunas Nuevas se guardarán en la restauración bajo el Mesías como un Sábado (Isaías 66:23; Ezequiel 45:17, 46:1, 3,6).

 

3.2.5.4 Los Días Santos Anuales

 

Los Días Santos anuales se encuentran en Levítico 23:1-44 y Deuteronomio 16:1-16. Estos Días Santos anuales reflejan el plan de salvación del Señor. Los Días Santos consisten de:

 

La Pascua y la Fiesta de los Panes sin Levadura

 

Pentecostés

 

La Fiesta de las Trompetas

 

El Día de Expiación

 

La Fiesta de los Tabernáculos o Cabañas

 

El Último Gran Día.

 

Ellos son obligatorios y llevan requisitos específicos como señales entre Dios y Su pueblo. El Día Santo es tratado como un sábado.

 

3.2.5.5 El Matrimonio

 

El matrimonio es una institución santa. Representa la unión de Cristo y la Iglesia bajo Dios (Apoc. 19:7,9). Esta parábola se explica en Mateo 22:2-14. Es una institución progresiva con Cristo (Mateo 25:10) basada en el estar listo espiritualmente. Después de la conciliación final no habrá matrimonio. El matrimonio fue hecho para el hombre y no es una institución de los ángeles (Mateo 22:30). Así, cuando los humanos resuciten de los muertos, ellos ni se casaran ni serán dados en matrimonio (Marcos 12:25). Esto es cuando ellos se encuentren dignos de alcanzar a la siguiente edad a través de la resurrección. Ellos serán entonces iguales a los ángeles e Hijos de Dios (Lucas 20:34-36).

 

Así, el matrimonio es una institución diseñada para los humanos y dejará de existir después que la fase humana de la creación será terminada. De la creación de Adán, la institución se estableció para que un hombre deje a su padre y su madre, se una a su esposa, y se vuelvan una sola carne (Génesis 2:24).

 

Una esposa es una esposa por pacto y el Señor desea descendencia virtuosa de esto. El Señor aborrece el divorcio, el cual es violencia (Malaquías 2:16). El divorcio fue permitido por Moisés pero los Cristianos no dejaran a su esposo(a) a menos de adulterio (Mateo 5:31-32). Lo que Dios ha unido no debe ser separado por el hombre (Mateo 19:3-12). Mientras que un esposo(a) incrédulo(a) consienta en vivir con un(a) esposo(a) que si cree el matrimonio debe permanecer (1Corintios 7:10-16).

 

3.2.6 Mayordomía financiera

 

3.2.6.1 Hacia Dios

 

Se encuentran las responsabilidades financieras hacia Dios en Deuteronomio 12:5-19. Es la responsabilidad de cada cristiano apoyar las actividades de la Iglesia. El principio se deriva del diezmo como fue ofrecido a Dios a través del sacerdocio y los Levitas desde la ocupación de Israel (Deut. 12:9-14) y precede al Templo. El impuesto del templo fue tomado en la Expiación. Una contribución fue levantada como está escrito en Nehemías 10:32. El trabajo está en curso hasta el final del establecimiento del reinado milenario del Mesías (Malaquías 3:1-6). A Malaquías 3:7, Dios ordena el retorno de la nación hacia Él y Él se volverá a ellos. El regreso es efectuado con el trabajo de Dios y el financiamiento de ese trabajo por los diezmos (Mal. 3:7). El fallar de pagar los diezmos es considerado equivalente a robar a Dios (Mal. 3:8-10).

 

El pago de los diezmos, donde es colectivamente obedecido, asegura que la obra de Dios pueda seguir, y los frutos de la tierra son asegurados a cambio por Dios (Mal. 3:10-12).

 

La responsabilidad de la Iglesia a Dios es existente desde los apóstoles aún cuando no siempre se ejerció, o es renunciada por el ministerio (2Corintios 12:13-18). Porque Cristo despacho a los ancianos, de dos en dos, y ellos serían sustentados en el trabajo por la congregación con la cual trabajaron (Lucas 10:1-12). Aquellos que son empleados en los servicios del templo y proclaman el evangelio deben ser apoyados por el evangelio (1Cor. 9:13-14). Es la responsabilidad de la Iglesia de mantener aquellos quienes laboran y enseñan el evangelio en una base de tiempo completo (1Timoteo 5:17-18; Deut 24:14-15).

 

Los diezmos son aceptables a Dios excepto donde expresamente se declara que son ganancia impropia o donde se sacrificó a los ídolos (1Cor. 10:27). Se pagan los diezmos a la Iglesia a fin de que pueda ayudar esos de sus miembros que están en necesidad (1Tim. 5:9-10,16). Los diezmos deben ser coleccionados en una base de conferencia local y el diezmo del diezmo debe ser pagado a la conferencia de la oficina principal como se llevó a cabo en Números 18:26 y Nehemías 10:37-39. La ley sobre las frutas tempranas requiere un pago rápido (Éxodo 22:29). La primera de las primicias debe ser traída inmediatamente ante Dios al principio de las fiestas, y particularmente en la primera tarde de la Recolecta o Tabernáculos (Éxodo 23:19). El primogénito también es santo para el Señor (Núm. 18:15-18).

 

3.2.6.2 Hacia Otros

 

Él que no mantiene a sus parientes y sobre todo a su propia familia niega la fe y es peor que un infiel (1Tim. 5:8).

 

Ningún Cristiano debe oprimir o detener los sueldos de ninguna persona (Deut. 24:15). Ellos deben pagar todas las monedas debidas y, en el año Sabático, deben perdonar deudas debidas por otros de la fe (Deut. 15:1-3; Neh. 10:31).

 

Diezmando para las fiestas es regulado por varios textos. El segundo diezmo no debe ser consumido dentro del domicilio sino en el lugar que el Señor escogerá (Deut. 12:17-19).

 

En el tercer año del ciclo Sabático, los diezmos deben ser pagados para el bienestar de los pobres (Deut. 14:28, 26:12). Los años del tercero diezmo caen en los años 2001-02, 2008-09, 2015-16, 2022-23, 2030-31. El sagrado año 2030-31 es el primer año del tercero diezmo del nuevo ciclo de Jubileo o nuevo Milenio. Esto está basado en los años de Jubileo que son 77-78 y 27-28 según Ezequiel 1:1. La obligación del tercer diezmo puede ser descartada o variada según la constitución de la Iglesia en áreas donde el sistema de seguridad social es adecuado.

 

El año Sabático es un año de descanso para la tierra, las viñas y los huertos para que los pobres puedan comer y la fauna natural pueda comer (Éxodo 23:10-11). Los años Sabáticos caen en los años sagrados 2005-06, 2012-13, 2019-20, 2026-27 con el año de Jubileo cayendo en el 2027-28.

 

Él que es amable con los pobres presta al Señor y Él lo reembolsará por su hecho (Proverbios 19:17), y él no necesitará (Prov. 28:27), también tendrá tesoro en el cielo (Marcos 10:21). Dios puede proveer a fin de que usted pueda proveer para cada buena obra, no sólo suministrando las necesidades de los santos pero derramándose en acciones de gracias a Dios (2Corintios 9:6-12).

 

3.2.7 La Guerra y la Votación

 

3.2.7.1 La Guerra

 

Los santos son sacerdotes del Dios Altísimo. Es inapropiado que cualquier Cristiano tome la vida de otro (Éxodo 20:13; Mateo 5:38-48; Lucas 6:27-36). Si los sirvientes de Cristo fueran del mundo, ellos lucharían para que no fueran entregados a las autoridades del mundo (Juan 18:36). Aunque ellos viven en el mundo, ellos no están involucrado en una guerra mundana (2Corintios 10:3). Las armas usadas por los elegidos tienen poder divino para destruir fortalezas (2Cor. 10:4). Así que, es la obligación del cristiano apoyar al gobierno de su país y trabajar en oración y obediencia honrada al bienestar de su nación, a fin de que Dios pueda protegerlos a través de Su poder.

 

3.2.7.2 La Votación

 

Los cristianos deben obedecer a las leyes del país excepto donde estén en conflicto directo con la ley bíblica. Donde es requerido por ley votar, los Cristianos pueden votar donde no hay ningún conflicto con el principio bíblico. La selección de líderes por elección es derivada de Deuteronomio 1:9-14 y de la profecía del tiempo del fin o milenaria de Oseas 1:11. El envolvimiento en la lucha política se ve como una extensión de la guerra.

 

Capítulo 4

 

Doctrina Acerca del Mesías

 

4.1 La Preexistencia de Cristo

 

Jesucristo tenía una preexistencia como un ser espiritual. Él existió desde el principio de la creación (Juan 1:1) siendo el primero engendrado de la creación (Col. 1:15) y, entonces, el principio de la creación de Dios (Apo. 3:14). Él es el ser referido en el Antiguo Testamento como el Ángel de Yahweh, el Ángel de la Presencia o del Pacto. Él fue el Ángel que sacó a Israel de Egipto a través del Mar Rojo. Él fue el Ángel en la Nube y el Ángel que hablo con Moisés en el Sinaí (Hechos 7:35-38). Él fue el El Bethel o el El, el Dios o Sumo Sacerdote de la Casa de Dios (Génesis 28:17,21-22, 31:11-13; Hebreos 3:1). Cristo era el Ángel de HaElohim (Génesis 31:11-13). Él fue puesto como Elohim por su Elohim (Salmo 45:6-7) quien era Dios el Padre. Él fue fiel a Él quien lo puso, como un hijo, así como Moisés también fue fiel en la casa de Dios (Hebreos 3:2), pero como un siervo.

 

Cristo vino en el mundo para llevar el testimonio de la verdad (Juan 18:37). Su Reino todavía no ha venido a la tierra. Él fue destinado antes de la fundación del mundo pero se hizo manifiesto al final de los tiempos por nuestra causa (1Pedro 1:20).

 

4.2 La Crucifixión y Resurrección

 

Cristo fue enviado al mundo para salvar a la humanidad quitando el pecado del mundo (Mateo 1:21, 9:6; Marcos 3:28) como el cordero (Apo. 5:6-8). Él fue inmolado de la fundación del mundo como un ejercicio de la divina presciencia de Dios (Apo. 13:8).

 

A menos que uno crea que Cristo es el Mesías morirá en sus pecados (Juan 8:24).

 

Cristo murió por nuestros pecados de acuerdo con las Escrituras y él fue enterrado y resucitado en el tercer día en acuerdo con las Escrituras (1Corintios 15:3-4), apareciendo a más de quinientos hermanos (1Cor. 15:5-6). Cristo ya había sido resucitado antes del día llamado domingo o el primer día de la semana (Juan 20:1; también vea el cuestionable Marcos 16:9-10, note el tenso re después de que él había subido). Él fue declarado haber estado tres días y tres noches en el corazón de la tierra como la señal de Jonás (Mateo 12:39-40; también vea Lucas 24:6-8).

 

Cristo fue crucificado (Mateo 27:32-50; Marcos 15:24-37; Lucas 23:33-46; Juan 19:23-30) aproximadamente a la tercera hora, 9h00 (Marcos 15:25), hasta la novena hora, 15h00 (Marcos 15:33), del 14 de Nisan. No hay ninguna prueba acerca si fue en una estaca o el desarrollo más tarde de la cruz en forma de T. Sin tener en cuenta esto, la cruz no se toma como un símbolo de la fe, proviniendo de una superstición ante-Cristiana antigua.

 

Cristo fue crucificado y ha resucitado (Marcos 16:6). En su resurrección él ascendió a su Padre y nuestro Padre y su Dios y nuestro Dios (Juan 20:11-18). Él se sienta en la mano derecha de Dios con ángeles, autoridades y poderes sujetos a él (1Pedro 3:22).

 

Cristo dio el poder de perdonar y retener los pecados a la Iglesia a través de los apóstoles (Juan 20:22-23).

 

4.3 La Segunda Venida de Cristo

 

Cristo vino primero como el sacrificio para la redención del pecado. Él no vino primero como Rey Mesías y esto fue entendido mal por los judíos de su tiempo. Ellos esperaban a un rey victorioso (Mateo 27:11, 29,37; Lucas 23:2-3, 37-38; Juan 19:14-16). No obstante él fue reconocido por algunos a través del Espíritu Santo, como el Rey de Israel (Juan 1:49, 12:13-15) cumpliendo así la profecía (Zacarías 9:9).

 

Jesús vendrá de nuevo en poder, acompañado por la Hueste del cielo (Mateo 25:31) como Rey Mesías (Apo. 17:14). Su venida será claramente visible como relámpago en los cielos (Mateo 24:27). Él reinará en poder con los santos resucitados (Apo. 20:4).

 

Él destruirá al hombre de pecado en su venida (2Tesalonicenses 2:8) y, como consecuencia, los poderes mundiales. El hombre de pecado vendrá al poder a través de la actividad de Satanás con poder y señales y prodigios (2Tes. 2:9). Esta apostasía se envía al Templo de Dios porque ellos no amaron la verdad y así no se salvaron. Por consiguiente, Dios envía a ellos un engaño poderoso para hacerles creer lo que es falso, porque ellos no se sostuvieron en la verdad en el primer lugar (2Tes. 2:10-12). El Señor destruirá este sistema apóstata con el aliento de su boca y el resplandor de su venida (2Tes. 2:8).

 

4.4 El Reino Milenario de Cristo

 

Cristo establecerá un reino en este planeta durante mil años con los santos resucitados (Apo. 20:3-4). Satanás será atado durante mil años y puesto en el abismo sin fondo o tartaroo, el lugar de los ángeles caídos (2Pedro 2:4). Los santos, aquellos decapitados por el testimonio de Jesús y la palabra de Dios y aquellos que no le rindieron culto a la bestia y su imagen o recibieron su marca en sus frentes o manos, resucitarán y reinarán con Cristo durante los mil años (Apo. 20:4). Ésta es la primera resurrección (Apo. 20:5). El resto de los muertos no vendrán a la vida hasta que los mil años se acaben (Apo. 20:5). Ésta es la segunda o la resurrección general.

 

Durante este período de mil años, Cristo reestablecerá el Reino según las leyes bíblicas que él dio en el Sinaí. Esto ocurrirá del día que él estará de pie en el monte de los Olivos (Zac. 14:4,6 y sig.). Las naciones harán la guerra contra Jerusalén y serán destruidas (Zac. 14:12). Todos los sobrevivientes de las naciones subirán todos los años para rendir culto al Señor de los Ejércitos y guardarán la Fiesta de las Cabañas o Tabernáculos (Zac. 14:16). El sábado, las Lunas Nuevas y los Días Santos serán obligatorios y la ley saldrá de Jerusalén. Esas naciones que no le envían sus emisarios a Jerusalén para la Fiesta de los Tabernáculos no recibirán lluvia en la estación debida (Zac. 14:16-19).

 

Al final del Milenio, Satanás será soltado para engañar de nuevo a las naciones sobre toda la tierra (Apoc. 20:7-8). Ellos se recogerán de nuevo para la batalla, pero serán destruidos por el fuego (Apo. 20:9), y luego Satanás será destruido. La resurrección general ocurrirá entonces, y el Juicio (Apo. 20:13-15).

 

Capítulo 5

 

El Problema del Mal

 

5.1 La Existencia del Mal a través de la Rebelión del Ejército

 

Satanás fue expulsado del cielo por el pecado de rebelión, que es idolatría (o brujería como es declarado en 1Samuel 15:23), porque busca establecer una voluntad igual o superior a la de Dios el Padre. Satanás buscó hacerse igual al Altísimo o Dios el Padre. Cristo, por el otro lado, no buscó hacerse igual a Dios, subordinando su voluntad (Juan 4:34).

 

[Él] estando en la misma naturaleza de Dios no considero la igualdad con Dios como algo de ser alcanzado. ¡Pero se hizo nada, tomando la misma naturaleza de un sirviente, haciéndose en semejanza humana, y encontrándose en apariencia de un hombre, él se humilló y fue obediente hasta la muerte - hasta la muerte en una cruz! Por consiguiente Dios lo exaltó al lugar más alto y le dio el nombre que esta sobre todo nombre... (Fil. 2:6)

 

Así Dios exaltó a Cristo a través de la obediencia porque él no buscó la igualdad con Él y no buscó deponer a Dios, como un tercio del elohim y el bene elohim habían buscado hacer.

 

En Lucas 10:18, Cristo dijo que él vio a Satanás caer, como relámpago, del cielo. Satanás arrastró una tercera parte de los Ángeles o Estrellas del Cielo (Apo. 12:4). Estos ángeles fueron expulsados con Satanás a la tierra (Apo. 12:9). Esta desolación es simbolizada por lo referido en Apocalipsis 8:10 donde el tercer ángel muestra la desolación causada por la caída de una Estrella de la Hueste que destruye una tercera parte de la creación. Los Ángeles fueron desolados por la rebelión. Los Ángeles son el Tabernáculo de Dios en el cielo. La rebelión hizo que una tercera parte de este tabernáculo fue quitado y el sistema de la tierra profiere blasfemia contra el nombre de Dios y Su morada, es decir, aquellos que moran en el cielo (Apo. 13:6). Así, que Dios mora en ambos, el tabernáculo celestial que es los Ángeles y también los elegidos que son la morada terrenal de Dios.

 

5.2 Las Doctrinas Acerca de la Predestinación

 

Es Dios a través de Cristo, por medio del Espíritu Santo, que abre la mente de todos los elegidos empezando con los apóstoles, para que las Escrituras puedan entenderse (Lucas 24:45). Cristo habló en parábolas para que aquellos que no eran escogidos no entendieran. Así, ellos volvieran y serían salvados (Mateo 13:10-17) antes de que ellos fueran capaces de entrar en juicio. Dios es misericordioso y no desea que nadie perezca. Así por Su presciencia divina cada uno fue llamado según Su propósito. Porque aquellos que Él conoció, Él los predestinó para ser conformados a la imagen de Su Hijo para que pudiera ser el primogénito entre muchos hermanos. Y aquellos quienes Él predestinó Él también llamó; y aquellos quienes Él llamó Él también justificó; y aquellos quienes Él justificó Él también glorificó. ¿Qué entonces diremos nosotros a esto? ¿Si Dios está por nosotros, quién está contra nosotros? (Rom. 8:28-31).

 

5.3 El Estado de los Muertos

 

El estado de los muertos es silencio (Salmos 115:17) y oscuridad (Salmos 143:3). No hay ninguna alma que exista eternamente. Todas las personas tienen un destino (Eclesiastés 9:3). El muerto no sabe nada (Ecl. 9:5).

 

Algunos de los muertos antiguos no tienen ninguna resurrección (Isaías 26:14; vea anotación de la Companion Bible y Interlinears).

 

Se dice que los santos, cuando ellos están muertos, están dormidos o aquellos que se han dormido (vea Mateo 9:24; Juan 11:11; 1Cor. 11:30, 15:6, 18,51; 1Tes. 4:13-15; 2Pedro 3:4).

 

5.4 La Resurrección de los Muertos

 

Dios hace maravillas para los muertos, y aquellos que están muertos se levantaran para alabarlo (Salmo 88:10). Su firme amor es declarado de la tumba (Salmo 88:11) cuando los muertos son resucitados. Porque Job supo que su redentor vivía (Job 19:25) y al fin él se pondrá de pie sobre la tierra. Después de que Job había sido destruido, él sabía que de su carne él vería a Dios quien estaría a su lado, y sus ojos lo verían a Él y no los ojos de otro (Job 19:25-27).

 

Cristo resucitó a los muertos para que nosotros pudiéramos saber que él era el Mesías (Mateo 11:4-5). Lázaro fue un ejemplo de este poder (Juan 11:11). Este concepto de la resurrección siendo atribuida al Mesías era bien conocido y esperado por las autoridades de su día (Mateo 14:2).

 

Fue entendido que no todos dormiríamos pero que todos seriamos cambiados, en el última trompeta (1Corintios 15:51). Así, los hermanos pasaran sobre generaciones y caerán dormidos, pero en los últimos días el Mesías vendrá mientras otros de los santos viven. Así todos se cambiaran a cuerpos espirituales inmortales (1Cor. 15:44 y sig.). Aquellos que se han dormido serán levantados. Aquellos que están vivos quienes quedan hasta la venida del Señor no precederán a aquellos que se han dormido (1Tes. 4:13-15). El Señor descenderá del cielo con la llamada del arcángel y el sonido de la trompeta de Dios, y los muertos se levantaran primero, y aquellos que están vivos, que quedan, serán juntados y así siempre estarán con el Señor (1Tes. 4:16-17).

 

Después de la resurrección, el gobierno milenario de los santos comenzará. Los santos gobernarán las naciones con una vara de hierro (Apo. 2:26-27).

 

En la resurrección no habrá matrimonio (Mateo 22:30). Los santos serán resucitados como entidades espirituales. Cristo murió por nosotros para que cuando nosotros despertemos podamos vivir con él (1Tes. 5:10).

 

Es importante que nosotros entendamos que tan sólo el virtuoso pertenece a la primera resurrección. Rectitud (zedek) y Justicia en hebreo son la misma palabra. Son entendidos de ser la misma cosa. Así, que la perversión impenitente de la justicia saca al escogido de la primera resurrección.

 

5.5 El Castigo de los Malos

 

La humanidad está sujeta a un sistema de entrenamiento virtuoso. Es el deseo de Dios que ninguno perezca pero que todos deberán alcanzar arrepentimiento (2Pedro 3:9).

 

Si Dios recogiera Su espíritu, entonces toda carne perecería y el hombre se volvería polvo (Job 34:15), así el alma es inexistente.

 

El resto de la humanidad que no es resucitada en la primera resurrección, la cual es la mejor resurrección (Hebreos 11:35), será resucitada en la segunda resurrección después del reino milenario del Mesías. Este proceso es un período de juicio que parece extenderse sobre de cien años (Isaías 65:20). La resurrección del juicio (Juan 5:29) es una de corrección y enseñanza, para que toda la humanidad pueda prepararse para recibir la vida eterna. La palabra para juicio (kriseoos) (rendida damnación en la KJV) tiene el significado de decisión.

 

El sentido es él de corrección que proviene de opiniones o decisiones dadas acerca de las acciones. Puede llevar el concepto de castigo o de retribución. Sin embargo, el populacho general que no ha tenido la oportunidad de conocer a Dios no puede ser castigado por ese hecho. Los malos serán sujetados a un entrenamiento intenso. Si ellos no se arrepienten después del período de cien años de la segunda resurrección, se les permitirá morirse y sus cuerpos serán destruidos por el fuego de la Gehena (traducido infierno) (Mateo 5:22, 29,30, 10:28, 18:9, 23:15,33; Marcos 9:43, 45,47; Lucas 12:5; Santiago 3:6).

 

Hay tres palabras en el Nuevo Testamento que se traducen como infierno. Éstas son DGS 86 hades que aproxima DHS 7585 Sheol, o el hoyo o la tumba, el lugar donde se ponen los cuerpos muertos. Los dos otros textos son DGS 1067 Gehena que es de origen hebrea para el Valle de Hinnom. Éste era un hoyo de basura donde la basura y los animales muertos de Jerusalén eran quemados. Así, Cristo la usó figuradamente refiriéndose a la disposición de los muertos, ambos cuerpo y alma (Mateo 10:28), después del juicio. El tercer es DGS 5020 Tartaros que es el abismo donde los ángeles fueron confinados después de la rebelión.

 

El castigo eterno (kolasin, una imposición penal) referido en Mateo 25:46 está en oposición a la vida eterna. Es simplemente la muerte. El sentido de castigo como timoria en Hebreos 10:29 viene del sentido de vindicación. 2Corintios 2:6 usa la palabra epitimia, de estima como ciudadanía. Así, que el castigo tiene este sentido de remoción de la estima como ciudadano.

 

Así que no hay ningún lugar de eterno tormento de los muertos. Los santos serán llamados a la primera resurrección para hacer un trabajo de enseñanza en el Milenio para que los demonios puedan ser juzgados contra su actuación y para que el mundo pueda tener una norma comparativa por la cual pueda medir los resultados. Estos no morirán, en el sentido que son juzgados ahora. Ellos son referidos como habiéndose dormido.

 

El resto del mundo, no siendo parte de los elegidos, no está siendo juzgado ahora. El resto del mundo será resucitado y corregido bajo vigilancia en la segunda resurrección (Apo. 20:12-13). No hay ninguna otra resurrección o castigo aparte de la segunda o resurrección general. A los arrepentidos se le concederá la vida eterna con los santos de la primera resurrección y los impenitentes simplemente morirán y sus cuerpos serán quemados. Después de esto, el estado o condición de muerte y la tumba, o Averno, se quitaran (Apo. 20:14). Los malvados que están vivos en el regreso del Mesías serán matados (Mal. 4:3) y consignados a la segunda resurrección.

 

La segunda resurrección fue el castigo infligido a Judá debido a su rechazo de Cristo. Ellos eran los hijos del reino que fueron echados en oscuridad (Mateo 8:12). Ellos fueron consignados como una nación a la segunda resurrección en lugar de compartir de la naturaleza divina (2Pedro 1:4) y la primera resurrección. Aparte de la asignación como tribu dentro de los elegidos (Apo. 7:5), Judá no fue escogido para compartir en la primera resurrección. Muchos son llamados pero pocos son escogidos para emprender esta tarea (Mateo 22:13-14). Muchos que ahíjan Cristo, pero maltratan a sus elegidos, o quienes no son diligentes (Mateo 25:30) serán de hecho consignados en la segunda resurrección (Mateo 24:51, 25:30) porque hay muchos excluidos (Lucas 13:26-28) e aún aquellos en la primera resurrección son reubicados en orden de precedencia (Lucas 13:30).

 

Capítulo 6

 

La Iglesia

 

6.1 ¿Quién o Qué es la Iglesia?

 

Cristo dijo que él construiría su Iglesia sobre la roca y el poder de la muerte no prevalecería contra ella (Mateo 16:18). Dios es la roca sobre la que la Iglesia es construida. La Iglesia es una colección de individuos. No es un edificio o estructura de sociedad. La Iglesia de Dios es el nombre por el cual Iglesias individuales son llamadas (1Corintios 1:2; 2Cor. 1:1 y también 1Cor. 11:22 en referencia a la Iglesia en Corintio). Colectivamente ellas son genéricamente conocidas como la Iglesia de Dios (Hechos 20:28; Gálatas 1:13; 1Timoteo 3:5) y las Iglesias de Dios (1Cor. 11:16; 1Tes. 2:14; 2Tes. 1:4). 1Corintios 14:33 se refiere a las Iglesias de los santos, refiriéndose a los individuos de los que ellas están compuestas. Las Iglesias estaban en muchas áreas y cada una era responsable de sus propios asuntos.

 

Los individuos son llamados por Dios y dados a Cristo (Juan 17:11-12; Hebreos 2:13, 9:15). El Señor agrega el número de la Iglesia día por día según aquellos que están siendo salvados (Hechos 2:47). Las Iglesias eran identificadas por su locación (Romanos 16:1; 1Cor. 1:2; 1Tes. 1:1; 2Tes. 1:1; 1Pedro 5:13) y eran a menudo pequeñas o Iglesias de casa (Rom. 16:5,23; 1Cor. 16:19; Col. 4:15; Filemón 1:2). Cristo fue hecho la cabeza de todas las cosas para la Iglesia (Efesios 1:22). Dios revela Su sabiduría a los poderes celestiales a través de la Iglesia (Efesios 3:10). Cristo es la cabeza de la Iglesia, la cual es su cuerpo, y está sujeta a Cristo. Cristo se dio a la Iglesia, como la cabeza de cada casa se exige hacer para esa unidad (Efesios 5:23-26). La Iglesia se exige ser presentada a Cristo sin mancha o arruga siendo santa y sin mancha (Efesios 5:27). La Iglesia es nutrida por Cristo (Efesios 5:29). Cristo, como cabeza de la Iglesia, fue el primogénito de los muertos para que él pudiera tener la preeminencia. Así la Iglesia, siendo el cuerpo de Cristo, se casa con Cristo como un grupo en la primera resurrección cuando el novio venga (Mateo 25:1-10; Col. 1:18,24). La Iglesia comprende los primogénitos y sus nombres están escritos en el cielo (Hebreos 12:23). La Casa de Dios es la Iglesia del Dios Viviente, el pilar y fundación de la verdad. Así, la Iglesia de Dios se funda en la verdad (1Timoteo 3:15).

 

6.2 La Organización de la Iglesia

 

La Iglesia como una entidad es responsable por el bienestar de su gente (1Timoteo 5:16). Esto es en una base local.

 

La Iglesia es pastoreada por ancianos y diáconos, escogidos por los hermanos (Hechos 1:22,26, 6:3,5-6, 15:22; 1Corintios 16:3; 2Cor. 8:19,23), quienes oran y ungen a los hermanos enfermos en el nombre del Señor (Santiago 5:14). El Espíritu Santo los hace intendentes de la bandada que es la Iglesia de Dios (Hechos 20:28). Las Iglesias tienen gran autonomía (3Juan 1:9-10). El trabajo administrativo de las Iglesias debe ser emprendido por diáconos y diaconisas (Rom. 16:1), quienes puedan ser evaluados para este oficio (Fil. 1:1; 1Tim. 3:8-13). Hay, en la Iglesia, varias funciones incluyendo aquéllas de profetas y maestros (Hechos 13:1), luego milagros, curaciones, auxilios, gobiernos y diversidades de lenguas (1Cor. 12:28). La enseñanza de la Iglesia es por idiomas conocidos, o lenguas que son ordenadas y se entienden, siendo interpretadas por aquellos presentes (1Cor. 14:4-5).

 

Las Iglesias son responsables en ayudar en la obra de los discípulos o evangelistas que son asignados para trabajar sobre de áreas más grandes que la de las Iglesias individuales (Hechos 14:23,27, 15:3-4,22, 18:22, 20:17; 1Cor. 4:17).

 

Cristo dio mensajes específicos a las Iglesias individuales y a los ángeles en cargo de cada una de ellas, de servir como ejemplo a los elegidos (Apo. 2:1, 8, 12,18, 3:1, 7,14).

 

Las funciones del juicio y la determinación de los asuntos diarios deben ser hechas por los miembros ordinarios de la Iglesia, para que ellos puedan desarrollarse para sus roles en el juicio de los Ángeles (1Cor. 6:4).

 

6.3 Las Metas y Objetivos de la Iglesia

 

El primer objetivo de la Iglesia es continuar la proclamación del evangelio del Reino de Dios como comisionó Jesucristo (Mateo 4:17, 10:7, 11:1; Marcos 1:38-39; Marcos 3:14, 16:15; Lucas 4:43, 9:60).

 

La Iglesia debe predicar buenas nuevas al manso, curar a los quebrantados de corazón, proclamar la libertad a los cautivos, abrir la prisión a los que están encarcelados (Isaías 61:1), y dar vista a los ciegos (Lucas 4:18). Debe sanar al enfermo (Lucas 9:2).

 

Debe predicar el Año Aceptable del Señor (Lucas 4:19) y testificar que Cristo fue ordenado por Dios para ser juez de los vivos y muertos (Hechos 10:42).

 

El alimentar las Iglesias es el segundo objetivo de los ancianos (Hechos 20:28) que se empeñan en enseñar por todas partes en cada Iglesia (1Cor. 4:17). Se utilizan los dones de 1Corintios 12:28 para ayudar al desarrollo de la Iglesia. Estos dones espirituales deben ser desarrollados con celo para el desarrollo de la Iglesia (1Cor. 14:12). La autoridad de la propia casa de una persona es un guía de la autoridad efectiva de la Iglesia de Dios (1Tim. 3:5).

 

6.4 La Santificación

 

Aquellos de la Iglesia llamados por el Espíritu Santo (Rom. 15:16) a ser santos son santificados (1Cor. 1:2) por Dios el Padre y conservados en Jesucristo (Judas 1).

 

Los santos son santificados por Dios a través de la sangre del pacto (Hebreos 10:29) y el cuerpo de Jesucristo (Hebreos 10:9-10). Los santos son salvados entonces en el bautismo (1Corintios 6:11). Así el Espíritu Santo es un espíritu de nuestro Dios, y a través del nombre de Jesucristo, los elegidos son santificados y purificados por su sacrificio, continuando en la fe a través de Dios (Hechos 26:18).

 

A los elegidos se les concede el perdón a través de la gracia y ellos mantienen su posición por medio de la fe y así ellos santifican al uno al otro en la Iglesia y en familias (1Cor. 7:14). Así, el consorte incrédulo y los hijos son santificados en el elegido. Los elegidos son santificados en el cuerpo de Cristo siendo un cuerpo en Cristo (Rom. 12:5; 1Cor. 12:20-27) y, así, la santificación no es dependiente en estructuras de sociedad.

 

Capítulo 7

 

El Reino de Dios

 

7.1 El Establecimiento del Reino

 

El establecimiento del Reino de Dios fue anunciado como eliminando a los gobiernos de este mundo por el advenimiento del Mesías al final de los siglos (Daniel 2:44). El Reino de Dios fue predicado por Cristo que dijo que estaba cerca (Marcos 1:14-15). Así que el Reino está en dos fases. Primeramente, el Reino espiritual y, segundo, el Reino milenario físico bajo el Mesías.

 

7.1.1 El Reino Espiritual

 

Hasta Pentecostés del 30 EC, sólo a unos de los profetas y líderes de Israel les fue dado el Espíritu Santo y para un propósito específico. Ninguna otra nación, hasta la admisión de los Gentiles a la Iglesia del 30 EC, tenía el Espíritu Santo. Así que todos son consignados a la segunda resurrección o la general en Apocalipsis 20:4 y sig.

 

El Espíritu Santo fue dado a la humanidad, desde la muerte de Cristo, como la primera fase del Reino del Pentecostés del 30 EC (Hechos 2:1-4) que ellos vieron venir con poder (Marcos 9:1). Debe ser recibido en humildad y un celo para el conocimiento, como un niño (Marcos 10:15). A menos que una persona nazca de nuevo, a través del agua y el Espíritu, ella no puede ver el Reino de Dios (Juan 3:3-5).

 

Los misterios del Reino de Dios fueron restringidos a los elegidos y el entendimiento es dado por el Espíritu Santo, así que la Biblia está escrita en parábolas (Lucas 8:10). El Reino de Dios no es ninguna comida ni bebida, pero justicia y paz y alegría en el Espíritu Santo (Rom. 14:17). No es en palabra, pero en poder (1Cor. 4:20).

 

El arrepentimiento es un requisito previo absoluto para la admisión al Reino. Los pecadores arrepentidos serán admitidos antes que el fariseo (Mateo 21:31-32). El llamamiento del elegido se hace por el esparcimiento general de la información semejante a la semilla (Mateo 13:3-9). Se esparce y es recibida con gran celo a través del Espíritu (Mateo 13:44-46). Así, muchos son llamados pero pocos son realmente escogidos (Mateo 20:16, 22:14). El llamamiento recoge a otros, además de los elegidos, que son criados al final de los siglos, o a la venida del Mesías o, por aquellos que están muertos, en las resurrecciones (Mateo 13:25-30,36,38-40,47-50). Los elegidos son predestinados a ser llamados y así justificados y glorificados (Rom. 8:29).

 

Cuando el Reino es dado a través del Espíritu Santo, es como una semilla de mostaza que crece como un árbol poderoso, o como levadura que hace fermentar todo (Mateo 13:31-32), permitiendo así a Dios volverse todo en todos (1Cor. 15:28) (vea la Interlinear de Marshall, Efe. 4:6).

 

El requisito previo es buscar primero el Reino de Dios y Su justicia y todas las otras cosas serán añadidas (Mateo 6:33). El poder sobre los demonios es una señal del Reino de Dios en el individuo (Mateo 12:28). La ejecución de la voluntad de Dios es el requisito previo esencial para la retención del Reino a través del Espíritu Santo. Si no es utilizado propiamente se toma y se da a otros mostrando los frutos de él (Mateo 21:31,43).

 

El Reino no viene por observación, pero está dentro del individuo (Lucas 17:20-21). El Reino de Dios, también llamado el Reino del Cielo, no es ganado por la profesión de Cristo como Señor, el cual es un aspecto del elegido, sino por la ejecución de la voluntad de Dios el Padre (Mateo 7:21). A través de la ejecución humilde de la voluntad de Dios uno se hace grande en el Reino de Dios (Mateo 18:3-4).

 

Aquellos no permitidos en compartir del Reino son mencionados específicamente en 1Corintios 6:9-10, Gálatas 5:21 y Efesios 5:5.

 

7.1.2 El Reino Milenario de Cristo

 

El reino milenario del Mesías es mencionado específicamente en Apocalipsis 20:2-7. El período de mil años es llamado un Milenio o Chiliad.

 

7.1.2.1 El Retorno del Mesías

 

La restauración del sistema bíblico a través del advenimiento del Mesías se encuentra en Zacarías 14:4. Cristo dijo, por parábola, que él tenía que marcharse y luego volver (Lucas 19:12).

 

El Mesías vendrá al Monte de los Olivos. Con sus elegidos, él establecerá su gobierno. Él reconstruirá el Templo (Hechos 15:16). Él introducirá de nuevo el sistema bíblico incluso el sábado, las Lunas Nuevas y los períodos de los Días Santos anuales. Todas las naciones serán requeridas a enviar sus emisarios a Jerusalén para la Fiesta de los Tabernáculos o ellas no recibirán lluvia en la estación debida (Zacarías 14:16-19).

 

La venida será con grandes señales y maravillas, en poder y con gran gloria (Mateo 24:27,30; Apo. 1:7). Su retorno será obvio y será acompañado por señales celestiales (Apo. 6:12). Los poderes serán agitados. El sol se oscurecerá y la luna no dará su luz (Mateo 24:29; Hechos 2:20). Él se sentará en la mano derecha del poder y vendrá sobre las nubes del cielo. Dios así le da poder a Cristo (Mateo 26:64; Marcos 14:62; Lucas 21:27; Hechos 1:11).

 

Cristo vendrá con la aclamación del arcángel Miguel y en el último sonido de la trompeta (1Tes. 4:16-17; Apo. 11:15).

 

Cuando el hijo del Hombre llega en toda su gloria, para ser glorificado en sus santos (2Tes. 1:10), con sus ángeles, él separará a las personas y tratará con ellas (Mateo 25:31-46).

 

Los elegidos, aquellos del Reino de Dios, dados del Espíritu Santo a través del arrepentimiento y bautismo de los adultos, guardando los mandamientos, serán resucitados en la venida de Cristo. Ésta es la primera resurrección. El resto de los muertos no vivirán hasta el fin del Milenio. Ésta es la segunda resurrección (Apo. 20:4 y sig.). Los elegidos son la esperanza y la razón para la venida del Mesías (1Tesalonicenses 2:19; Apo. 22:20). Los elegidos deben ser establecidos sin culpa en santidad, listos para la venida de Cristo y la Hueste (1Tes. 3:13; 1Tes. 5:23). El amor de la verdad es esencial para ser salvado (2Tes. 2:10). El Señor matará a los malos en su retorno con el espíritu de su boca (2Tes. 2:8). La Iglesia se le amonesta a quedarse despierta y no dormir porque no sabe la hora cuando el Señor viene (Marcos 13:35-37; Apo. 3:3,11). Cristo vuelve en juicio virtuoso y hará la guerra con todos aquellos que se niegan en guardar los mandamientos de Dios (Salmos 96:13; Apo. 19:11). Cristo volverá y tratará con la humanidad por todas sus actividades (Apo. 22:12).

 

7.1.2.2 La Recolección de Israel

 

En el retorno del Mesías, los elegidos y los sobrevivientes del Israel físico, algunos de ellos se usarán como sacerdotes, serán recogidos a Jerusalén de las cuatro esquinas de la tierra (Isaías 11:12, 66:19-21).

 

7.1.2.3 El Día del Señor

 

Antes del Día del Señor, habrá una rebelión o apostasía, una caída fuera (de apostasía) de la verdad y la ley entre los elegidos. El hombre sin ley (anomias), así llamado por sus enseñanzas a los elegidos en contra de las leyes causando la apostasía será revelado (2Tes. 2:3-8). Él se sienta en el Templo de Dios y es llamado Dios. Él será matado por el Mesías en su venida.

 

El Señor destruirá aquellos que guerrean contra Jerusalén. Las personas, siendo destruidas, tendrán pánico, volviéndose contra sus compañeros (Zacarías 14:12-13). Esto pasará inesperadamente (1Tes. 5:2).

 

La devastación traumatizará la tierra. La humanidad se esconderá en las montañas y piedras porque Cristo ha venido con ira y nadie podrá soportarlo (Apo. 6:15-17), dadas las trompetas y plagas que Dios derramará en los últimos días (Apo. 8:7-21; Apo. 16:1-20). El fin del Día del Señor que se extiende a través del Milenio, verá el fin de la tierra como nosotros la conocemos. El planeta será destruido por fuego (2Pedro 3:7-10,12), así quitando todo el rastro de habitación humana.

 

El proceso entero del Día del Señor es diseñado para juzgar a la tierra y corregir a la humanidad (Judas 14-16). Aquellos de los elegidos que pecan son devueltos al sistema mundial para que ellos puedan ser salvados en el Día del Señor, siendo corregidos en la segunda resurrección (1Corintios 5:5). Así que hay sólo dos resurrecciones.

 

7.1.3 El Reino Eterno de Dios

 

7.1.3.1 La Venida de Dios

 

Cuando Cristo ha subyugado cada dominio y autoridad, él devolverá a Dios el sistema entero (1Cor. 15:24,28). En aquel tiempo Dios vendrá a la tierra y transferirá la administración de los cielos aquí. La tierra entera estará entonces llena de Su gloria (Isaías 6:3) y Dios y el Cordero serán las luces del sistema (Apo. 21:23).

 

7.1.3.2 La Nueva Tierra y la Nueva Jerusalén

 

Isaías 65:17 dice que habrá nuevos cielos y una nueva tierra creada. La progenitura de Israel permanecerá ante Dios dentro de este nuevo sistema (Isaías 66:22) hasta el fin del Milenio cuando toda la carne estará obsoleta. Dios morará en Sión y ella será llamada la ciudad fiel (Zacarías 8:3). La ciudad de Nueva Jerusalén saldrá del cielo (Apo. 3:12). Esta Nueva Jerusalén es la Ciudad Santa que viene en la creación del nuevo cielo y la nueva tierra (Apo. 21:1-4, 7,10). En aquel tiempo Dios estará con todos los hombres. Las cosas anteriores ya no se recordarán (Isaías 65:17). Nosotros esperamos el nuevo cielo y la nueva tierra en las que la rectitud mora, según la promesa (2Pedro 3:13). Muchos de los elegidos que vencieron se harán pilares en el nuevo Templo de Dios (Apo. 3:12). Así que es un edificio espiritual.

 

7.1.3.3 El Destino de la Humanidad

 

La administración del planeta durante el Milenio será dada a los elegidos (Lucas 19:17,19), siendo semejante a los ángeles (Mateo 22:30), heredando la tierra y finalmente viendo a Dios, siendo Hijos de Dios (Mateo 5:3-11). Esta posición se extiende a todas las naciones (Mateo 8:11). Éste es el placer de Dios el Padre (Lucas 12:32). Porque todos que estén guiados por el Espíritu de Dios son Hijos de Dios (Romanos 8:14).

 

El Reino milenario del Mesías es meramente el vehículo de instrucción para preparar la humanidad para sus responsabilidades finales, y así cumpliendo su potencial y el plan de Dios que fue puesto antes de la fundación de la tierra.

 

El último destino de la humanidad es de ser preparada para tomar su lugar en el nuevo sistema integrado del Ejercito y su herencia debida la cual es el desarrollo y gobierno de la tierra (Salmos 8:1-9; Daniel 2:44-45) y del universo nuevamente ordenado (Daniel 7:27, 12:3).


 


Apéndice

 

El Espíritu dentro del Trinitarianismo

 

Los Trinitarios separaron la teología de la llamada economía de salvación en la Encarnación de Jesucristo. LaCugna (GOD FOR US The Trinity and Christian Life (DIOS PARA NOSOTROS La Trinidad y Vida Cristiana), Harper, San Francisco, 1991), tratando con el desarrollo de la doctrina de la Trinidad y la separación de la teología del Plan de Salvación (o soteriología) como es revelado en la Encarnación de Cristo, notó que los Cappadocianos orientaron la teología en una dirección que más allá contribuyó a la separación de la economía y la teología. Esta trayectoria, o curso, llevó a la

 

Vía negativa de Pseudo-Dionysius y, finalmente, a la teología de Gregorio de Palamas (Capítulo 6). En el latino Oeste, en el período inmediatamente siguiendo de Nicea, teólogos como Hilary de Poitiers y, quizás a un grado extremo, Marcellus de Ancyra, retuvieron la conexión entre las hipóstasis divinos y la economía de salvación. Agustín inauguró un acercamiento completamente nuevo. Su punto de arranque ya no fue la monarquía del Padre pero la sustancia divina compartida igualmente por las tres personas [énfasis agregado]. En lugar de inquirir en la naturaleza de la teología como esta revelada en la Encarnación de Cristo y su deificación por el Espíritu [énfasis agregado], Agustín inquiriría en los rastros de la Trinidad encontrados en el alma de cada ser humano. La búsqueda de Agustín de una analogía 'psicológica' para las relaciones intratrinitarianas significaría que esa doctrina trinitaria después de esto sería concernida con las relaciones 'internas' a la Divinidad, desquitado de lo que nosotros conocemos sobre Dios a través de Cristo en el Espíritu (LaCugna, pág., 44).

 

La teología latina Medieval siguió a Agustín y la separación de la teología de la economía o soteriología. La estructura entera se embrolló en neo-Platonismo y Misticismo.

 

Las anotaciones importantes de LaCugna son que desde Agustín, la Monarquía del Padre ya no era más vital. La Trinidad supuso la co-igualdad. Éste fue el segundo paso siguiendo de la aserción falsa de la co-eternidad. La premisa correcta era el concepto de la manifestación de la Divinidad en cada individuo, a saber la operación del Padre por medio del Espíritu Santo que emanó de Él a través de Jesucristo. Esta dirección a través de Jesucristo le permitió a Cristo supervisar y dirigir al individuo de acuerdo con la voluntad de Dios que vivió en cada uno de los elegidos.

 

Cristo no era el origen del Espíritu Santo. Él era su intermediario. Él actuó para Dios como él siempre había actuado para, y de acuerdo con la voluntad de, Dios. Pero él no era el Dios. Los Trinitarios perdieron de vista este hecho, si ellos una vez realmente entendieran la materia. Como LaCugna dice la

 

Teología del Dios trino aparecía ser añadida a la consideración del único Dios (pág. 44). 

 

Esto afectó fundamentalmente la manera en que los cristianos oraron. Es decir, ellos ya no oraron al Padre solo (Mateo 6:6,9) en el nombre del Hijo como la Biblia dirige (de Lucas 11:12), rindiéndole culto al Padre (Juan 4:23), pero al Padre, Hijo y Espíritu Santo. Más allá, los estudiosos desarrollaron una metafísica de la propia teología. Pero el edificio entero se construyó en la desatención o la manipulación de la Biblia. Esto es la razón por la cual los Trinitarios nunca abordan todos los textos de la Biblia sobre un tema, mal traducen y citan mal otros textos importantes, e ignoran esos que ellos no pueden alterar. Pero su sistema está basado en el Misticismo y Platonismo. LaCugna dice que

 

Los Cappadocianos (y también Agustín) fueron considerablemente más allá de la comprensión bíblica de la economía localizando la relación de Dios al Hijo (y el Espíritu) al nivel 'intradivino' (p.  54).

 

El Único Dios existió como ousia en tres hipóstasis distintas. Nosotros hemos visto (Cox, Los Elegidos como Elohim) que el término Platónico ousia y el término Estoico hipóstasis significan la misma cosa esencialmente.

 

La relegación del Espíritu al funcionamiento a los niveles intradivinos quiere decir que los elegidos nunca pueden participar en la naturaleza de Dios como Cristo participa en esa naturaleza. Esta aserción es contraria a la Escritura. Los elegidos participan en la naturaleza divina (2Pedro 1:4).

 

En Efesios 1:22, Dios puso todas las cosas bajo los pies de Cristo y le hizo la cabeza de todas las cosas para la Iglesia. Dios resucitó Cristo

 

De los muertos y Él le hizo sentarse a Su mano derecha en los lugares celestiales, encima de todas las reglas y autoridades y poderes y dominios, y cada nombre que se nombra, no sólo en este siglo pero en el que viene; y Él ha puesto todas las cosas bajo sus pies y le ha hecho la cabeza de todas las cosas para la Iglesia que es su cuerpo, la llenura de él quién llena todos en todos.

 

Cristo ha recibido la autoridad sobre cada nombre, como el propio nombre constituye autoridad. A él fue dada la autoridad sobre todas las cosas para que la Iglesia pudiera entrar en su herencia a través de Cristo en quien la llenura de la Divinidad morara (Col. 2:9). Esta palabra traducida Divinidad aquí es theotetos que significa deidad o el estado de ser Dios.

 

Thayer dice que la deidad (theot) difiere de la divinidad (Theiot) como la esencia difiere de la calidad o atributo (Thayer, pág., 288). El significado aquí es que la plenitud de la esencia de Dios moraba corporalmente en Cristo. Es esta plenitud de esencia que se da a nosotros para que todos revistieren la nueva naturaleza de Dios (Col. 3:10). Ellos no se vuelven ni judío ni griego pero todos son de Cristo porque él está en todos (Col. 3:11). Él desarrolla a los hombres, a través del poder del Espíritu Santo, para que Dios sea finalmente todo en todos (1Cor. 15:28).

 

Cuando todas las cosas se sujetan a él, entonces el Hijo también se sujetará a él quién puso todas las cosas bajo él, para que Dios pueda ser [todo en todos KJV] (panta en pasin) [vea la Interlinear de Marshall y también Col. 3:11 (panta kai en pasin)].

 

Los Trinitarios han empezado a traducir este texto como cada cosa a todos para evitar la extensión lógica de Dios como esencia que se extiende a todos como se le hizo a Cristo según estos textos.

 

Es Cristo que nos llena de la plenitud de Dios (Efesios 3:19). La plenitud de Cristo siendo una imagen del Padre (Efesios 4:13). Así que nos volvemos una imagen o eikon del Padre como fue Cristo y así nosotros somos Hijos de Dios y coherederos con Cristo al Reino de Dios (Romanos 8:17; Santiago 2:5). Herederos según la promesa (Gálatas 3:29) de salvación (Hebreos 1:14) y herederos juntos de la gracia (1Pedro 3:7).

 

El Hijo de Dios por su parte se vuelve un Padre Eterno (Isaías 9:6) siendo la cabeza de la paternidad de la Hueste humana tomando así su lugar junto a las otras paternidades en el cielo de que hay muchas (Efesios 3:14).

 

Efesios 3:14  Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de quien cada familia en cielo y en tierra se nombra. (RV)

 

La palabra familia aquí es patria o paternidad. Así el título de padre, si de casas o de la casa de Dios, es un título delegado que demuestra la última responsabilidad de cada líder de cada unidad hacia las familias. Así la orden es de Dios a Cristo a la cabeza masculina de la casa (1Cor. 11:3) quien debe asumir su responsabilidad como Dios hace a Cristo y a los otros Hijos de Dios que son elohim y la manera en que esos elohim asumen sus responsabilidades hacia aquellos bajo de ellos.

 

El Espíritu Santo es el mecanismo que ata todas estas entidades a cada otra y confiere la capacidad de ser elohim en cada uno de la Hueste. No hay ninguna cuestión que el Espíritu Santo es Dios en ningún sentido que lo hace distinto del individuo y confinado a una relación intradivina de tres entidades. Todos son Hijos de Dios y, entonces, coherederos con Cristo en el mismo sentido. La adoración del Espíritu Santo sería, en cierto sentido, una adoración de sí mismo ya que es el medio por lo cual Dios se vuelve todo en todos.

 

Por lo tanto, su adoración es lógicamente prohibida como adoración de sí mismo en el sentido que es una parte del individuo. Es propiamente un poder o atributo conferido y no el propio Dios. El Espíritu Santo confiere en nosotros la habilidad de ser Elohim o Theoi.

 

La Divinidad es una estructura que está extendida a un Concilio. Este Concilio es referido en los Salmos y otros textos y el Trono de Dios y el Concilio de los Ancianos están descritos en Apocalipsis 4:1 a 5:14. Este Concilio que incluye a Jesucristo como el Cordero, y Sumo Sacerdote (de Hebreos 8:1-2), sirven y adoran al Señor Dios Todopoderoso (Apo. 4:8-11). Sirviendo a Dios, Cristo ofreció su vida, como cada sacerdote debe tener algo que ofrecerle a Dios por vía de sacrificio (Hebreos 8:3).

 

Apocalipsis 4:8-11 nota que el Señor Dios Todopoderoso está entronizado sobre los ancianos que también están entronizados. Sin embargo, sus coronas son subordinas al Señor Dios Todopoderoso por cuya voluntad Él creó todas las cosas. Él es el Señor Dios de Jesucristo y del Concilio.

 

Hay Hijos múltiples de Dios que componen el Ejercito (de Job 1:6, 2:1, 38:7; Salmo 86:8-10, 95:3, 96:4, 135:5) quienes se identifican como los Bene Elyon o Hijos del Altísimo (también vea Sabourin SJ, The Psalms: Their Origin and Meaning (Los Salmos: Su Origen y Significando), Alba House, NY, p. 72-74). Los elegidos humanos también son incluidos con el Ejercito celestial como Hijos de Dios (de Romanos 8:14).

 

Cristo fue el primer nacido o primogénito de la creación. Para él, todas las cosas fueron creadas en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles, si tronos o dominios o principados o autoridades, todas las cosas fueron creadas a través de él y para él. Él es antes de todas las cosas, y en él todas las cosas se contienen juntos (Col. 1:16-17). Pero fue Dios que lo generó y quien legó que la creación existiera y subsistiera en Cristo. Por consiguiente, Cristo no es Dios en cualquier sentido que Dios el Padre es Dios y quien sólo es inmortal (1Timotéo 6:16) existiendo en perpetuidad permanente.

 

La Biblia sostiene que Dios es el Dios y Padre de Cristo (de Rom. 15:6; 2Cor. 1:3, 11:31; Efesios 1:3,17; Col. 1:3; Hebreos 1:1 y sig.; 1Pedro 1:3; 2Juan 3; Apo. 1:1,6, 15:3). Cristo deriva su vida, poder y autoridad por orden de Dios el Padre (Juan 10:17-18). Cristo subordina su voluntad a esa de Dios quien es el Padre (Mateo 21:31, 26:39; Marcos 14:36; Juan 3:16, 4:34). Dios le dio a los elegidos a Cristo y Dios es mayor que Cristo (Juan 14:28) y mayor que todos (Juan 10:29).

 

Así que Dios envió su único Hijo nacido (monogene) al mundo para que nosotros podríamos vivir a través de él (1Juan 4:9). Es Dios quien honra a Cristo, Dios siendo mayor (Juan 8:54).

 

Cristo dejó su poder como Hijo de Dios en el Ejercito y se volvió un hombre, descendiendo de David según la carne (Rom. 1:3). Él fue designado Hijo de Dios en poder según el Espíritu de santidad por su resurrección de entre los muertos, como Jesucristo nuestro Señor (Rom. 1:4)

 

Dios es la Roca (sur), como una Cantera o Montaña, de la cual todos los otros son escarbados, el pedernal de Josué 5:2, lo cual circuncida Israel, la causa principal y efectiva (Deut. 32:4, vea Maimonedes, Guide of the Perplexed (Guía del Perplejo), University of Chicago Press, 1965, Cap. 16, p. 42). Dios es la Roca de Israel, la Roca de su salvación (Deut. 32:15), la Roca que los sostuvo (Deut. 32:18,30-31). 1Samuel 2:2 muestra que Nuestro Dios es nuestra Roca, una Roca eterna (Isaías 26:4). Es de esta Roca que todos los otros son tallados como son todos los descendientes de Abraham en la fe (Isaías 51:1-2). El Mesías es tallado de esta Roca (Daniel 2:34,45) para subyugar los imperios mundiales. Dios, no Pedro, ni Cristo, ni los demás, es el Roca o fundación en la que Cristo construirá su Iglesia (Mateo 16:18) y en cual él mismo mora como una fundación.

 

El Mesías es la Piedra Angular Principal del Templo de Dios del cual los elegidos son los Naos o el Santo de los Santos, el almacén del Espíritu Santo. Las piedras del Templo son todas cortadas de la Roca que es Dios, como fue Cristo, y dadas a Cristo, la roca espiritual (1Corintios 10:4), la piedra de ofensa y piedra de tropiezo (Romanos 9:33) para formar el Templo. Cristo construirá el Templo para que Dios pueda ser todo, en todos (Efesios 4:6). Dios ha dado a Cristo para ser todo y en todos (panta kai en pasin Colosenses 3:11) poniendo todas las cosas bajo sus pies (1Cor. 15:27) dándolo para ser la cabeza sobre todas las cosas para la Iglesia que es su Cuerpo, la plenitud de él que llena todo en todos (Efesios 1:22-23). Cuando Dios puso todas las cosas bajo Cristo, es manifiesto que Dios quien puso todas las cosas bajo los pies de Cristo es excepción (1Cor. 15:27).

 

Cuando Cristo ha doblegado todas las cosas, luego Cristo mismo estará sujeto a Dios que puso todas las cosas bajo Cristo para que Dios pueda ser todo en todos (panta en pasin 1Cor. 15:28 no según RSV). Así las doctrinas Platónicas que buscan unir a Dios y Cristo en la Trinidad contradicen la Escritura. Cristo se sentará en la mano derecha de Dios, por dirección de Dios (Hebreos 1:3,13, 8:1, 10:12, 12:2; 1Pedro 3:22) y compartirá el trono de Dios como los elegidos compartirán el trono dado a Cristo (Apo. 3:21) que es un trono de Dios (Salmo 45:6-7; Hebreos 1:8 o Dios es su Trono traducido Su trono O Dios, vea nota a pie de página a la RSV anotada).

 

Dios que envía, es mayor que él quien fue enviado (Juan 13:16), el sirviente no es mayor que su Señor (Juan 15:20). Es un gran absurdo sugerir que un Ser pudiera ser un sacrificio hacia sí mismo. Semejante acto, lógicamente, es un suicidio, o, dentro del Trinitarianismo, una mutilación parcial. Por lo tanto, la doctrina niega la resurrección, sobre todo de 1Corintios 15.

 

Así la distinción en la crucifixión y la resurrección es obligatoria y completa. La resurrección tuvo que estar en la carne involucrando una conversión como la Gavilla Mecida, de otra manera no hay salvación y ninguna cosecha en curso. La preparación de Cristo para la ascensión a su Dios y nuestro Dios que es nuestro Padre (Juan 20:17) fue real y distintiva.