Iglesias Cristianas de Dios

 

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La Virgen Maríam y la Familia de Cristo [232]

(Edición 1.0 19971220-19971220)

 

 

Al contrario de la creencia popular, la madre de Jesucristo no se llamaba María. Ella no permaneció virgen. Tuvo muchos otros hijos que vinieron a jugar un papel significativo en el desarrollo de la primera Iglesia. Cristo tenía también otros parientes carnales que, con sus hermanos y sobrinos, también desempeñaron papeles importantes en la primera Iglesia. Lo que les llegó después fue una sorprendente condena por parte de la religión Cristiana.

 

 

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La Virgen Maríam y la Familia de Cristo [232]

 


La Virgen Maríam

 

La Biblia es completamente clara cuando dice que el Mesías nació de una virgen (Mateo 1:23; Lucas 1:27). Esta profecía se cumplió (Isaías 7:13-15). Si Jesucristo no hubiera nacido de una virgen, no podría ser el Mesías, pues la Escritura sería quebrantada. El nombre de esta virgen era Maríam. Su linaje se cita en Lucas 3 y viene explicado en el estudio La Genealogía del Mesías [119].  El Talmud de Jerusalén reconoce que este es el caso.

 

No hay ninguna duda, según la Biblia, que Maríam era virgen. Tampoco hay ninguna duda, según la Biblia, que no permaneció virgen y que tuvo al menos cuatro hijos más y cierto número de hijas. Estos son mencionados en muchos textos de la Biblia (Mateo 12:46; 13:56; Marcos 6:3). Hubiera sido impensable para ella permanecer casada y negarse a su marido, contrariamente a las enseñanzas de la Biblia. Esta virginidad perpetua viene de los cultos del Misterio del antiguo Próximo Oriente y de la religión de la antigua Roma.

 

Los nombres del Mesías y de su familia

 

El nombre del Mesías era Yahoshua. Sus variaciones son Hosea, Hoshea, Jehoshua, Jeshua, Jeshuah, Jesus, Osea (Oseas), Oshea y Joshua (Josué).

 

DHS 3091 es una combinación de DHS 3068 Yahovah y DHS 3467 y significa Yahovah ha salvado o Yahovah salva. La forma abreviada del nombre Yahovah es Yaho. Se convirtió en Yah o Jah en la KJV (Salmo 68:4), pero los textos de Elefantina nos muestran que la forma real era, y es, Yaho (ver The Ancient Near East: An Anthology of Texts and Pictures (El Antiguo Oriente Próximo: Una Antología de Textos e Imágenes) de James Pritchard, Vol. 1, Princeton, 1958, p. 278-279). Del papiro fragmentario griego en la Caverna 4 (4QLXXLevb) de los Manuscritos del Mar Muerto, vemos también que el texto en griego del Levítico fue escrito con sólo vocales griegas, sin utilizar las vocales para Adonai o como en la LXX, pero comparando con Yaho (utilizando también ima y Alfa y Omega) (Eyewitness to Jesus (Testigo de Jesús) de Carsten Thiede, p. 142). La secuencia del Alfa y la Omega puede también haber tenido un significado de este uso. Vemos asimismo que el nombre abreviado de Dios era Yaho y no Jah, confirmando los textos de Elefantina escritos tres siglos antes. En consecuencia, el nombre correcto es Yahoshua y se abrevia a Yashua.

 

En este sentido también, Hoshea significa liberador (derivado de DHS 3467), como Oshea y Hosea (voir DHS 1954).

 

La traducción griega normal para Josué o Joshua o Yahoshua era 'Iesous. O sea 'Ie para Yah o Yaho y sous (pronunciado su o sus o zhou/s) para shua. Se le encuentra en el Antiguo Testamento de la LXX y en el Nuevo Testamento, no sólo para Cristo sino para todos los usos de Josué (Joshua). Yeshua es una apócope de la palabra original. Las variaciones de este tema se encuentran por todas partes en al Biblia. En lengua griega se debe escribir la letra Y como 'I. Las reglas gramaticales griegas para las terminaciones de las palabras difieren según el caso, pero el sentido del hebreo original se conserva para los hebreos, que utilizan entonces el arameo.

 

Yudah, el nombre del hermano del Mesías, se convierte en Judas, de 'Ioudas en griego. José, el nombre raíz tanto de su hermano como de su primo, es 'Iosetos en griego, para el primo, y 'Ioseph, para el hermano (Mateo 13:55, ver Interlinear Griego-Inglés NT de Marshall), que se llama evidentemente según su padre José, el marido de Maríam. Estos nombres se disfrazan en la LSG, la BDS-IBS, la RV, la KJV y todas las versiones inglesas, francesas y españolas por la teología Trinitaria y por los Mariólatras. Yames o Jaime (Santiago) es, en realidad, 'Iakobos de Yacob o Jacob, pero es también 'Iakobou, según el caso y así sucesivamente. La traducción Simón, para su hermano, y Syméon y Simeón, para su primo, su sobrino y sus descendientes, varía de la misma manera a la vez en el tiempo.

 

La madre del Mesías era Maríam. Era su tía (la hermana de Maríam), la mujer de Cleofas (Juan 19:25), la que se llamaba Maria. Otra variación del nombre era Miriam. María, la mujer de Cleofas o Clopas, llamó a sus hijos 'Iakobos, llamado Yacob[o] el menor o Santiago el menor y Yosetos (Joses) (Marcos 15:40). Estos nombres de los primos del Mesías diferían de los nombres de los hermanos de Cristo, que eran 'Iakobos o Jacob[o] (traducido Santiago), 'Ioseph o José, Simón y 'Ioudas (Judas) o Jude (de Yudah o Judá) (Mateo 13:55). Las hermanas del Mesías no son nombradas. Era la práctica de la genealogía de aquellos tiempos. Podemos, sin embargo, estar bastante seguros que una de ellas tendría el nombre de Maríam y, probablemente, Isabel y, quizá también, María.

 

La práctica general era llamar a los nietos como sus abuelos, debido a que no había ninguna práctica estándar de los nombres de familia, lo mismo que pasa hoy en día. En consecuencia, los nombres de la mujer de Heli y de la madre de José también estarían incluidos. Los nombres de los hermanos, hermanas y primos del Mesías se obscurecieron deliberadamente en las versiones inglesas, francesas y españolas para promover la ilusión de la virginidad perpetua de Maríam, llamada equivocadamente María, en la idolatría. Este mito continúa hoy en día, incluso por los historiadores Católicos que conocen la verdad - como Malachi Martin (ver The Decline and Fall of the Roman Church (La Decadencia y la Caída de la Iglesia Romana), p. 42-44).

 

Los nombres de los apóstoles en español varían incluso del griego. El uso convencional es a menudo necesario para mantener una conversación comprensible con el resto del  mundo. Si los nombres reales de las personas se utilizaran correctamente en el Nuevo Testamento, prácticamente toda la conversación bíblica comprensible con el mundo no convertido sería difícil – sino imposible.

 

Matrimonio

 

Esto nos lleva a otro mito – a saber, el celibato de la iglesia apostólica. La mayor parte de los apóstoles estaban casados. Clemente y Eusebio comprendieron también que Pablo estaba casado y se atribuye a 1Corintios 9:5 por el NPNF, que sostiene que 1Corintios 7:8 parece implicar lo contrario. La respuesta podría encontrarse en la estructura de los textos. Ciertamente, por 1Corintios 9:5, sabemos que Pedro y los hermanos del Señor estaban todos casados. Pablo pide el derecho a ser acompañados por sus mujeres, lo mismo que tienen ellos y los otros apóstoles.

 

Durante varios siglos, se pensó pues que todos los apóstoles, incluido Pablo, estaban casados. Judas, el hermano de Cristo, estaba casado y tenía hijos.

 

Los hermanos de Cristo eran Yudas, Yakobos (convertido en Santiago), Yoseph y Simón (Mateo 13:55 Interlinear de Marshall; no hay ninguna J en hebreo). El tío de Cristo, Clopas o Cleofas, era el esposo de María, la madre de Santiago el menor y de Joses. También se considera que era el padre de Siméon, el segundo obispo de Jerusalén. Esta similitud de nombres es lo que provoca la reivindicación Católica de que los hermanos de Cristo eran verdaderamente sus primos. Sin embargo, el hermano de Cristo fue distinguido como Yakob (Santiago el Justo), no el Menor Yakobos (Santiago el Menor es la traducción), como se llamaba su primo. Los textos bíblicos griegos hacen claramente las distinciones de los nombres.

 

Eusebio, él mismo un Unitario Subordinacionista, alega que Hegésipo indica que Cleofas era el hermano de José. (Eusebio, NPNF, la segunda serie, Vol. 1, Ca. XI, p. 146; ver Libro IV, Ca. 22). Juan 19:25 declara claramente que María (Maria), la mujer de Cleofas, era la hermana de María (Maríam), la madre del Mesías. Tenemos entonces dos hermanos casados con dos hermanas o el registro de Hegésipo fue mal interpretado para mostrar que Cleofas era el hermano de José.

 

Santiago el Justo (el hermano de Cristo) y Simeón (el primo de Cristo) fueron mártires (ver también Eusebio, Ibíd., Libro IV, XXII, p. 199). En ese momento, los hijos de Judas, el hermano del Mesías, se hicieron cargo de cada iglesia, como testigos y parientes carnales de Jesucristo durante el reinado de Domiciano hasta el reinado de Trajano, al menos, cuando Simeón fue martirizado delante de Ático, el gobernador en aquella época (ver Eusebio, Ibíd., p. 164). Eusebio confirma también que Ignacio era el obispo de Antioquia y el segundo para suceder a Pedro (según Enodio) (ver NPNF, Ibíd., p. 166 y n. 4).

 

Estos parientes carnales de Jesucristo se llamaron los desposyni, que significa literalmente en griego Perteneciente al Señor. Este nombre se reservaba exclusivamente a sus parientes carnales y, durante el primer siglo y medio, era un nombre enormemente respetado y estimado. La antigua Iglesia Cristiana judía siempre estuvo dirigida por su propio desposynos y todos ellos tenían los nombres tradicionales de la familia de Jesús: Zacarías, Yoseph (José), Yohannes (Juan), Yakob (Santiago), Yoses (traducido José), Simeón, Matías, etc., pero nadie se llamó jamás Jesús o Yehoshua, o sea Josué. Había tres líneas bien conocidas y auténticas de descendientes consanguíneos legítimos de la propia familia de Jesús.

 

El historiador Católico Malachi Martin trata de limitar estas ascendencias de desposyni como sigue. Estas eran:

 

Una de Joaquín y de Ana, los abuelos maternos de Jesús. Una de Isabel, prima hermana de la madre de Jesús, María, y de Zacarías, el marido de Isabel. Y una de Cleofas y de su mujer que era también un primo hermano de María (Decline and Fall of the Roman Church de M. Martin, Secker y Warburg, London, 1981, p. 42).

 

Reconoce que había numerosos descendientes de sangre de José (p. 43) pero, como todos los Católicos romanos, parece tratar de negar su origen directo en Maríam o María, aunque reconoce que se había atado a la Iglesia durante los primeros años. María es hecha prima hermana y no hermana, como dice la Biblia.

 

Martin indica que los descendientes, como dirigentes de la Iglesia, tuvieron una reunión con Silvestre, el obispo de Roma, a propósito de la naturaleza completa de la Iglesia, en 318 EC (Ibíd.). El emperador ordenó el transporte por mar hasta Ostia para ocho de ellos y a continuación fueron llevados a lomos de asno a Roma y a Laterano donde Silvestre vivía ya en esplendor. Portaban ropas bastas de lana, con botas de cuero y gorros. La conversación era en griego, ya que ellos hablaban el arameo, pero no el latín, y que Silvestre no hablaba el arameo. Martín considera probable que José, el más viejo de los judíos Cristianos, habló para el grupo.

 

Martin pretende que la primera escisión, en 49 EC, fue sobre la cuestión de la circuncisión, ya que Pedro y Pablo habían roto con ellos insistiendo que ellos estaban ligados por la Torá. Esto, ciertamente, es una falsa afirmación, basada en razones teológicas posteriores, pero muestra el problema que vemos desarrollarse por estas intrusiones gnósticas. Finalmente, en 318 EC, este problema había llevado a la no-conformidad evidente entre la forma en que la Iglesia era dirigida por los originarios descendientes judíos de los parientes de Cristo y la pretendida Iglesia Católica Ortodoxa.

 

Desde la conquista de Jerusalén por Adriano, en el 135 EC, se prohibió a todos los judíos, y aparentemente a los Cristianos judíos, entrar en Jerusalén. Por eso, la posición doctrinal del sistema originario fue excluida de Jerusalén, lo que se consideraba como esencial para la fe. Los judíos Cristianos habían constituido la única iglesia Cristina en Jerusalén hasta 135 EC. La habían dejado solamente una vez, antes de la captura de Jerusalén por Tito en el 70 EC, de donde huyeron a Pella bajo Simeón, según Martin (Ibíd.). En 72 EC, volvieron a Jerusalén. Establecieron iglesias Cristianas por todas partes en Palestina, en Siria y en Mesopotamia, pero entraron en conflicto con las iglesias Cristianas de Grecia, a causa de problemas con la observancia de la ley o Torá. El Catolicismo moderno piensa que es porque Pedro y Pablo habían establecido un sistema separado con los griegos, pero no era el caso. Vale la pena también mencionar que el título de “papa” lo tenían los obispos de los episcopados principales, con Alejandría, Jerusalén o Antioquia, en los primeros años, pero nunca por los apóstoles.

 

Su sistema de gobierno, basado en la congregación, estaba siendo cuestionado. En el 318 EC, los desposyni pidieron a Silvestre, que ya contaba con el apoyo romano, que revocara su confirmación de la autoridad de los obispos Cristianos griegos de Jerusalén, de Antioquia, de Éfeso y de Alejandría y que nombrara en vez de ellos a obispos desposynos. Además, pidieron que la práctica de enviar dinero a Jerusalén, como iglesia madre, se volviera a implantar. Esta práctica se reconoce fácilmente como el sistema del diezmo del diezmo, que había estado en vigor en la iglesia hasta la prohibición del emperador Adriano en el 135 EC.

 

Silvestre rechazó sus reivindicaciones. Él dijo que, a partir de entonces, la iglesia madre estaba en Roma e insistió en que aceptaran los obispos griegos para dirigirlos.

 

Éste fue el último diálogo conocido con la iglesia observante del Sábado en el Este, dirigida por los discípulos que eran descendientes de los parientes carnales del Mesías. En las palabras de Martin:

 

Por su adaptación, Silvestre, apoyado por Constantino, decidió que el mensaje de Jesús debía formularse en términos occidentales por espíritus occidentales bajo un modelo imperial (Ibíd., p. 44).

 

Martin indica que a partir de esa época, ellos no tuvieron sitio en tal estructura de iglesia. Lograron sobrevivir hasta los primeros decenios del siglo V pero, uno a uno, desaparecieron.

 

Algunos se reconciliaron con la iglesia romana, pero solamente como individual. Algunos pasaron en el anonimato de los ritos orientales. Se persiguió al resto como unos fuera de la ley. Casi todos murieron por la espada, perseguidos par las guarniciones romanas, como personas fuera de la ley, o por hambre, cuando les quitaron sus pequeñas granjas y fueron forzados a vivir en las ciudades para ser controlados y reducidos a la tasa de nacimiento nulo.

 

Su destino constituye una condena total de la religión que reivindicó ser la representante de Jesucristo. Persiguieron y mataron a sus parientes de sangre, porque condenaron el sistema que pretendía representarlo. Este sistema se opone totalmente a todo lo que él enseñó y practicó. El mito de la Virgen María, que no era su nombre de todos modos, fue en parte puesto en práctica para disimular esta masacre horrible de sus descendientes y de los descendientes de su parentela, que habían observado las leyes de Dios y seguido a su hijo primogénito, Yahoshua, el Hijo de Dios.

 

 

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