Iglesias Cristianas de Dios

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La Levadura de Pentecostés

(Edición 2.0 03052004-20082007)

 

Los panes con levadura de Pentecostés fueron totalmente mal interpretados por la Iglesia de Dios en la última mitad del siglo XX. La comprensión del propósito de des fermentación con el fin de llegar a ser hijos de Dios en poder de la resurrección de los muertos como Cristo se perdió por algún tiempo. El objetivo de este papel es recuperar ese entendimiento.

 

 

Christian Churches of God

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 (Copyright © 2004, 2007 Wade Cox)

 

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La Levadura de Pentecostés

 


La Luna Nueva del tercer mes del año sagrado por lo general cae en la séptima semana del conteo de Omer hasta Pentecostés. En casi todos los años, el siguiente sábado y el primer día de la semana que siguen componen los dos días de la fiesta de las Semanas o Pentecostés. Como ya sabemos, Pentecostés significa "contar cincuenta". En este período construimos para la recepción del Espíritu Santo en Pentecostés. Hay una serie de cosas que tratamos de perfeccionare en este conteo de Omer. El amor y la unidad de los hermanos son de gran importancia y también es consecuencia de nuestro amor a Dios.

 

Deberíamos haber mantenido la Pascua, habiéndonos santificado desde el Año Nuevo el 1 de Abib. Tendríamos que haber ayunado el día 7 de Abib. Algunas Iglesias de Dios han hecho caso omiso de la santificación de los "simples y erróneos" cuando deberían haber ayunado, y en su lugar nombran un ayuno en Sábado en un día del conteo de Omer para satisfacer una de sus tradiciones. Dios quiere obediencia más que sacrificio. Cuando Él dice que hay que santificar a la congregación con un ayuno y guardar el 7 de Abib, por los simples y erróneos, el quiere decir exactamente eso.

 

Todo el período de veintiún días en el primer mes de Abib es un período de santificación. Tenemos que guardarlo para entender este hecho. Tenemos que quitarnos la levadura de malicia y de iniquidad y celebrar la fiesta en sinceridad y verdad (vea el papel La Vieja y la Nueva Levadura (No. 106a)). De esta manera, el conteo de Pentecostés inicia sobre una base sólida. Luego empieza el procedimiento para la fiesta, donde recibimos la levadura del Reino de los Cielos. Cristo dijo que el Reino de los Cielos es semejante a la levadura que fue dada a la mujer, que la colocó en tres medidas de harina hasta que todo fue leudado (Mt. 13:33). La explicación de Bullinger de este texto en The Companion Bible es el opuesto exacto de las palabras de Cristo.

 

Con los años, las Iglesias de Dios no han llegado a familiarizarse con el simbolismo de la levadura de la malicia y la iniquidad que es sustituida por la levadura del Espíritu Santo, que es el reino de los cielos y que está entre nosotros. Gran parte de este fracaso es directamente atribuible a la falta de celebrar la fiesta correctamente por el total de ocho días a partir del 14 de Abib hasta el 21 de Abib. Sólo mediante la obediencia de guardar la Fiesta de los Panes sin Levadura durante siete días, y estar presente en la comunión, es que llegamos a entender.

 

No debería sorprendernos que los que están en las Iglesias de Dios no entiendan este proceso en lo más mínimo. Ellos no entienden porque no obedecen a Dios. Debemos recordar este hecho: "Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán afirmados " (Prov. 16:3). No es al revés. No es: "Piensa en Dios un poco y él afirmara tus obras". Esa no es la forma en que funciona. Simplemente estamos obligados a hacerlo, y entonces comprenderemos.

 

El hecho es que Dios ha ordenado la colocación de la levadura en los dos panes en Pentecostés. ¿Estamos realmente afirmando que Dios pondría los símbolos del pecado en una de sus ofrendas? ¿No le atribuimos pecado o capricho a Dios?

 

Las ofrendas en Pentecostés señalaban hacia la Iglesia - el Templo de Dios. La levadura de los panes de Pentecostés señalaban hacia la doble naturaleza de las Escrituras, y del hombre en su caminar con Dios a través del Espíritu Santo. También alude a la dualidad del ejercito celestial y terrenal en la Ciudad de Dios (vea el papel La Ciudad de Dios (No. 180)). Las tres medidas de harina representan el triple aspecto del Reino de Dios. Cristo se presentó como rey, sacerdote y profeta (vea el papel Jesús el Cristo, Rey, Sacerdote y Profeta (No. 280)). Así también nosotros somos llamados y escogidos para convertirnos en una nación de reyes y sacerdotes, y el trabajo de la profecía está entre nosotros como el tercer elemento de la Iglesia y su pueblo.

 

El Espíritu Santo obra en el individuo, formándolo a el/ella en el Cuerpo de Cristo y desarrollándolos a todos como reyes, sacerdotes y profetas. De esta manera, como escribas de la Iglesia somos instruidos en los misterios de Dios. Somos como un padre de familia que saca cosas viejas y nuevas de su tesoro (Mt. 13:52).

 

En los días de Cristo, las cosas fueron habladas en parábolas para que la gente no viera ni entendiera, y por lo tanto regresara y se salvara antes de su tiempo. La Iglesia también ha sido imposibilitada de hablar claramente a través de los años por las acciones del adversario. A través de la persecución, la Iglesia estaba protegida por parábolas y la lenta liberación de información. En muchos casos, la Iglesia misma no entendía por la desobediencia de sus oficiales y personas. La Iglesia es como la luna, creciente y menguante en la comprensión a través de los siglos.

 

Los discípulos le preguntaron a Cristo: “¿Porque les hablas por parábolas?”

 

Cristo dijo:

Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane. Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.  (Mt. 13:10-16; ref. Is. 6:9-10, y también las versiones en Jn. 12:39-40; Hch. 28:26).

 

El desarrollo de la Iglesia siempre ha sido en sinceridad y verdad. La vieja levadura de malicia e iniquidad es removida. La fiesta se guarda en sinceridad y verdad, y a través de la sinceridad y la verdad progresamos a la levadura del Espíritu Santo, que hace a la persona un nuevo todo funcionando. A través de esa levadura nos convertimos y somos una nueva persona. Cristo le dijo a Pedro:

Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos. (Lc. 22:31-32).

 

Todos debemos avanzar en la verdad. Pilato preguntó: "¿Qué es la verdad?" Porque había visto tantas mentiras y falsas ideas. La Iglesia de Dios debe ser capaz de discernir la verdad y la palabra de Dios en justicia. La conversión es el regreso de la persona a Dios (cf. Mt. 18:3). Ser como un niño es venir ante Dios en inocencia y deseo de aprender. Uno no puede crecer reprimiendo la verdad. Sólo la verdad puede hacernos libres (vea el papel La Verdad (No. 168)). Es a través de la verdad y el amor por la verdad que uno es convertido (vea el papel Conversión y Verdad (No. 72)).

 

Vemos que hay una distinción entre la mente normal carnal y las mentes de los hijos de Dios. Hay una serie de conceptos y Escrituras que se relacionan con las parábolas de Mateo 13.

 

Somos nosotros los que son vivificados por la levadura del Espíritu Santo.

Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,  en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, (Efe. 2:1-2).

 

Porque, en efecto, el adversario había cegado a todos, como dice Pablo en 2 Corintios.

En los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.  (2Cor. 4: 4).

 

En este sentido, el evangelio de la gloria de Cristo es el que nos ilumina.

 

Muchos de nosotros somos llamados a la fe, y algunos son escogidos. Estos son los que oyen y ven, y la semilla da su fruto.

 

Una parábola principal de Mateo 13, después de la orden a los discípulos con respecto a oír y ver y ser convertido (véase más arriba), es la del sembrador.

Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó unto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga.  (Mt. 13:1-9).

 

A los más fieles de las Iglesias de Dios el los llamo Filadelfia, porque se amaban entre sí. Estos tenían poco poder, pero trabajaron en la fe y dedicación a través del poder del Espíritu Santo.

Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.  (Apo. 3:8).

 

Lo que nos diferencia es el poder de Dios en el Espíritu Santo, para que seamos capaces de guardar los mandamientos de Dios y la fe o testimonio de Cristo.

Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo. (Apo. 12:17).

 

Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. (Apo. 14:12).

 

El proceso del bautismo y el arrepentimiento nos lleva al punto en que el Espíritu Santo actúa en nosotros. Nos lavamos las vestiduras en la sangre del Cordero, por su sacrificio nos ha permitido entrar en el juicio y recibir el Espíritu Santo, que a su vez actúa en nosotros.

Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad.  (Apo. 22:14).

 

Es por oír la palabra en el Espíritu, y actuar en consecuencia de ello, que somos capaces de entender. Mateo13:10-23 dice:

Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane. Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron. Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador: Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza. El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.

 

En entendimiento, fruto de la acción. Mate13:24-30 dice:

Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.

 

Este grano crece en el individuo y se convierte todo en todo, como Dios se hace todo en todos, y luego nos convertimos en Elohim (vea Los Elegidos como Elohim (No. 1)). Ese es el objeto final de nuestro llamado, como también vemos en el Salmo 82.

 

Mateo 13:31-32 dice:

Otra parábola les refirió, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.

 

Dios destruyó la Tierra y todo lo que había en ella en el diluvio, porque la maldad era insoportable. Génesis 6:5 también nos muestra la maldad del corazón de los hombres.

Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.

 

Sin embargo, Dios prometió redimirnos y envió a Cristo para hacer precisamente eso, como vemos.

 

Mateo 13:33 nos muestra que la Iglesia, representada por la mujer, divide la levadura del Reino de los Cielos en tres medidas.

Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado.

 

Estas tres medidas representan las triples funciones de la Iglesia. Estas son las funciones de Cristo como rey, sacerdote y profeta.

 

Los elegidos son redimidos de entre los hombres como un cuerpo de reyes y sacerdotes, y en ellos se maneja el espíritu de la profecía. Así, la Iglesia se prepara para su misión en estas tres fases, donde el Espíritu Santo, desarrolla los dones y los da a los individuos de acuerdo a las necesidades de la Iglesia en el momento.

 

El trauma de la Fe, vale la pena el esfuerzo para la salvación de todos nosotros.

Juan 16:21 La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo.

 

La mujer es la Iglesia de Dios, y la novia de Cristo. Por esta razón, el adversario persigue a la Iglesia, como vemos en Apocalipsis 12:13:

Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón. 

 

Apocalipsis 12:17 continua:

Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.

 

La semilla, que es Cristo y la Iglesia, triunfará sobre el adversario y su sistema, como veremos más adelante. El profeta Zacarías nos muestra lo que sucederá. Él fue levantado por el ánimo de la nación después de su regreso del cautiverio.

 

Zacarías 5:5-11:

Y salió aquel ángel que hablaba conmigo, y me dijo: Alza ahora tus ojos, y mira qué es esto que sale. Y dije: ¿Qué es? Y él dijo: Este es un efa que sale. Además dijo: Esta es la iniquidad de ellos en toda la tierra. Y he aquí, levantaron la tapa de plomo, y una mujer estaba sentada en medio de aquel efa. Y él dijo: Esta es la Maldad; y la echó dentro del efa, y echó la masa de plomo en la boca del efa. Alcé luego mis ojos, y miré, y he aquí dos mujeres que salían, y traían viento en sus alas, y tenían alas como de cigüeña, y alzaron el efa entre la tierra y los cielos. Dije al ángel que hablaba conmigo: ¿A dónde llevan el efa?  Y él me respondió: Para que le sea edificada casa en tierra de Sinar; y cuando esté preparada lo pondrán sobre su base.

 

Este texto no se refiere al cautiverio en Babilonia, sino al de los Últimos Días. La mujer aquí es el sistema inicuo y es derribado y su boca es sellada con un talento de plomo y ella es llevada a la tierra de Sinar por las dos que eran como cigüeñas. El efa, como un símbolo del comercio, junto con la falsa religión del adversario, es establecido como el sistema babilónico. Es la Iglesia de Dios la responsable de corregir los errores de este sistema falso.

 

Somos dados inmundos por nuestra asociación, como vemos de Hageo 2:13:

Y dijo Hageo: Si un inmundo a causa de cuerpo muerto tocare alguna cosa de estas, ¿será inmunda? Y respondieron los sacerdotes, y dijeron: Inmunda será.

 

El pecado es impureza, y este aspecto fue inculcado en Israel por los requisitos del ritual de purificación, como vemos en Levítico 22:4-6:

Cualquier varón de la descendencia de Aarón que fuere leproso, o padeciere flujo, no comerá de las cosas sagradas hasta que esté limpio. El que tocare cualquiera cosa de cadáveres, o el varón que hubiere tenido derramamiento de semen, o el varón que hubiere tocado cualquier reptil por el cual será inmundo, u hombre por el cual venga a ser inmundo, conforme a cualquiera inmundicia suya; la persona que lo tocare será inmunda hasta la noche, y no comerá de las cosas sagradas antes que haya lavado su cuerpo con agua.

 

Estas cosas requieren arrepentimiento ya que somos cortados por el pecado. La iglesia de Corinto tenía un ejemplo particular de ello y no se dio cuenta de su importancia, como vemos en 1 Corintios 5:1-6:

De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre. Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción? Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús. No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?

 

En este sentido, la levadura era un miembro que estaba pecando y estaba corrompiendo el cuerpo de la Iglesia que no veía el problema como Pablo lo vio. Pero el pecado es mucho más que la fornicación, y el que está enojado y aborrece a su hermano es igual de culpable.

 

Hay dos levaduras compitiendo. La levadura de Satanás trata de hacernos no aptos para la levadura del Espíritu Santo, que es el Reino de los Cielos, porque entonces el Espíritu se retira de nosotros y nos corrompemos aún más.

 

Mateo 13:34-58 dice:

Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba; para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Abriré en parábolas mi boca; Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo. Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga. Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo. También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró. Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces; y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera. Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Jesús les dijo: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos respondieron: Sí, Señor. El les dijo: Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas. Aconteció que cuando terminó Jesús estas parábolas, se fue de allí. Y venido a su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas? Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa. Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos.

 

El uso del término levadura también se refiere a la enseñanza y la doctrina. Las enseñanzas de los textos de la Biblia como la levadura del Reino de los cielos no sólo se refieren al Espíritu Santo como el poder de Dios, que es el Reino de Dios extendido a toda la humanidad, sino también a la verdad y a las doctrinas que imparte. La comprensión de los textos de la Escritura fue corrompida por los fariseos, y aunque los saduceos tenían el calendario correcto porque el templo funcionaba, sin embargo, sus enseñanzas eran contrarias al Reino de Dios y por lo tanto, eran una levadura que se quería evitar.

 

En Mateo16:6-12 leemos:

Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos. Ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Esto dice porque no trajimos pan. Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis pan? ¿No entendéis aún, ni os acordáis de los cinco panes entre cinco mil hombres, y cuántas cestas recogisteis? ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil, y cuántas canastas recogisteis? ¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos? Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.

 

El concepto de levadura como pecado se deriva de los textos de este tipo, donde lo que era falso e incorrecto, si continuaba, sería destruir a la persona.

 

1 Corintios 5:6-8 dice:

No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad.

 

La ofrenda de la levadura como ofrenda pura de acción de gracias no sólo fue en Pentecostés, sino que también simbolizo la pureza de los corazones arrepentidos de Israel. A través del profeta Amós, Dios dijo lo que quería de Israel. Él volvió a referirse al corazón puro lleno del Espíritu Santo, y esto fue simbolizado por la levadura en la ofrenda de agradecimiento.

 

Amos 4:1-5:

Oíd esta palabra, vacas de Basán, que estáis en el monte de Samaria, que oprimís a los pobres y quebrantáis a los menesterosos, que decís a vuestros señores: Traed, y beberemos. Jehová el Señor juró por su santidad: He aquí, vienen sobre vosotras días en que os llevarán con ganchos, y a vuestros descendientes con anzuelos de pescador; y saldréis por las brechas una tras otra, y seréis echadas del palacio, dice Jehová. Id a Bet-el, y prevaricad; aumentad en Gilgal la rebelión, y traed de mañana vuestros sacrificios, y vuestros diezmos cada tres días. Y ofreced sacrificio de alabanza con pan leudado, y proclamad, publicad ofrendas voluntarias, pues que así lo queréis, hijos de Israel, dice Jehová el Señor.

 

Amós se refiere a los opresores como vacas o ganado de Basán. Esta actitud agrada a los hombres, pero no agrada a Dios. Tenemos que estudiar lo que Amos tiene que decir sobre el sistema y el mantenimiento adecuado de los Sábados y Lunas Nuevas (Amós 8:5).

 

Ahora veremos de qué se trata la Ofrenda de Pentecostés. En Levítico 23:15-16 vemos los detalles del conteo hasta Pentecostés. Se va a revelar exactamente lo que representan los panes.

 

Levítico 23:17-22 dice:

De vuestras habitaciones traeréis dos panes para ofrenda mecida, que serán de dos décimas de efa de flor de harina, cocidos con levadura, como primicias para Jehová. Y ofreceréis con el pan siete corderos de un año, sin defecto, un becerro de la vacada, y dos carneros; serán holocausto a Jehová, con su ofrenda y sus libaciones, ofrenda encendida de olor grato para Jehová. Ofreceréis además un macho cabrío por expiación, y dos corderos de un año en sacrificio de ofrenda de paz. Y el sacerdote los presentará como ofrenda mecida delante de Jehová, con el pan de las primicias y los dos corderos; serán cosa sagrada a Jehová para el sacerdote. Y convocaréis en este mismo día santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis; estatuto perpetuo en dondequiera que habitéis por vuestras generaciones. Cuando segareis la mies de vuestra tierra, no segaréis hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu siega; para el pobre y para el extranjero la dejarás. Yo Jehová vuestro Dios.

 

Estos son los panes o el pan de las primicias. Es el más simple de los símbolos porque los primeros frutos después de Cristo es la Iglesia de Dios, y el Espíritu Santo es representado por la levadura en el pan. Cristo y la Iglesia se convierten en hijos de Dios a través del poder del Espíritu Santo, y el pan de Cristo en Pentecostés se convierte en un pan con levadura. Esta levadura sólo puede representar la levadura del Reino de Dios que es el Espíritu Santo. También note aquí los demás requisitos de justicia, y sobre todo la regularidad del diezmo (vea el papel Diezmando (No. 161)). Nuestros sacrificios son la oración y el ayuno, junto con ofrendas voluntarias.

 

Todos pecamos y todos estamos destituidos de la gloria de Dios. Estamos obligados a vencer y usar el Espíritu Santo con buenos resultados y ser fortalecidos por el. No debemos afligir al Espíritu Santo, ni disminuirlo, pero debemos arrepentirnos y ser sinceros.

 

Romanos 7:14-25 dice:

Porque sabemos que la ley es espiritual; más yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.

 

Por lo tanto, Pablo representa la dualidad del conflicto entre la levadura de Satanás y la levadura del Reino de los Cielos - el Espíritu Santo. Es el medio por el cual el Reino puede estar entre nosotros.

 

Todos somos corruptos como gente carnal. Jehová busca en la mente la intención de lo que hacemos y pensamos.

 

Jeremías 17:9-10 también dice:

Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.

 

Nosotros mismos no podemos vencer sin la intervención de Dios a través de su Espíritu Santo.

 

Jeremías 10:23-24:

Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos. Castígame, oh Jehová, mas con juicio; no con tu furor, para que no me aniquiles.

 

A través de Isaías, Dios nos promete que derramará su Espíritu Santo sobre la semilla, que es el Cuerpo de Cristo como la Iglesia. Este Cuerpo es simbolizado por el pan. El pan en la Pascua no tiene levadura porque tenemos que quitarnos la levadura de malicia e iniquidad. Sólo desde el último día de los Panes sin Levadura, el 21 de Abib, cuando estamos debidamente des leudados del pecado y del propio ser anterior, podemos proceder a Pentecostés donde el Espíritu está presente y nos leuda por el poder de Dios. Por tanto, es importante que guardemos los ocho días de la fiesta con el fin de prepararnos adecuadamente para Pentecostés.

 

Isaías 44:3 dice:

Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos;

 

La ofrenda de expiación hace santo al que la toca (Lev. 6:24-27), y era para indicar que Cristo expiaría el pecado y haría a Israel - y en última instancia, a todo el mundo - santo.

 

Sin embargo, la manera por el cual fue preparado fue roto y dejado, porque nosotros mismos nos convertiremos en seres espirituales y perderemos nuestros cuerpos.

 

Levítico 6:28 dice:

Y la vasija de barro en que fuere cocida, será quebrada; y si fuere cocida en vasija de bronce, será fregada y lavada con agua.

 

Los levitas que ayudaron a preparar la ofrenda expiatoria también fueron limpiados, como nosotros mismos debemos ser limpiados.

Así harás para expiación por ellos: Rocía sobre ellos el agua de la expiación, y haz pasar la navaja sobre todo su cuerpo, y lavarán sus vestidos, y serán purificados. (Núm. 8:7).

 

Los símbolos de Cristo son el medio por el cual recibimos el acceso al Espíritu Santo de Dios en el desierto.

 

Números 20:8-11 dice:

Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias. Entonces Moisés tomó la vara de delante de Jehová, como él le mandó. Y reunieron Moisés y Aarón a la congregación delante de la peña, y les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña? Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias.

 

Así también, Nehemías dice que recibieron esos alimentos del cielo, para que pudieran heredar sus promesas de primogenitura.

Les diste pan del cielo en su hambre, y en su sed les sacaste aguas de la peña; y les dijiste que entrasen a poseer la tierra, por la cual alzaste tu mano y juraste que se la darías.  (Neh. 9:15).

 

Y esa Roca era Cristo.

Y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo.  (1Cor. 10:4).

 

Y ese era Beer o el pozo o manantial.

De allí vinieron a Beer: este es el pozo del cual Jehová dijo a Moisés: Reúne al pueblo, y les daré agua.  (Núm. 21:16).

 

Vemos que este simbolismo del agua del Espíritu revive el espíritu en el hombre.

 

Jueces 15:19 dice:

Entonces abrió Dios la cuenca que hay en Lehi; y salió de allí agua, y él bebió, y recobró su espíritu, y se reanimó. Por esto llamó el nombre de aquel lugar, En-hacore, el cual está en Lehi, hasta hoy.

 

Esta levadura del Espíritu Santo es también comparada con el aceite que llena las lámparas de los elegidos.

 

Mateo 25:1-13 dice:

Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.

 

Cristo nos enseñó que el agua era un símbolo de las aguas vivas del Espíritu Santo que se derrama sobre todas las personas en el juicio representado por el Ultimo Gran Día.

 

Juan 7:37-39 dice:

En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.

 

Así también extendió ese don a los gentiles.

 

Juan 4:10-15 dice:

Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.

 

Por lo tanto todos somos bautizados con el Espíritu Santo y el poder nos llena y nos hace nuevas criaturas. Somos leudados con la nueva levadura y un nuevo poder que nos hace el pan, que es el Cuerpo de Cristo y el Maná del Cielo.

 

Mateo 3:11 dice:

Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.

 

Marcos 1:8 declara:

Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo.

 

Mientras Lucas dice en Lucas 3:16:

Respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.


Efesios 5:26 nos muestra cómo se produce la santificación.

Para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,

 

También debemos siempre estar conscientes de los símbolos de estos que comen con nosotros y sin embargo no tienen el Espíritu, como podemos ver en Judas 12.

 

Judas 12:

Estos son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos; nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados;

 

Dios dice a través de Cristo en Apocalipsis 21:6:

Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. 

 

Recibimos el Espíritu Santo gratuitamente cuando vencemos.

 

De igual modo, el dice en Apocalipsis 21:17:

Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel.

 

Seremos como los ángeles e hijos de Dios junto con el Ejército leal como seres espirituales.

 

1 Corintios 6:11 nos muestra que todos somos lavados y santificados y justificados en el nombre del Señor Jesucristo en el Espíritu de nuestro Dios.

Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.

 

Todos somos hechos un solo cuerpo porque el Espíritu es uno.

 

1 Corintios 12:13 nos muestra nuestra unidad de espíritu.

Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.

 

En esto somos uno y hermanos juntos, y novias de Cristo - todos nosotros. Somos los panes con levadura de Pentecostés con el Ejército celestial como primicias para Dios.

 

(Las citas están basadas en la American Standard Versión 1901, pero modificada para leer Yahovah. No hay letra 'J' en el hebreo; y sabemos de las excavaciones que el antiguo nombre era Yaho y Yahovah, y no Jah y Jehovah, o incluso Yahweh como es a menudo afirmado.)

 

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