Iglesias Cristianas de Dios

 

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Isaac: El Hijo de la Promesa

(Edición 2.0 20031120-20070126)

 

 

Y el Señor cumplió con lo que le había prometido a Sarah. Sarah quedó embarazada y le dio un hijo a Abraham en su vejéz, en el momento preciso que Dios le había prometido a él. Este documento es una adaptación de los Capítulos 7 y 8 de la Historia de la Biblia Volumen 1 de Basil Wolverton, publicada por el Ambassador College Press.

 

 

 

 

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Isaac: El Hijo de la Promesa [CB12]

 


 Después de la destrucción de las ciudades de la llanura de Jordania, Abraham se mudó al sudoeste a una tierra llamada Gerar. Tal como  Dios había prometido, Abraham y Sarah iban a ser padres de un niño. Un ángel les había dicho que llamaran al bebé Isaac. Abraham tenía 100 años de edad cuando nació Isaac. Sarah tenía 90 años de edad (Gen. 21:1-3).

 

En aquellos dias se acostumbraba dar una fiesta en honor los niños que tuvieran entre dos o tres años de edad. Cuando Isaac tuvo esa edad, Abraham hizo la fiesta porque su hijo había dejado de ser bebé y se había convertido en un niño pequeño. Y como Abraham se había convertido en una persona muy respetada en esa región, invitó a hombres importantes a la fiesta, posiblemente inclusive al rey de Gerar.

 

Cuando Agar y su hijo Ismael vieron la atención especial que Isaac estaba recibiendo de tantas personas, ellos sintieron envidia. Ismael era el primer hijo de Abraham, y Agar estaba resentida porque Ismael no había sido honrado de la misma manera a esa edad (Gen. 21:8-9). Durante la cena, Agar e Ismael hicieron algunos comentarios desagradables sobre el pequeño  Isaac. Su madre se enojó mucho con ellos cuando los escuchó.

 

Ismael parte

 

Pese a que Sarah había sugerido que Abraham tuviera un hijo por medio de su sierva Agar,  a Sarah no le había gustado que Agar e Ismael vivieran en las mismas tiendas junto con Abraham y ella. Ella inmediatamente acudió a Abraham para pedirle que echara a Agar e Ismael. Esto era un problema para Abraham, quien sabía que habría muy poca felicidad en un hogar con dos madres celosas.

 

“Haz lo que Sarah desea y echalos,” Dios le dijo a Abraham. “Pero no te sientas triste por esto, porque Yo me ocuparé de ellos”. Isaac, no Ismael, será tu heredero, ¡pero a partir de Ismael haré una nación completa!” (Gen. 21:10-13).

 

Esta promesa alivió mucho a Abraham. Él obedeció a Dios. Temprano en la mañana siguiente él preparó provisiones para la partida inmediata de Agar e Ismael, quienes él esperaba que lograran llegar a un lugar donde pudieran descansar del caluroso sol de la tarde. Es posible que él también ansiara que no se fueran a vivir a demasiadas millas de distancia.

 

Mientras aún estaba fresco en la mañana, Agar e Ismael tomaron comida y agua, salieron de la tienda de Abraham y comenzaron a caminar. Agar, que era egipcia, partió con su hijo a través del desierto hacia el sur, posiblemente con la intención de regresar a su tierra natal (Gen. 21:14). Ella creía que si ellos podían llegar a al camino principal de las caravanas a Egipto, quizás podrían encontrar una caravana que los pudiera llevar a lo largo del sudoeste.

 

Esto no fue lo que ocurrió. Agar no pudo encontrar el camino de las caravanas. A la mitad del caluroso día ya habían bebido toda el agua que tenían. No había sombra, y hacía tanto calor que a la midad de la tarde Ismael cayó en la arena ardiente, y no pudo volver a levantarse. Al ser un adolescente en crecimiento, necesitaba mas refrigerios que su madre, quien se dio cuenta que si no encontraba agua pronto su hijo seguramente moriría de sed en unas horas.

 

Agar se desesperó. No parecía haber posibilidades de encontrar agua en aquella gran extensión de arena caliente y rocas. A media tarde, cuando el calor llegó a su peor momento, Ismael estaba solo parcialmente consciente. Agar luchó para hacerlo rodar hasta la sombra débil de un arbusto del desierto. Ella lo dejó allí y caminó lo suficientemente lejos como para no poder oir sus gemidos. Estos y los amargos sollozos de ella eran los únicos dos sonidos en el doloroso calor del desierto.

 

Ismael es rescatado

 

Luego de un tiempo se oyó un sonido sorpresivo. ¡Era la voz de un ángel que le habló a Agar! “No te preocupes por tu hijo, Agar,” dijo el ángel. “Ve y ayudalo. Dios hará surgir una gran nación de Ismael” (Gen. 21:17-18).

 

Agar levantó su mirada. Ella no vió al que hablaba, pero vio algo que no había notado antes. Era un manantial de agua clara y fresca que salía a borbotones de la arena y solo a unos pocos pies de distancia. Agar se lanzó al manantial, llenó su vacía botella de cuero, y agradecida se apresuró a verter un poco de agua entre los labios secos de Ismael. Dios le había prometido a Abraham que Él cuidaría a  Ismael y a su madre. Él comenzó salvando sus vidas en el desierto.

 

Después de que Ismael se recuperara, él y Agar todavía no lograban encontrar el camino de las caravanas. Ellos viajaron hacia el sudeste hasta un area desierta en la cual se quedaron. Ismael se volvió tan habilidoso con el arco que podía ensartar muchos pájaros y animales para alimentarse los dos. Ellos continuaron su vida en el desierto por muchos años hasta que él casi se convirtió en un hombre salvaje (Gen. 16:12). Agar logró traerle una mujer egipcia para que fuera su esposa (Gen. 21:21). Ismael y su esposa tuvieron hijos, y esos hijos crecieron y tuvieron hijos. Con el tiempo, una nación completa surgió de Ismael, tal como Dios había anticipado. Hoy en día conocemos a ese pueblo como los árabes.

 

La prueba mas difícil para Abraham

 

Con el transcurso de los años Abraham  demostró por su obediencia que era en verdad un servidor de Dios. Dios planeó ponerlo a prueba una vez más, y esta sería la prueba más difícil de todas. En ese momento él estaba viviendo en un lugar llamado Beer Sheba, al norte de donde Agar e Ismael habían se habían internado en el desierto. Allá creció Isaac. Abraham estaba agradecido porque Dios le había dado este buen hombre joven. Él se impresionó un día cuando oyó a Dios decir: “Lleva a  Isaac a la tierra de Moriah y ofrecelo como ofrenda quemada” (Gen. 22:2).

 

Abraham hubiera elegido dar su propia vida, pero esto no era lo que Dios le había dicho que hiciera. Abraham sabía que lo mejor que uno puede hacer es obedecer al Creador, sin importar cuán difícil pueda ser. Entonces él comenzó a seguir las instrucciones que había recibido.

 

Pero antes de que Abraham pudiera en realidad sacrificar a su hijo el Señor le dijo: “No hagas daño a Isaac.¡ Sé que me temes, porque has tenido la voluntad de entregar a tu hijo!(Gen. 22:10-12).

 

Abraham sabía que Dios estaba hablandole por medio de un ángel. Se desplomó en sus rodillas, llorando y colmado de felicidad y agradecimiento porque Dios no le había pedido que tomara la vida de su hijo. Entonces él vio en la cercanía un carnero que se sacudía en un matorral donde estaba atrapado. Abraham se dio cuenta que Dios le había proporcionado un animal para sacrificar en lugar de Isaac (v.13).

 

Isaac también debió haber estado agradecido cuando su padre cortó las sogas que lo sujetaban. Para obtener mas explicaciones acerca de esta historia ver el documento Abraham e Isaac: Un Sacrificio por la Fe (No. CB11).

 

Quizás uno pueda pensar que fue cruel por parte de Dios hacer que Abraham casi asesinara a  Isaac. Dios nunca es cruel. Él siempre es amoroso y piadoso. A veces Dios da pruebas muy difíciles a aquellos que eligen obedecerle. Esto es para demostrar la obediencia o la sabiduría, tal como a veces los maestros en la escuela o los padres nos dan pruebas para saber cuánto estamos aprendiendo.

 

En el caso de Abraham esto demostró que  Abraham amaba a su Creador más que a ninguna otra cosa o persona, incluyendo a su hijo. Abraham demostró gran fe por lo que estaba preparado para hacer. La prueba fue buena para  Abraham y un buen ejemplo para millones que luego leerían acerca de este evento. Además señaló un momento mil años mas tarde cuando Dios mismo estaría dispuesto a entregar a Su único hijo, Jesús, para que fuera asesinado a causa de todas las malas acciones realizadas por el hombre.

 

La promesa de prosperidad para los descendientes de Abraham

 

Antes de que Abraham e Isaac bajaran el cerro de regreso, el Señor le habló una vez más a  Abraham. “Dado a que has estado dispuesto a entregar a tu hijo por me,” prom­etió Dios, hablando por medio de un ángel, “Yo te bendeciré en verdad. Tus descendientes van a ser como las estrellas de los cielos en multitud y como las arenas de la costa. Ellos podrán conquistar a sus enemigos. Todas las naciones del mundo buscarán ser tan prósperas como aquellas que desciendan de ti. ¡Todo esto ocurrirá porque me has obedecido!”

 

Luego de que Abraham e Isaac regresaran a donde los dos siervos estaban esperando, ellos partieron de regreso a Beer Sheba.

 

Mas tarde, Abraham se mudó a Hebron en la parte sur de la isla de Canaan. Allí, Sarah murió a la edad de 127 años. Esta madre de muchos millones de personas que ahora viven alrededor del mundo fue enterrada en una cueva que le pertenecía a Abraham.

 

Pasados tres años después de la muerte de su esposa Sarah, Abraham comenzó a pensar que  Isaac debía casarse. En ese momento Isaac tenía 40 años de edad. Abraham estaba preocupado por lograr que su hijo no tomara por esposa una mujer entre los canaanitas, que eran adoradores de ídolos.

 

Abraham le ordenó al encargado sus siervos que tomara hombres, camellos y provisiones y fuera a la Mesopotamia, la tierra natal de Abraham, y trajera al volver una esposa para Isaac elegida entre su propio pueblo (Gen. 24:3-4). En aquellos tiempos era costumbre que los padres eligieran a las personas que se casarían con sus hijos e hijas, y esto es costumbre aún hoy en día en algunos paises.

 

Abraham estaba seguro de que todavía había en Mesopotamia muchas personas que adoraban a Dios. Él tenía un hermano, Nacor, que aún vivía allí y tenía una gran familia (Gen. 22:20-24). Él sabía que Dios estaría mas complacido si Isaac se casaba con alguien de su propia familia (descartando parientes cercanos) que si tomaba una esposa que adorara ídolos.

 

El siervo de Abraham encuentra a Rebeca

Despues de dias de viaje hacia el noreste, el siervo de Abraham y su caravana llegaron una noche a un pozo de agua justo fuera de la ciudad de Nacor (Gen. 24:10). En aquellos dias las mujeres eran las que iban a los pozos a extraer agua. El siervo de Abraham rogó que entre ellas hubiera una que resultara una buena esposa para el hijo de su amo. Él también rogó que Dios le señalara a esta mujer haciendo que ella se ofreciera como voluntaria para extraer agua para él y los camellos. Esto puede parecer pedirle mucho a Dios. ¿Qué mujer se ofrecería voluntariamente a extraer agua para diez camellos sedientos?

 

Pero aún antes de que el siervo hubiera terminado su plegaria, una hermosa y joven mujer se acercó al pozo. Cuando ella sacó agua, el siervo de Abraham se acercó y le pidió agua para beber. En seguida la mujer le ofreció la jarra de agua (Gen. 24:11-15). “Bebe, señor mio,” dijo ella. “Esto casi puede ser la respuesta a mi plegaria,” pensó el siervo. “Ella está dispuesta a darme de beber, pero seguramente no va a querer mas molestias.” Por esto el siervo de Abraham se sorprendió  al oir a la joven mujer decir, “¡con mucho gusto les daré agua a los camellos también! ¡les daré todo lo que puedan beber!”

 

Esta era una respuesta directa a la plegaria que había hecho solo unos minutos antes. El siervo de Abraham estaba seguro de que esta era la mujer para Isaac. Para pagarle por su molestia, él le dio un anillo de oro que pesaba medio siclo y dos brazaletes que pesaban diez ciclos (Gen. 24:22).

 

Los diez siclos representan los honorarios por la redención de una mujer de entre cinco y veinte años. Los honorarios por la redención de las personas estaban especificados por ley y no eran una carga (Lev. 27:1-8). El medio siclo representa el impuesto especifico impuesto por el Templo para Expiación (Ex. 30:11-16). Cristo pagó el precio por nosotros, cuando entregó su vida. Los brazaletes y el añillo de naríz también se relacionan con la expiación (Num. 31:49-50).

 

Cuando él le preguntó su nombre, él recibió otra sorpresa. “Yo soy Rebeca,” ella le dijo. “Yo soy la hija de Bethuel, el hijo de Nacor.”

 

Nacor era el hermano de Abraham, ¡entonces esta joven mujer era prima segunda de Isaac! Fue una buena noticia para el siervo el saber que había encontrado una mujer que era del pueblo de Abraham, y una que sabía del Único Dios Verdadero. El siervo de Abraham le agradeció a Dios inmediatamente por haberlo ayudado.

 

Laban invita a la desconocida a casa      

 

Rebeca corrió a su casa entuciasmada a contarle a su familia lo que había ocurrido, y para mostrarles el añillo y los brazaletes. Cuando su hermano, Laban, vio las costosas joyas y escuchó la historia de Rebeca, fue apresuradamente al pozo para invitar al siervo de Abraham a su casa (Gen. 24:29-31). El siervo estaba agradecido por la invitación, pero antes de aceptar, se aseguró que los hombres que estaban con él descargaran, se alimentaran e hicieran lechos de paja para los camellos. Él y sus hombres recibieron agua para lavarse los pies. Esta era una costumbre que era muy útil en tierras áridas donde los pies de los viajeros quedaban polvorientos y agotados.

 

Luego recibieron comida, pero el siervo no quería comer antes de decirles a sus anfitriones cuál había sido el motivo de su presencia (v. 33). Él relató a la familia de Rebeca lo que le había ocurrido a  Abraham desde que había dejado Haran muchos años atrás. Él relató cómo Abraham había obedecido a Dios en las tierras donde otras personas no tenían nada que ver con Dios y cómo Abraham se había vuelto rico y  felíz padre de un hijo obediente, Isaac.

                          

Cuando el siervo les contó de su plegaria por una buena esposa para Isaac, y cómo Rebeca había cumplido con lo que él había pedido, la familia de Rebeca se convenció de que Dios lo había guiado a Rebeca.

 

“Creemos que es el deseo de Dios que Rebeca se convierta en la esposa de Isaac,” le dijeron al siervo (v. 50).

 

El siervo estaba tan complacido al oir esto que nuevamente agradeció a Dios. Luego entregó a Rebeca oro y plata y verstimenta hermosa, y obsequios costosos para su familia (v. 53). Los obsequios costosos que recibieron rebeca y su familia mostraban que en su futuro tendría riqueza. Luego, finalmente, todos disfrutaron una fiesta felíz. Si el lector cree que esto no era justo para Rebeca porque ella tenía poco o nada para decir acerca de todos estos planes, debe recordar que en aquellos tiempos las esposas eran elegidas de un modo diferente. En este caso, Rebeca sin duda estaba contenta y entuciasmada, aunque no  conocía a Isaac. Lo que es más importante es que Dios había puesto su mano en esto, lo cual aseguraría la felicidad de todas las personas involucradas.

 

Por la mañana siguiente, la familia de Rebeca preguntó si ella podía quedarse unos días más en su casa. El siervo de Abraham les recordó que, dado a que Dios lo había guiado tan rápidamente a Rebeca, nada debía ser postpuesto. Rebeca afirmó que ella estaba dispuesta a partir inmediatamente, entonces la caravana emprendió  su viaje de regreso. En el viaje de retorno la caravana se agrandó al agregar camellos que cargaron a Rebeca, su asistente y sus siervas. La familia de Rebeca estaba triste al verla partir, pero ellos también estaban felices porque obviamente ella se casaría con un buen hombre  (vv. 55-61).

 

Isaac conoce a su novia

 

Días mas tarde, mientras Isaac estaba fuera caminando en un campo, vio una caravana acercandose. Él se acercó al encuentro, esperando que fuera la que su padre había enviado a Nacor. Cuando Rebeca vió un hombre corriendo hacia ellos, ella preguntó quién era él. Cuando le dijeron que sería el hombre con el cual ella se iba a casar, ella se alegró. Ella se arregló rapida y modestamente con un largo velo antes de bajar de su camello para encontrarse con su futuro esposo (v. 65).

 

Isaac y  Rebeca se casaron rápido después de su encuentro. Y dado a que tenían la bendición de Dios, ellos fueron muy felices (v. 67). A través de ellos, el Creador se acercó un paso para dar inicio a la nación que realizaría una importante tarea en el mundo a traves de sucesivas generaciones.

 

Treinta y seis años mas tarde, a la edad de 175 años, Abraham murió (Gen. 25:7-8). Los primeros dos hijos, Ismael e Isaac enterraron a su padre en la misma cueva en la que fue enterrada la primera esposa de Abraham, Sarah (Gen. 25:9-10). Ver el artículo Abraham y Sarah (No. CB10).

 

Si bien Isaac y Rebeca eran felices en su matrimonio, los años pasaban y ellos no tenían ningún hijo. Ellos estaban tan desilusionados que por fin Isaac le pidió a Dios que les enviara un niño (Gen. 25:21). Dios respondió la plegaria. Despues de veinte años de matrimonio, por fin  Isaac y  Rebeca se dieron cuenta que pronto serían padres.

 

En un momento Rebeca sufrió de dolores extraños entonces oró por alivio. Dios le dijo, posiblemente en un sueño o en una visión, que ella daría a luz al comienzo de dos naciones. Dios le dijo que una nación resultaría mas fuerte que la otra, y que el primero en nacer serviría al otro. Dios le dio fuerza para continuar en este estado hasta que se convirtió en madre de dos hijos mellizos. El primero en nacer se llamó Esau. El segundo se llamó Jacob (Gen. 25:22-26).

 

Isaac y Abimelec

 

Había hambruna en la tierra e Isaac acudió al rey Abimelec en Gerar. Esta era una hambruna diferente de la que había ocurrido en los tiempos de Abraham cuando él fue a Egipto (Gen. 12:10). El Señor se presentó ante Isaac y le dijo que no fuera a Egipto.

 

“Reside en esta tierra. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tus descendientes os daré todas estas tierras. Así cumpliré el juramento que hice a tu padre Abraham. 4Yo multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras. Y en tu descendencia Serán benditas todas las naciones de la tierra, 5 porque Abraham Obedeció mi voz y Guardó mi ordenanza, mis mandamientos, mis estatutos y mis instrucciones. 6 Habitó, pues, Isaac en Gerar  (Gen. 26:3-6)

 

Ahora, al igual que Sarah, Rebeca también era muy hermosa. Entonces cuando los hombres de ese lugar le preguntaron a Isaac por su esposa él dijo, “Ella es mi hermana”. Él tenía miedo de decir que Rebeca era su esposa porque pensaba que los hombres podrían matarlo y tomar a su esposa. Sin embargo, luego de que Isaac había estado un largo tiempo el rey miró por la ventana un día y vio a Isaac acariciando a su esposa. Entonces mandó a buscar a Isaac y le dijo, “¡Ella es en realidad tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?”

 

Isaac le dijo al rey que tenía miedo de ser asesinado por Rebeca. Entonces Abimelec se enojó porque cualquiera de sus hombres podría haber tomado a Rebeca por esposa. Entonces dio órdenes a todo el pueblo que cualquiera que tocase a  Rebeca sería asesinado (Gen. 26:7-11).

 

Es interesante destacar que el padre de Isaac, Abraham hizo lo mismo cuando fue a Egipto. Él mintió con respecto al hecho de que Sarah (Sarai) era su esposa y dijo que era su hermana. Al igual que Isaac, él también pensó que esta mentira salvaría su propia vida (Gen. 12:11-14). Ambos debieron haber confiado en que Dios los cuidaría porque así lo había prometido.

 

Isaac plantó cultivos y con el tiempo se volvió muy rico, y esto continuó. Él tenía tantas manadas y rebaños que los filistinos lo envidiaron y se volvieron malos. Entonces ellos llenaron los pozos de Isaac con tierra. Finalmente Abimelec le dijo a Isaac que se mudara porque se estaba volviendo demasiado poderoso (Gen. 26:12-16). Dado a que Dios cumplió Sus promesas Su pueblo fue bendecido y fueron considerados como una amenaza para los otros en las tierras en las que habitaban.

 

Entonces Isaac se mudó y se estableció en el valle de Gerar. Él abrió nuevamente pozos viejos que su padre había dejado. Los siervos de Isaac cavaron en el valle y encontraron un pozo de agua fresca allí. Pero los otros pastores pelearon con ellos y les dijeron que el agua era de ellos. Entonces él le dio al pozo el nombre de Esec porque ellos pelearon con él. Luego cavaron otro pozo y pelearon también por este, entonces le dieron el nombre de Sitna. Continuó su camino y cavó en otro pozo y nadie peleo por este. Le puso el nombre de Rejobot, diciendo, “Ahora el Señor nos ha dado un lugar y floreceremos en la tierra” (Gen. 26:17-22).

 

Desde allí Isaac fue a Beer Sheba. Allá el Señor apareció ante él y le dijo, “Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, porque Yo estoy contigo; te bendeciré y multiplicaré el número de tus descendientes por la paz de mi siervo  Abraham” (Gen. 26:23-24).

 

Isaac construyó un altar allá e invocó el nombre del Señor. Allí instaló su tienda y sus siervos cavaron un pozo. Mientras tanto Abimelec había venido a su encuentro desde Gerar con algunos de sus hombres. Isaac preguntó: ¿“Por qué has venido a mi si fuiste hostil conmigo y me has echado?” (Gen. 26:25-27).

 

Ellos respondieron: “Vimos con claridad que el Señor estaba contigo; entonces dijimos, ‘Debe haber un juramento de alianza entre nosotros. Hagamos un pacto contigo de que no nos harás daño, así como nosotros no te hemos molestado sino que siempre te hemos tratado bien y te hemos enviado lejos en paz.’ Y ahora has sido bendecido por el Señor” (Gen. 26:28-29).

 

Isaac entonces hizo un banquete para ellos y ellos comieron y bebieron. El banquete era para mostrar la amistad entre las partes del pacto. Temprano en la mañana siguiente los hombres juraron un pacto unos a otros. Luego Isaac los despidió y ellos partieron en paz. Esse día los siervos de Isaac vinieron a decirle que habían encontrado mas agua. Él le dio a ese pozo el nombre de Seba y hasta hoy en día en nombre del pueblo ha sido Beer Sheba (Gen. 26:30-33).

 

La bendición de Isaac continuó

 

Los hijos de Isaac crecieron y Esau se volvió un habilidoso cazador y Jacob trabajaba cerca de su casa entre las tiendas. Isaac amaba a Esau más y Rebeca  amaba mas a Jacob (Gen. 25:27-28), entonces cada padre tenía un hijo favorito. Esto no es algo bueno de fomentar en las familias. Sin embargo, si bien los padres aman a todos sus hijos, ellos a veces pueden favorecer a uno más que a otro.

 

Esau era el primogénito entonces él era el heredero a las promesas del derecho por nacimiento. El derecho por nacimiento inluia los derechos de herencia del primogénito. Esto significa que Esau tenía derecho a una parte doble de las pertenencias de su padre. Bajo presión, Esau vendió su derecho de primogenitura a su hermano menor Jacob. Entonces Esau sintió desprecio por Jacob y su derecho de nacimiento (Gen. 25:29-34).

 

Jacob y su madre habían planeado lograr la bendición para Jacob. Dios ya le había prometido a Rebeca que el hijo mayor serviría al hijo menor, entonces ella debió haber tenido fe en que Dios cumpliría lo que había dicho (Gen. 25:23). Debido al mal sentimiento que se había originado entre los dos hermanos, Jacob fue enviado lejos por su propia seguridad  y para encontrar una esposa. Para aprender mas acerca de la historia de estos hijos de Isaac ver el artículo Jacob: El Hijo de Isaac (No. CB13).

 

Jacob finalmente se reconcilió con su hermano  Esau y volvió a casa con su padre Isaac en Hebron donde Abraham e Isaac habían estado. Despues de haber vivido 180 años, Isaac tomó su último respiro y “murió y se reunió con todo su pueblo, anciano y lleno de días.” Y sus hijos Esau y Jacob lo enterraron (Gen. 35:27-29).

 

 

 

 

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